La noche del domingo se cumplieron las primeras 48 horas de la desaparición de Diego Fernández de Cevallos, tiempo precioso en el que se preservan todos las evidencias de un potencial acto criminal. Rebasado ese tiempo, según los expertos forenses, cada minuto aleja la posibilidad de encontrar a un extraviado, secuestrado o asesinado.
Ya están en el tercer día, y los investigadores del extravío de Diego no saben nada sobre la naturaleza de la desaparición; si es un secuestro con fines de obtener rescate, una venganza, un rapto político o un levantón del crimen organizado.
Sin embargo —y a reserva de confirmar con el tiempo las causas de la desaparición—, nada se ha dicho sobre las razones por las que habría sido seleccionado como víctima el polémico Diego. Y es que por donde se le vea, Fernández de Cevallos es “un pollo gordo” para secuestradores, potenciales guerrilleros y criminales organizados. ¿Por qué Diego?
Porque si los responsables son vividores del secuestro, sabían que se trata de un político acaudalado al que sacarían mucho dinero. Si fuera un grupo guerrillero de los que operan en Querétaro, tendrían la reivindicación perfecta de su lucha de clases, al tiempo que tendrían dinero en abundancia para seguir la lucha. Si se trata del crimen organizado, el mensaje resulta demoledor para gobierno y Estado, ya que se confirma que la impunidad galopante estimula la agresión a cualquiera; desde Diego, para abajo. Pero cualquiera que sea la causa de la desaparición, el mensaje que se envía y la sensación que queda en la sociedad son aplastantes; cualquier grupo criminal, político, del narco o, incluso, cualquier venganza personal, son capaces de exhibir las debilidades del Estado, su ineficacia, hoyos negros y, por si hiciera falta, la ingobernabilidad imperante.
Nadie sabe por qué desapareció Diego. Nadie conoce el trasfondo y menos a los responsables; si es crimen organizado, venganza, secuestro… pero todos sabemos que si a 48 horas de la desaparición nada se sabe de Diego, es que estamos ante un Estado ineficaz, incapaz de cumplir su razón de ser. Y si nada pueden hacer por Diego, ¿qué podemos esperar los de a pie? Nada hicieron en los casos Martí, Vargas y Coppel; nada contra los sicarios que acribillaron a la secretaria de Seguridad de Michoacán, y nada contra los criminales del candidato panista en Tamaulipas. Nada harán por Diego. Y menos por los de a pie.
EN EL CAMINO Una disculpa a los lectores. En el Itinerario Político del domingo apareció “desbocado” escrito como “desvocado”. Resulta que una mano ignorante quitó la palabra “descocado” acreditada a Manuel Espino y la cambió por “desvocado”. Además de ignorante, torpe
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