Despertar en la IV República
Mañanera
ecuerdo las mañanas en la jefatura de gobierno hace 20 años. Andrés Manuel López Obrador advirtió que empezaríamos a trabajar al amanecer. Creímos que era una ocurrencia que duraría un par de semanas y duró todo su sexenio. Todos los días tenía una rueda de prensa y una junta de seguridad con los responsables de la policía. Esto le daba una ventaja: tenía ya horas trabajando cuando sus competidores desayunaban en un restaurante elegante.
Hoy asistí a una Mañanera. AMLO debe levantarse a eso de las 5 de la mañana y estar listo para la junta de seguridad a las seis. A las siete recibe a los periodistas en el recinto de la vieja Tesorería. Es un salón muy amplio, quizá el mayor de todo el Palacio Nacional: art decó con remaches metálicos y en el techo e integradas las viejas cajas de maderas preciosas en las paredes. El salón está pintado con colores suaves y luce radiante; puede albergar una junta de ministros, de embajadores o de gobernadores (y si fuera necesario de los tres grupos).
Las Mañaneras son odiosas para la prensa crítica y la oposición, y son muy molestas para los reporteros de cualquier tendencia porque los obliga a levantarse temprano. Muchos comunicadores escriben que estas conferencias están exacerbando la polarización del país.
También tienen sus ventajas, al Presidente no le cuestan ni un solo centavo. Compensan en gran medida al furor crítico de muchos medios de oposición. En los regímenes del pasado los presidentes no necesitaban desmañanarse porque todos los periódicos, la televisión y el radio, eran proclives a la Presidencia (una minoría crítica iba desarrollándose progresivamente). El Presidente no tenía ninguna necesidad de rendir cuentas. Con las Mañaneras el gobierno se ahorra miles de millones con los que antes se contentaba a los medios.
Todos los días López Obrador presenta una cuestión de gran interés público y luego hay comentarios sobre los asuntos de actualidad. Lo que he podido percibir es que los chicos de la prensa y el mandatario son corteses. Este duro ejercicio termina cuando se han agotado las preguntas o el tiempo, lo que suceda primero. La labor cotidiana de AMLO se prolonga hasta las 10 u 11 de la noche, como en los tiempos de la jefatura de gobierno.
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