martes, 27 de octubre de 2020

 

Ciudad Perdida

Un cateo con base en la ley... de la selva

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▲ Con apetito, pero sin sana distancia, afrontan la pandemia.Foto María Luisa Severiano
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oco antes de las nueve de la noche del pasado miércoles 21, un grupo especial de la policía federal cerró la calle Calero, entre Reina y Arturo, para iniciar un cateo en el número 7, en la colonia San Ángel Inn, domicilio de la hija del ex secretario particular del ex jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, sin que esa operación se hubiera hecho del conocimiento del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, y sin que se diera aviso a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.

El accionar policiaco no tenía visos de legalidad, se comenta en la fiscalía, y por eso las más altas autoridades no podían estar al tanto de ella. El Ministerio Público, tras una denuncia anónima y unos días de vigilancia, pidió a un juez que obsequiara la orden de cateo para que se buscaran dentro de la casa armas consideradas de uso exclusivo del Ejército, explosivos y drogas.

Durante poco más de cuatro horas, 35 policías embozados y en posesión de armas largas hurgaron en las tres recámaras, una biblioteca, la sala, el comedor y hasta en el jardín y la azotea, sin hallar nada más que un par de pistolas propiedad de los policías de la Bancaria que cuidan el lugar. Nada más.

Para entonces, Gertz Manero, según cuentan, había montado en cólera. ¿De dónde había salido la orden, por qué no se le había dicho que se iba a catear la casa del hijo de un priísta afamado y de la hija del ex secretario particular del ex jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera?

¿Quién –se preguntan en la fiscalía– puede tener tanto poder como para efectuar una acción de ese calado? Ya hay una investigación interna exigida por el fiscal, que no va a dejar en la impunidad una acción como esa, que podría convertirse en una constante que nos llevara a un estado policial de no ser frenada de inmediato.

Independientemente del accionar del gobierno pasado, el miércoles anterior quedó señalado como el día en que se envió un mensaje rudo, por decirlo de algún modo, en contra de las autoridades de mayor rango del gobierno pasado.

No parece coincidencia que el mismo día Miguel Ángel Mancera recibiera una sanción ridícula de las autoridades electorales y la Contraloría de la ciudad, que lo inhabilitaron por un año para ejercer cualquier función de gobierno, debido a que apoyó, al margen de la ley, al candidato panista a la Presidencia Ricardo Anaya.

Mancera será senador de la República durante los próximos cuatro años, por lo que el impedimento no parece tener otro objetivo que decir: ya te tocamos y estás en la mira.

El dilema de quién sería el firmante de cuando menos la acción policial en contra de Luis Serna se despejó el viernes pasado en una cafetería de la cadena del logo con la sirena de dos colas, cuando un funcionario de la actual administración de nombre Fabián Medina encaró a Luis Serna para decirle que fue él quien mandó catear la casa de su hija, y para advertirle que, por conducto de terceros, le quitaría todas sus propiedades, aseguró el propio Serna durante una plática el mismo viernes.

Pero ¿quién es Fabián Medina que tiene el poder de mover toda la estructura de justicia para cumplir lo que parecería una venganza personal al margen de la ley? Eso queda ahí, entre las incógnitas que se deben aclarar en caso de que la especie sea cierta.

Total, el caso de Calero 7 se ha ido complicando. Hasta este momento la fiscalía no ha dicho nada al respecto, pero se sabe que hay una investigación para saber quién recibió y dio por cierta la denuncia anónima, ¿por qué el MP hizo caso a ese tipo de acusación sin nombre? y ¿por qué el juez, al tanto de las anomalías, decidió liberar la orden de cateo?

Además de las afectaciones personales que este episodio causó, quien también resulta afectado es el sistema de seguridad pública del Estado, donde los liderazgos y los mandos parecen haber desaparecido, lo que cuestiona, para empezar, el mando del fiscal Gertz Manero. Es hora de poner orden, de una buena vez.

De pasadita

Algo más que las recomendaciones y las súplicas que desde la administración se hacen para tratar de que se cumpla con el protocolo que regula el accionar de las personas, el gobierno deberá construir reglas de convivencia y de vigilancia que impidan las grandes aglomeraciones, que ya no son peligrosas, sino letales.

Como habíamos comentado con anterioridad, es necesario explicar que los cubrebocas no son escudos ni milagrosos, que sólo son parte de las formas de resguardar la salud, y que se requiere de todo lo demás. Este fin de semana los parques, los cafés y hasta algunos salones de fiestas abrieron. Ojo con eso.

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