domingo, 28 de febrero de 2021

 Despertar en la IV república

La verdadera historia de la reforma del DF

S

e van a cumplir casi 30 años del plebiscito de la Ciudad de México. Hay confusión: se cree que éste originó la reforma a las leyes de la capital. Contemos la verdad.

En la primavera de 1993 el regente Manuel Camacho Solís y un grupo de diputados, entre ellos Amalia García, Demetrio Sodi y ciudadanos como Adolfo Aguilar Zínser, Santiago Creel, Miguel Basáñez, Federico Reyes Heroles y el que esto escribe organizamos, gracias al apoyo del funcionario, un plebiscito para consultar a la población capitalina respecto de su voluntad de tener su propio gobernador, su propio Congreso y derechos plenos como ciudadanos.

El plebiscito, aunque lo consideramos un éxito, apenas logró 350 mil votos a favor. Manuel Camacho entonces quería que se aprobara la reforma del Distrito Federal, pero no pudo. Los más conservadores del PRI se opusieron y les dio la razón el presidente Salinas, diciendo que la capital era uno de los pilares del sistema y que era peligrosísimo cederla.

Tuvo que venir 1994, el neozapatismo en Chiapas, el asesinato de Colosio, el derrumbe de las finanzas públicas y el final del gobierno de Salinas para lograr la reforma.

El nuevo presidente, Ernesto Zedillo, tuvo que entender que sólo un cambio político podía satisfacer a un pueblo harto de malas noticias. Desde su primer discurso habló de una reforma política definitiva y empezó a trabajar en ella casi desde el primer día. Creel y yo contribuimos con el resultado del Seminario de Chapultepec, que finalmente incluyó la firma del PAN, del PRD y, en la última etapa, la del PRI.

Finalmente, ésta se logró en julio de 1996 y era, si no en definitiva, la más completa de todas, pero además incluía el paquete de reformas de la capital. Sus ciudadanos tendrían derecho para elegir a su gobernador y a su Congreso.

La reforma fue aprobada a nivel constitucional por todos los partidos y después pasó la prueba de fuego en 1997, cuando Cuauhtémoc Cárdenas ganó la jefatura de gobierno del Distrito Federal. Suceso que marca indudablemente la primera alternancia que se completaría tres años después, en 2000, cuando Fox habría de ganar la Presidencia de la República.

Colaboró Mario A. Domínguez

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