Reforma: El golpe bajo a Ricardo Sheffield y la chingadera del domicilio de AMLO
El titular de la Procuraduría del Consumidor, por mucho, es uno de los funcionarios más honorables y eficaces del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Hace unos días, Ricardo Sheffield participó en la conferencia mañanera del presidente de México. Simple y sencillamente dio a conocer hechos de la mayor importancia para los consumidores: qué gasolineras venden más caro el combustible.
Eso, para Reforma, fue un “papelazo” del guanajuatense. La columna Templo Mayor lo acusó de conocer “muy poco de libre competencia y apertura de mercados”. Por favor. El ignorante es el redactor de esa columna, quizá el mismísimo Juan Pardinas, director editorial del diario capitalino propiedad de la familia Junco. Porque, carajo, ningún economista podrá decir en qué daña a la libre competencia y a la apertura de los mercados dar al público información real acerca de los precios de las gasolinas. Todo lo contrario, mientras más información tengan los compradores, más se asemejará el sistema al ideal de la libre competencia. Y es que la economía es más competitiva en la medida en la que los consumidores tienen mejor información sobre los precios.
Lo peor es que el golpe bajo contra Sheffield no es la excepción. Tristemente, es la regla: lo saben todos los que acompañan a AMLO en las mañaneras. Ni hablar.
Así es Reforma: exagerado y hasta mentiroso. Pero así no era. Alejandro Junco, apoyado por directivos editoriales comprometidos con la ética periodística —Ramón Alberto Garza, Lázaro Ríos— era un dueño de periódicos que solía publicar solo información objetiva y, claro está, de ninguna manera difundía datos personales que comprometieran la seguridad de nadie.
Hace unos días, Andrés Manuel López Obrador dijo:
“Vean el Reforma de hoy o del de ayer. El Reforma hablando de ética. Publica en la primera plana una manta en donde hay una amenaza a mi persona, y pone la dirección de mi casa, que dicho sea de paso es de dominio público, pero ¿por qué poner la manta con la dirección? No lo hicieron otros medios. ¿No les parece de mal gusto? ¿Dónde está la ética? ¿Qué, no se la dan de gente de bien? No. Es un conservadurismo muy peculiar, no quiero agregar un adjetivo, porque entonces sí sería nota. Pero imagínense eso”.
En efecto, Reforma dio a conocer el domicilio de Andrés Manuel: lo leí, lo juro por lo mejor que hay en mi vida: mis nietos. Desde luego, el presidente de México también lo leyó y se indignó. Al denunciar la gran chingadera de Reforma, seguramente por el enojo, el presidente de la República se confundió y dijo que la información sobre su casa ese diario la publicó en su portada impresa. No fue así: el rotativo de la familia Junco lo hizo en su versión de internet, el 19 de abril de este año.
Protestó decir verdad.
Estoy lejos de México. De vacaciones, sí, pero también enfrentando crisis que a nadie deseo. Cuando leí en la página de internet de Reforma el domicilio de la familia López Obrador-Gutiérrez Müller me espanté: ¿valía la pena poner en riesgo a otros integrantes del grupo familiar y a los vecinos? Me preocupó la posibilidad de que los editores de SDP Noticias dieran a conocer algo algo tan privado, pero me tranquilizó ver nuestra nota: no estaba ese dato. No lo leí en nuestro portal, qué bueno.
Hoy Reforma se defiende:
√ “Toda persona tiene derecho a la privacidad, incluido el más público de los personajes: el presidente de la República. Y ese derecho incluye, por supuesto, la privacidad de su domicilio familiar”.
√ “Como se puede comprobar en la edición del sábado 20 de abril de este periódico, el reporte de la amenaza de un cártel de huachicol contra el presidente Andrés Manuel López Obrador omite los datos de su domicilio familiar”.
√ “De ahí que resulta completamente alejado de la realidad afirmar que en estas páginas se publicó la dirección de su casa, pese a que los detalles de la ubicación de su domicilio son de dominio público, como lo reconoció el propio AMLO ayer”.
En efecto, en la portada impresa de Reforma del 20 de abril —de escasa difusión— no se publicó el domicilio de Andrés Manuel. Pero en su edición de internet de un día antes, con más lectores, sí se dieron a conocer la calle, la colonia y el número de la casa del presidente de México.
No miento. Lo vi. Me enojó, me pareció muy miserable. Pero esa información ya no está en la versión de internet de Reforma —al menos, ya no la veo. Significa, por supuesto, que después de la crítica de Andrés Manuel los editores contratados por la familia Junco borraron el dato sensible, delicado, prohibido por la más elemental ética del periodista.
El señor Pardinas y algún otro redactor de Reforma saben que no miento. Si fueran honestos, lo admitirían. Una pena que no lo sean. Una verdadera desgracia que los diarios de los Junco ya no sean lo que fueron.
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