martes, 16 de mayo de 2017

Ciudad Perdida
Olas de violencia
El asesinato de Javier
Otro mensaje ominoso
Miguel Ángel Velázquez
N
o se vale decir eso pasó muy lejos de aquí o aquello es la guerra de los malos contra los muy malos y aquí eso no sucede. El crimen en contra de nuestro compañero Javier Valdez Cárdenas, en Sinaloa, sucedió en México, el mismo lugar donde fue secuestrado, el fin de semana pasado, el corresponsal de este diario, Sergio Ocampo, y donde asesinaron hace un par de meses a Miroslava Breach, que también representaba a La Jornada en Ciudad Juárez, Chihuahua.
México es el mismo escenario que advierte que en Guanajuato los ataques en contra de periodistas se incrementaron 100 por ciento en ocho años, y el mismo país que se duele por el crimen en contra de la activista Miriam Rodríguez, en Tamaulipas. Y no, nada de eso está lejos.
En la Ciudad de México las olas de violencia empiezan a desbordar los diques que se crearon a partir, entre otras medidas, de muchos y variados programas sociales, que hoy parece que ya no son suficientes para frenar la explosión del empleo de la fuerza de los grupos organizados para el crimen, que hacen uso de los más necesitados para alimentar las filas de sus ejércitos.
En los primeros cuatro meses del año, los homicidios dolosos aumentaron 16 por ciento. En la ciudad se han cometido 335 homicidios, casi tres por día, y las cifras a mayo parecen no declinar, por lo que cada vez es más difícil hablar de que la Ciudad de México es una entidad vacunada contra la violencia.
Las advertencias han sido constantes. El 9 de mayo, Shelly Shetty, directora para América Latina de la calificadora Fitch Ratings, señaló que el bajo crecimiento de la economía mexicana provocó una caída en el ingreso por habitante, que, según dijo, genera el riesgo de tensión política, lo que no parece ninguna señal de paz. Y no sólo eso. Rodrigo Aguilera, de The Economist Intelligence Unit, asegura que en México hay una tensión social latente. No es inestabilidad –dice–, pero a nadie le sorprendería un estallido social, le aseguró a Roberto Gónzalez Amador en una entrevista con este medio.
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU revela que, como parece suceder en México, en África la hambruna sirvió de base de reclutamiento en zonas de conflicto. Los reportes indican que muchos hombres se han unido a las bandas violentas para recibir salarios que les permitan alimentar a sus familias.
Total, se hace necesario levantar la voz de protesta una vez más y con más fuerza para condenar la muerte de Javier, que parece también otro aviso ominoso a La Jornada, donde la verdad seguirá sin tener límites y donde habrá clamor por la justicia para Javier, y para México.
De pasadita
El esquema para financiar obras públicas con capitales privados que aparecen como la milagrosa tabla de salvación de muchos gobiernos, incluido el de la Ciudad de México, y que no se quiere calificar de privatización de la obra, parece tratar de esconder una verdad de a kilo.
Nadie puede decir que los capitales privados se invierten en las obras de la ciudad sin sus respectivas ganancias. Los dineros que traerán los inversionistas generarán importantes montos de beneficio para ellos; sin esa condición, las ganancias, seguramente nadie le prestaría ni un centavo al gobierno.
Así las cosas, lo que no nos dicen y debería quedar muy claro es el porcentaje de ganancias que obtienen las empresas sobre su inversión, dado que los beneficios económicos salen también de la bolsa de quienes pagan impuestos, es decir, es dinero público.
Lo que no entendemos es por qué las organizaciones tan dedicadas a la transparencia no le piden al gobierno o a las empresas que transparenten las ganancias que les otorgará el dinero de los contribuyentes. ¡Aguas!

No hay comentarios: