domingo, 22 de septiembre de 2019

Despertar en la IV República
¡Que viva la paz!
L
a paz no es una circunstancia que haya favorecido a todas las generaciones mexicanas. Por ejemplo, los nacidos en 1810 vieron pasar su vida entera hasta extinguirse porque en 74 años hubo una discordia civil continua, pronunciamientos, golpes de Estado, guerra interna e invasiones. En cambio, nuestra generación ha vivido la paz a tal punto que los nacidos, como en mi caso, durante el sexenio de Lázaro Cárdenas pudimos crecer, madurar, decaer y estar próximos a terminar nuestras vidas sin haber tenido que padecer los horrores de la guerra.
En nuestras mocedades muchos pensamos que México no podría tener un cambio profundo sino mediante una nueva revolución violenta. Esta idea estuvo en boga en muchos círculos universitarios durante los años sesenta, sobre todo después de la represión brutal: la tragedia de Tlatelolco en 1968. Se consideraba que el camino no podía ser el de la democracia burguesa.
Hoy, cuando repasamos la lista de los regímenes que llegaron al poder por medios violentos y la cotejamos con aquellos movimientos que lograron grandes transformaciones empleando medios pacíficos, nos damos cuenta de que éstos superan al doble en eficacia a los primeros. Cada vez son menos aquellos que están por la tesis de la violencia como partera de la historia. La democracia del voto se ha convertido en paradigma universal.
Con todas sus deficiencias, la paz ha moldeado nuestras vidas y ha sido la atmósfera que ha permitido al pueblo de México convivir y por lo menos a algunos sectores progresar. Es verdad que los regímenes del Partido Revolucionario Institucional no lograron aprovechar la estabilidad pacífica para modernizar al país. La desigualdad y la injusticia en la distribución de las oportunidades ha permanecido hasta nuestros días. No es necesario ir a las estadísticas, uno puede constatarlo en la experiencia cotidiana.
En fechas recientes ha habido un cambio de régimen en México, el cual se dio sin romper un vidrio y sin heridos ni muertos. Por primera vez en nuestra historia una compleja transición ha podido darse sin violencia. Conservar la paz es una condición para que México pueda convertirse en una nación moderna.
Colaboró: Mario Antonio Domínguez

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