l Partido Acción Nacional (PAN) cumplió este mes 81 años de su fundación. Fue un modelo de oposición, respetado cuando era escuela de ciudadanía y alentaba la participación de los ciudadanos. Los militantes éramos voluntarios y no aspirábamos a beneficios personales ni a cargos públicos.
Cuesta trabajo entender cómo llegó a ser lo que es ahora. Fue un partido de idealistas luchando contra el partido oficial a sabiendas de que vencerlo era poco menos que imposible. El fundador enseñó que la política es brega de eternidad
.
Pienso hoy en sus glorias pasadas y en su realidad actual. Para entenderlo, propongo una síntesis de lo que creo que ha sido su historia. He llegado a la conclusión de que el PAN ha tenido por lo menos tres etapas bien diferenciadas: el liberalismo democrático en sus primeros años, un partido de inspiración social cristiana durante una época intermedia y luego, a partir de la llegada de los empresarios y los llamados bárbaros del norte
, un partido neoliberal; después, su descomposición impide que lo coloquemos en alguna clasificación precisa.
En su primera época, a partir de su fundación, se caracterizó por ser defensor de la democracia y el sufragio efectivo; en lo económico su pensamiento fue liberal a secas, proponía el libre mercado, la defensa a ultranza de la propiedad privada y se le señalaba como el partido de los banqueros; ciertamente, cuando menos, había uno, su fundador, otros se escabulleron después de las primeras escaramuzas y la verdad, entonces, el grueso de sus militantes era de profesionistas, pequeños y medianos empresarios y en general de la clase media.
El intelectual de derecha, furibundo escritor Jesús Guiza y Acevedo, en un libro de los años cuarenta, publicado por Editorial Polis y de título El PAN es un equívoco, sostenía que la función del partido, en esos primeros años, era legitimar al gobierno simulando ser de oposición; algún otro más adelante afirmó: lo que resiste apoya
.
La segunda etapa la identifico como de inspiración social cristiana; se inicia cuando antiguos dirigentes de la Acción Católica, que había apoyado al partido desde sus inicios, llegan a puestos directivos y ante el retiro parcial del fundador, se quedan al frente.
Me parece que es la época de mayor crecimiento, de una militancia generosa y convencida, época de presencia independiente y oposición verdadera; el documento que pudiera ser considerado como el banderazo de salida de esta etapa es la Proyección de los principios de doctrina aprobada en la convención nacional de mayo de 1965.
Frente a los principios de 1939, esta proyección se caracteriza por la inclusión de principios de justicia social y por un alejamiento crítico del liberalismo clásico y del libre mercado.
Destaca en la Proyección de los principios de doctrina un capítulo especial denominado Justicia social
, que no se encuentra en los principios originales; constituyó para entonces, una novedad y un quiebre en la historia del pensamiento del partido. La nueva convicción, promovida por el presidente nacional Adolfo Christlieb Ibarrola y expuesta más abiertamente por el candidato presidencial de 1970 Efraín González Morfín, autor de un documento denominado Cambios democráticos de las estructuras y promotor del solidarismo.
En esta época, que coincidió con mi militancia en el blanquiazul, se hablaba del trabajo como principio ordenador de la economía, de la supremacía de éste sobre los bienes materiales e instrumentales de la empresa; se proponía entonces que los trabajadores pudieran participar en la propiedad, en las ganancias y en la dirección de las empresas.
En la 48 Legislatura, coordinada por el abogado Juan Landereche Obregón, yerno del fundador, en la que participé como diputado, propusimos que las empresas productivas del Estado pasaran a los trabajadores en forma de sociedades cooperativas e iniciamos reformas a la ley para que los trabajadores tuvieran derecho a comprar acciones de las empresas, con sus gratificaciones de fin de año o con su reparto de utilidades; se pugnaba por fomentar las sociedades cooperativas y se citaba con frecuencia a los pensadores católicos de avanzada Delos, Maritain y Mounier.
En esta época destacaron los dirigentes José González Torres, Alfonso Ituarte, José Ángel Conchello y Pablo Emilio Madero; con austeridad y con autosuficiencia económica obtenida mediante cuotas de diputados y rifas, el partido creció, definió su propuesta y obtuvo sin aceptar prerrogativas, triunfos en ciudades intermedias en todo el país.
La tercera etapa, el neoliberalismo, se inicia con la expropiación de la banca; los empresarios, alarmados, llegaron al PAN, con recursos y empleados a sueldo; se apoderaron del partido buscando el regreso a los acuerdos con el gobierno y a sus negocios. Se consolidó con el nacimiento del PRIAN, al inicio del gobierno de Salinas, y culminó con el Pacto por México, con Peña Nieto.
Sería muy positivo si, ante la coyuntura actual, militantes de buena fe redefinieran su doctrina.
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