La nota de la agencia EFE es clara: “El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, anunció hoy que propondrá a sus homólogos estadounidense, Barack Obama, y brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, la celebración de una gran conferencia para reconstruir Haití”.
No es mala idea.
Dijo EFE, también, que “el anuncio de Sarkozy, que se reunió con el primer ministro galo, François Fillon, y con los titulares de Exteriores, Interior y Economía, se produce después de que Lula hubiera propuesto a Obama que Brasil se encargue de coordinar la ayuda humanitaria en Haití”.
Se entiende la preocupación de Sarkozy, ya que la nación que preside, Francia, es como afirma EFE, la “antigua metrópoli de Haití”, y por eso mismo “ha sido el primer país en reaccionar”
Se entiende, también, que Sarkozy haya convocado a Barack Obama, el presidente de la principal potencia económica del planeta.
Y, desde luego, se entiende el papel de Lula, un verdadero líder desde el punto de vista que quiera vérsele.
¿Y México?
Naturalmente, se entiende que, en estos llamados iniciales entre dirigentes mundiales, Felipe Calderón no haya sido tomado en cuenta. Calderón no tiene credibilidad ni legitimidad dentro de México, en el extranjero menos.
En otras épocas, el presidente de Francia no habría pensado en el gobernante brasileño, sino en el mexicano, a pesar de lo autoritarios que eran los presidentes priistas.
Tristemente, los gobernantes panistas son tan autoritarios como los peores del PRI, pero sin fuerza, sin prestigio, sin liderazgo.
Ya se convocará a Calderón para que apoye los esfuerzos mundiales relacionados con la reconstrucción de Haití. Pero será, desde luego, el clásico plato de segunda mesa.
Así tiene a México el régimen panista surgido del fraude electoral de 2006.
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