lunes, 27 de julio de 2009

No me defiendas compadre

No me defiendas compadre
Por Polimnia Romana
27 de Julio, 2009 - 01:43
El director general de Derechos Humanos de la Secretaria de la Defensa Nacional, general Jaime Antonio López Portillo, abogando por los militares que han cometido todo tipo de delitos y violaciones a los derechos humanos, dejó ver en sus declaraciones el gran error que ha cometido Calderón al sacar al Ejército a las calles en su inútil guerra contra el narcotráfico.

El general Portillo expresó que la presencia de las fuerzas armadas en las calles fomenta el contacto de éstas con la población y por ello se incrementan los delitos en que incurren los soldados: como tortura, lesiones, homicidio, extorsión, violaciones, secuestros e inhumación clandestina, mismos que calificó como delitos de carácter imprudencial, colaterales a sus operaciones y por desconocimiento de las consecuencias de una violación a los derechos humanos.

¿Qué fue lo que en realidad dijo el general?

Pues que las fuerzas armadas no están capacitadas para la tarea que les impuso Calderón, que no distinguen entre una violación a los derechos humanos y una acción propia de su función, que combaten sin distingo a delincuentes y población civil, que en nombre del bienestar y la seguridad del pueblo pueden atropellarlo y llenarlo de terror.

Según la CNDH, de las 2.956 quejas que ha tramitado, 559 son contra el Ejército; seguido de la Procuraduría General de la República, con 216; el Instituto Mexicano del Seguro Social, con 215 (más 48 muertes de niños inocentes en Hermosillo) y la Secretaría de Seguridad Pública, con 104. Es decir, que las instituciones encargadas de proteger y salvaguardar la vida de los mexicanos, van a la cabeza en la violación de los derechos humanos que pretenden defender.

Lo que más me llama la atención de esta declaración del defensor de Derechos Humanos de la Sedena, es que él mismo reconoce que las fuerzas militares no pueden cohabitar con la población civil porque eso es lo que desencadena los delitos “imprudenciales” que cometen.

Vaya manera de combatir la inseguridad y la delincuencia organizada, que por organizada, generalmente, ataca sólo a blancos específicos y no a la población civil; que actúa por venganza cuando se siente traicionada por sus cómplices, y no como nuestras fuerzas armadas que agarran parejo, por si acaso.

Conste que no estoy defendiendo a la delincuencia organizada, sólo hago una observación sobre su forma de actuar.

La violencia sólo genera violencia. La venganza es volver eterno un sufrimiento.

Resulta urgente replantear la estrategia que Calderón emprendió sin consultarlo con el pueblo, que es el directamente afectado por la presencia de las fuerzas armadas en las calles

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