COLUMNAS
¿Construirá AMLO la refinería en Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto en Santa Lucía? Se aceptan apuestas
Depende de que Rocío, como Claudia en el GDF, sea ese brazo operador que hace falta
Foto propiedad de: internet
Varias veces ha dicho Jorge Castañeda que “la gran ventaja de Andrés Manuel, como político y como mandatario es que suele decir lo que piensa, pensar lo que dice, y tratar de hacer lo que dice y piensa”.
Es decir, todo lo contrario del político tradicional cuya principal ventaja, como le dijo Borges a Sabato, es que “no necesita ser coherente”.
Castañeda conoce muy bien a López Obrador, ha estudiado su estilo y su manera de hacer las cosas. El Güero es uno de los más fuertes críticos del presidente de México. Lo ha sido durante años. No estoy seguro, pero quizá hasta algún trato tuvieron ellos como compañeros de lucha en los primeros tiempos de Cuauhtémoc Cárdenas como opositor a los gobiernos del PRI.
Si Jorge Castañeda menciona con frecuencia la coherencia de AMLO (“dice lo que piensa, piensa lo que dice y trata de hacer lo que dice y piensa”) significa que el analista considera a tal característica de la personalidad de Andrés Manuel como un hecho raro entre los gobernantes, al menos los mexicanos.
Es decir, lo que Castañeda con toda claridad sugiere es que los otros presidentes de México no decían lo que pensaban ni pensaban lo que decían ni trataban de hacer lo que decían y pensaban.
De ahí que, durante los últimos gobiernos, México haya sido una “república enunciativa”, como la llamó José Luis Antón Alvarado en un análisis publicado en Forbes sobre el fracaso de la Refinería Bicentenario que intentó hacer Felipe Calderón: se anunciaban los proyectos, no se pensaban y no se concretaban.
En realidad, Calderón dijo muchas cosas, no las pensó antes de expresarlas y su gobierno, no solo en lo referente a la seguridad pública, resultó un fracaso total, particularmente por la ausencia de grandes obras de infraestructura.
Calderón presumía que el suyo era el "sexenio de la infraestructura", pero lo cierto es que su principal obra no impresiona a nadie: la carretera Durango-Mazatlán, que no está mal, pero se queda muy lejos de ser un proyecto de altísimo impacto.
Tuvo dinero de sobra, sobre todo por los enormes excedentes petroleros, y lo tiró. No parece haber sido particularmente corrupto, pero Calderón de plano resultó incapaz de hacer algo notable y benéfico para el pueblo mexicano.
Como coordinador de proyectos de obra pública, que eso también es el gobernante de un país, Calderón hizo algunas carreteritas, fracasó en la construcción de la refinería y cayó en el ridículo con el feo monumento llamado Estela de Luz.
También por los excedentes petroleros Vicente Fox tuvo tanto dinero como Felipe Calderón o inclusive más; también lo desperdició. Anunció que haría un nuevo aeropuerto, pero no pudo, así que Su gran obra de infraestructura fue la Terminal 2 del aeropuerto capitalino. Una vacilada que rápidamente resultó insuficiente y que casi se cae en el sismo de 2017.
A Peña Nieto, que se la jugó con las reformas estructurales, tampoco se le dieron las obras de infraestructura. Su gran proyecto, el aeropuerto en Texcoco, lo inició tarde y por esa razón le resultó sencillo a su sucesor cancelarlo porque a AMLO le pareció que sus costos, económicos y ambientales, eran excesivos para el país.
Ojalá algún día sepamos por qué un trenecito de unos cuantos kilómetros, el de la capital mexicana a Toluca, no se terminó durante años de trabajo y, por lo que se ve, jamás se terminará. A EPN le fallaron sus operadores de obra, de plano.
Con la pena, pero Andrés Manuel, como jefe de gobierno del pequeño —comparado con todo México— Distrito Federal pudo hacer una obra de infraestructura más importante que cualquiera de las realzadas por los mencionados ex presidentes: los segundos pisos del Periférico.
Cuando Andrés Manuel anunció que haría los segundos pisos, no le creímos. Pero los construyó en un contexto de enormes dificultades urbanísticas.
Fundamental en el éxito del proyecto fue que le encargó su ejecución a una persona eficiente: Claudia Sheinbaum.
Hoy no se le cree a AMLO que hará el aeropuerto en Santa Lucía, el Tren Maya y que Pemex y la Secretaría de Energía podrán con el paquete de construir una refinería en Dos Bocas, Tabasco.
Todo depende de que Rocío Nahle sea tan eficaz como en su momento lo fue Claudia Sheinbaum; tiene una ventaja la señora Nahle: la acompaña en el proyecto alguien que sin duda operó bastante en su momento para que Sheinbaum hiciera su trabajo, el director de Pemex, Octavio Romero.
López Obrador ha dicho durante años que la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto en Santa Lucía y el Tren Maya los iba a hacer en cuanto llegara a la Presidencia de México. Apuesto a que se saldrá con la suya.
La gente muy terca, si sabe trabajar y tiene la virtud de la eficiencia, normalmente concreta los proyectos que se propone. Y Andrés Manuel es terco y eficaz como muy pocos políticos.
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