A plena luz del día y delante de la gente que rondaba las inmediaciones de la SCJN, plagadas por las fuerzas de seguridad que necesita Calderón para salir de su guarida en Los Pinos, el ciudadano José Luis Rinconcillo fue sometido por elementos del Estado Mayor Presidencial, subido a una patrulla y retenido en un juzgado.
Su delito fue gritarle a Calderón: "¿Ésta es tu seguridad? Ésa es la confianza que te tiene el pueblo".
Nada más erróneo de parte del EMP que hacer evidente la consigna de reprimir al pueblo que se atreve a expresarse de manera abierta y justificada contra el responsable de la ola de violencia, del desastre económico y de la división social en la que estamos inmersos los mexicanos.
Si esto sucede a plena luz del día en la capital, podemos imaginar lo que ocurre en lugares apartados donde la gente está desprovista de cámaras y testigos que den cuenta de la represión del gobierno en contra de la protesta social.
Por eso hablaba yo ayer de la falta de credibilidad en las "encuestas". Sobre todo las que revelan que la actual administración goza de la aceptación ciudadana. Esa es una gran mentira. Los mexicanos estamos hartos del gobierno usurpador, de su ineficiencia y su cinismo.
La exhibición del uso de la fuerza contra los ciudadanos pretende mandar el mensaje de que es mejor permanecer calladitos y aguantando. Cosa que YA NO SUCEDERÁ, al menos dentro del sector pensante y consciente de que necesitamos un cambio en la vida pública del país.
No todos los mexicanos somos López Dóriga para seguir instrucciones de sometimiento a los grandes intereses que mueven los hilos de la política actual.
Afortunadamente somos millones los que NO creemos que el silencio y la obediencia ciega van a servir de algo para mejorar las cosas.
La libre expresión es un derecho consagrado en la Constitución, lo mismo que el derecho a la libre reunión. Sólo con acciones valientes como la del ciudadano José Luis Rinconcillo podemos poner un alto a las mentiras y a la enajenación del pueblo por los medios de comunicación.
Calderón es un cobarde, por eso se rodea de un impresionante aparato de seguridad, que por cierto debería estar trabajando por la ciudadanía y no para quien ha desatado la violencia con su guerra fallida contra el narco.
Calderón es un prepotente acomplejado que jamás gozará de la aceptación del pueblo que lo repudia. De ahí su odio desmedido por el líder moral que, a diferencia de él, cuenta con el apoyo y el cariño de millones de mexicanos que siguen creyendo en él, y que se suman al Movimiento Nacional que encabeza.
Lo lamentable de esta historia es el triste papel al que ha sometido Calderón a las instituciones en las que el pueblo confió alguna vez.
Las Fuerzas Armadas, La Marina y El Estado Mayor son vistos hoy como el instrumento de la oligarquía en contra del pueblo. Ya no salvaguardan la soberanía nacional como lo marca la Constitución, se volvieron títeres del títere de los Estados Unidos. Qué horror.
No hay comentarios:
Publicar un comentario