jueves, 11 de mayo de 2017

¿Partidos o personas?
Octavio Rodríguez Araujo
L
as dos cosas. Los partidos nuevos que han sustituido a los antiguos o tradicionales han girado en torno a personas. Este fenómeno no es nuevo, en realidad ha ocurrido desde principios del siglo XX y quizá desde antes. La diferencia es que normalmente no ganaban y ahora sí.
Vicente Fuentes Díaz, en referencia a los primeros partidos posrevolucionarios y antes del ahora Partido Revolucionario Institucional (PRI), escribía sobre los partidos caudillistas: existían por el favor de un caudillo y si éste los dejaba, por desinterés o por muerte, aquellos partidos desaparecían. Para quienes creen que los caudillos son cosa del pasado, les tengo una mala noticia: todavía existen, más en América Latina que en Europa, aunque sus características y hasta el atuendo sean distintos.
Los de ahora no son señores de horca y cuchillo, dueños de tierras y de personas, casi no usan sombreros llamados tejanos ni pistola al cinto, no siembran el terror en sus ámbitos de dominio, ni dicen, como Franco en España, que lo sean por la gracia de Dios. Son más bien líderes, con frecuencia de discurso populista (concepto que quiere decir muchas cosas) y que, al igual que antaño, forman partidos o alianzas electorales que, en general, giran en torno a la persona, al líder. Aclaración importante: no todos son o pretenden ser de izquierda puesto que también hay líderes de nuevos partidos que son de derecha y hasta han ganado y gobiernan algunos países.
En otras latitudes, por ejemplo en Europa, los nuevos partidos también giran en torno a personas, pero éstas no son caudillos sino líderes y no necesariamente son populistas aunque algunos lo sean, sobre todo en la extrema derecha.
La característica de los nuevos partidos es que son, en su mayoría, personalistas y, por lo mismo, los ciudadanos votan por el candidato más que por el partido del que antes del líder no habían oído hablar. Es el caso de Macron en Francia, para sólo poner un ejemplo reciente que no es único.
En México López Obrador es otro ejemplo: cuando lideró el Partido de la Revolución Democrática (PRD) lo levantó, pero como candidato opacó a su partido. Cuando se escindió del PRD formó Morena y sigue siendo el líder más popular del país, aunque sea también el más controvertido de los líderes fuera del poder. Morena destaca ahora y el PRD parece continuar a la baja, a pesar de que el primero tiene tres años de vida y el segundo 28.
De lo anterior me brinca una hipótesis que quizá contradiga en mucho lo que he escrito en otros momentos: los partidos convencionales están siendo sustituidos por personas y sus partidos y no por nuevos partidos y sus líderes (personas). El matiz diferenciador es sutil, ciertamente, pero pienso que establece una distinción importante que debe ser investigada más a fondo y con más ejemplos. De confirmarse esta hipótesis, que todavía no me atrevo a afirmarla, estaríamos en presencia de una verdadera crisis de los partidos, crisis en la que éstos se han convertido en aparatos logísticos y organizadores y nada más, puesto que hasta la ideología es la del líder y no producto de una elaboración colectiva discutida en serio entre los militantes y/o afiliados del partido. A lo más se trata de principios y programas elaborados por algunos notables bajo la coordinación del líder y previamente escogidos por éste (como debe de ser en cualquier circunstancia).
De hecho así surgió también el PRD bajo el liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas: sus documentos principales (principios, programas y estatutos) fueron elaborados por distintas personas, en ocasiones contradictorios en su contenido, prácticamente desconocidos por las bases del partido y, desde luego, no discutidos horizontalmente. Sin embargo, llegó a ser la segunda fuerza político-electoral y (en mi convicción) ganó la Presidencia de la República en 2006 con López Obrador como candidato, el líder en ese momento.
¿Fue el PRD el que tuvo los éxitos que conocemos o fueron sus líderes? Para mí fueron éstos con el apoyo del aparato que crearon. ¿Estos líderes era o son caudillos? Sí, con la diferencia ya mencionada entre los de antes y los de ahora. Si somos rigurosos Vicente Fox fue también un caudillo, que con Amigos de Fox (con mayor número de simpatizantes que el PAN) obligó a su partido a que lo hiciera candidato. Y ganó, por cierto con un discurso populista de derecha y elemental que entonces nadie de su partido criticó.
¿Es este fenómeno, de comprobarse la hipótesis planteada arriba, el principio de la desaparición de los partidos? No, de ninguna manera. Simplemente se trata de otro tipo de partidos que, repito, no es nuevo en su esencia aunque sí en la forma. Hasta quienes aspiran a ser candidatos independientes necesitan de un partido (aunque se resistan a llamarlo así), es decir de un aparato logístico y organizativo que los ayuden en sus campañas.

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