sábado, 28 de enero de 2012

TRASCENDIO

Que un “nosotros no fuimos” tajante y contundente dieron en la oficina de Ernesto Cordero sobre el video “Lo que pasa es que Chupina está borracha”, subido a las redes sociales el jueves.

El video está firmado por una agrupación que dice apoyar la candidatura de Cordero. De ahí en fuera, en efecto, no hay nada que ligue al ex secretario de Hacienda.

Y suena muy poco sensato que, además de producir y difundir el video, hayan dejado las huellas.

Que el saludo entre el presidente Calderón y Enrique Peña Nieto el jueves en Davos fue más frío que la temperatura que registraban los termómetros afuera del salón de Congresos del Foro Económico Mundial.

Luego de ser premiado como el Estadista Global del foro, el Presidente pronunció un discurso dentro de una sesión pública a la que podía asistir quien quisiera. Por eso Peña Nieto, acompañado de Luis Videgaray, pudo entrar a escuchar cómo Calderón era, además, entrevistado y elogiado por Bill Gates.

Al terminar el evento, el mexiquense se acercó a felicitar a Calderón. El encuentro ocurrió en el pasillo y el apretón de manos fue rápido. El Presidente prácticamente ni volteó a ver a quien encabeza las preferencias para sucederlo.

Que un grupo de diputados federales del PRI impulsó en su reunión plenaria en Guadalajara un acuerdo interno para exhibir y poner en entredicho al presidente de la Mesa Directiva, el perredista Guadalupe Acosta, por denunciar el presunto espionaje telefónico en el Palacio de San Lázaro.

Su argumento: que Acosta ordenó una remodelación de su actual despacho en cuanto asumió el cargo de diputado presidente en diciembre, pero dio a conocer el hallazgo de los equipos de intervención de comunicaciones más de un mes después.

Por la noche, en MILENIO Televisión, Acosta Naranjo desmintió tajantemente que su oficina haya sido remodelada.

Que el equipo de seguridad de Andrés Manuel López Obrador pasó un mal rato en Huatabampo, Sonora, ya que a la salida de un acto alguien lanzó un huevo a la camioneta donde viajaba el tabasqueño.

La cosa no pasó a mayores y con una camiseta amarilla se limpió el frente del automóvil. Quedó el susto, nada más

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