PRD: crónica de una podredumbre
El 2021 es su próxima parada, y será el ensayo hipotético del 2024.
Ni siquiera el espontáneo recuerdo queda, de aquella gran columna que hizo convergencia en los años 80, ni mucho menos, de los liderazgos que hicieron posible la unificación de una propuesta ideológica que relanzó los valores populares y progresistas de la izquierda. El PRD está totalmente acabado, debilitado y con una crisis doctrinal que fue paulatinamente cavando su decadencia que ha mostrado como oposición.
La causa fundamental de todo, no solo radica en el discurso antipopular que han adoptado como respuesta de la indiferencia del aquel programa que carecía de un dinamismo combativo, y de una corriente que abrazaba las políticas públicas que beneficiaran al colectivo, sino también, de la decepción por los hábitos y malas prácticas antidemocráticas que especialmente fraguaron por la tentación y la ambición del poder.
La “Verdadera Izquierda” e “Izquierda responsable”, son concepciones que políticamente oxigenan y alimentan el distanciamiento sustancial que se esfumó hace muchos años, por la manipulación y el autoengaño de los sobrevivientes o más bien, oportunistas que gozan del esquema político de las prerrogativas y, la capacidad de negociación con fines estratégicos de intereses personales que actúan en contra de una declaración de principios que está prostituida y manoseada en una magnitud sorprendente.
El naufragio que vive el PRD se resume sin entrar en más preámbulo en divisiones, tribus, alianzas, pactos, conspiraciones, chantajes, clientelismo e incapacidad ideológica de una izquierda que por muchos años fue exprimida por una camarilla que se autodenominaba progresista; se llegó al extremo, el día que consumaron una condescendencia de servilismo con el conservadurismo neoliberal; y peor aún, cuando se impuso a rajatabla y sin intervención de la militancia, una correlación con el PAN. En ese desastre, el PRD fue cayendo y ha quedado excluido como una corriente de pensamiento progresista, al menos en la vía de los hechos así lo ha demostrado.
Ahora, la dirección que han estado proponiendo, se opone otra vez al incipiente restablecimiento a través de nuevas formas de estructura que creen mecanismos de aceptación y fiabilidad partidaria. Sin embargo, el PRD no tiene remedio, parece que nuevamente perfila un instrumento que parte de la adhesión de todos los partidos políticos. Sí, del PAN, PRI y PRD ¿se imaginan? Esto desprestigiaría más al PRD, quien no asumió la consecuencia de crear una plataforma superflua; en teoría han mostrado una narrativa que se concreta a proponer una reconstrucción desde las bases, mediante la organización que aglutine a la totalidad de sectores sociales que aún arrastra el Sol Azteca. A pesar de ello, el PRD ya depende totalmente de otras fuerzas para sobrevivir, que emerjan especialmente de un clima doctrinal que figure con su propaganda anteriormente descifrada. No obstante, las grandes dificultades de credibilidad que gozan, resulta evidente echar andar de nuevo un bloque similar al 2018, que ocasionó un cataclismo por el desplazamiento inusual que amalgamo con el PAN.
El PRD ya no puede prescindir de la conexión implícita que tienen con el PAN, ya que actualmente reina una evidencia clara que el bipartidismo que fracasó en 2018, mantiene una relación sólida que ha debilitado a ambas instituciones; esa base predomina en la cámara de diputados, y de igual forma en la de senadores; pero para desgracia de la militancia que aún le queda al PRD, están manufacturando un bloque que haga contrapeso al presidente y su dominio; esta vez, con un invitado especial: el PRI. El 2021 es su próxima parada, y será el ensayo hipotético del 2024.
Aunque políticamente está alianza no tenga un promisorio escenario, nunca van a entender que la relación que existe entre un partido y otro, no puede preconcebir una sola corriente; esto va en contra: de una ideología, pensamiento y de la lucha social que contrapone estrictamente un itinerario de concepciones ideológicas.
Si se logra adquirir nuevamente una coalición, no solo deformaría un esquema que ha hilado un movimiento de clases populares, sino desgraciaría absolutamente al PRD, que se favoreció enormemente con la unificación de los partidos de izquierda hace algunas décadas. No me sorprendería, porque ya se han desenmascarado todas esas figuras con una formación y una conciencia simulada de autoengañarse por la dolorosa derrota que ha alcanzado un nivel máximo de desesperación e irritación por el presidente.
El PRD está podrido, y reafirmará su fracaso si vuelve a pactar nuevamente con el PAN. Será interesante percibir el proceso que se avecina.
Por cierto el PAN y PRI excluyeron, denostaron, golpearon y menospreciaron al perredismo durante años; esa dirección brotó siempre por la frivolidad y delirio de grandeza que imperaba en la hegemonía del PRI y PAN; ahora, son amigos, novios y han fraguado un matrimonio que repudia la mayoría de su militancia, y el hartazgo generalizado de la sociedad.