sábado, 28 de abril de 2018

Postdebate: inflando a Anaya porque #AnayaNoLevanta; #AMLO de vuelta en su mejor versión

@NietzscheAristosáb 28 abr 2018 12:16
 
  
 
El postdebate ha servido al equipo de AMLO para desmentir a Anaya
El postdebate ha servido al equipo de AMLO para desmentir a Anaya
Foto propiedad de: Internet

Como el candidato del PRD, el panista Anaya Cortés, no levantó en el ánimo social antes del primer encuentro entre los candidatos, la mafia del poder (sin comillas porque ya está evidenciada) puso su objetivo en el debate, pero sobre todo en el postdebate, para inflarlo como el único y verdadero prianista capaz de enfrentar al líder de las encuestas y de conquistar ese ánimo social. Apostaron, primero, a que con su retórica y su figura robótica convencería al público (hay algún opinador que llegó a decir que lo conmocionó); segundo, a que él, su equipo y los medios a modo se encargarían de encumbrar al “nuevo héroe” de la política nacional.
Por eso el debate y el postdebate sirvieron para mentir, inventar e intensificar la guerra sucia. Cifras contra el gobierno de López Obrador en la Ciudad de México, encuestas en favor del panista, calumnias como esa de que no se presentaría al siguiente debate. Massive Caller -una encuestadora irregular que está siendo puesta en evidencia como el nuevo fraude de Anaya-, se convirtió en el increíble instrumento validador del equipo anayista; de Castañeda Gutman al insufrible Zepeda, presidente del PAN, así como de periodistas anti-Amlo. Por otro lado, el equipo de #Verificado2018 se encargó de desbaratar las mentiras del debate. No obstante, la guerra sucia persiste en los medios y las calles y seguramente aumentará de tono. Una tonalidad no caqui sino caca, como demuestran los anuncios oficiales del PRIAN y la publicidad de una supuesta serie, El populismo en Latinoamérica, en el transporte público, entre otras gracias.
Aunque tienen sus aplaudidores, Rodríguez Calderón y Zavala de Calderón francamente no debieran de estar en la contienda. Primero porque no son de verdad independientes. Segundo, porque con histrionismos inconexos y ocurrencias bárbaras expresan escasa capacidad de convencimiento.
De Meade Kuribreña, ya lo escribí, está entrampado en el despeñadero en que lo ha colocado la realidad de su existencia: Peña Nieto, el PRI y su propia condición de burócrata dorado que no oye ni ve. El supuesto logro del debate para él, el asunto de los departamentos de AMLO, es un tema ya aclarado por el candidato opositor tras una publicación del Wall Street Journal en 2016, medio que tuvo que añadir al pie de página de la nota la pertinente corrección. Así que su postdebate sólo alcanzó para guerra sucia y acaso para perder con Anaya.
Desde antes del debate, mucha gente sugirió a López Obrador relajarse, divertirse, ofrecer amor y paz a todos sus contrincantes que lo atacarían al unísono (51 ataques en su contra reporta El Universal), ignorar algunas veces. Lo logró. Aunque a muchos no les haya gustado, él habló para sus simpatizantes, como se ha dicho. Yo agregué a esas sugerencias que incorporara de vez en cuando un toque de humor y, si posible, alguna acción contundente como la que dirigiera contra Peña Nieto en 2012. Lo logró con Meade, al decirle que le regalaba los departamentos si demostraba que eran suyos; fue un buen momento. No así con Anaya, a quien debió de recordarle su condición de mentiroso y defraudador, el menos (el elemento de la condición humana de los candidatos debiera de estar presente; y Anaya tendría mucho que explicar, no sólo a la justicia en su condición de presunto lavador).
El postdebate ha significado para el equipo de López Obrador desmentir a Anaya, aclarar a Meade, responder una y otra vez la cansina letanía del PRIAN en los diferentes medios. Resulta ya insoportable escuchar a Ochoa Reza, Zepeda, Nuño, Castañeda, Lozano, Vanessa Rubio, Mariana Benítez; son como un castigo para la inteligencia.
Para López Obrador el postdebate ha significado volver a su medio natural, a la gira, el mitin multitudinario, el discurso a campo abierto, la convicción frente a su público, la arenga y los vítores. Pero también a la calma de su condición de líder de las encuestas y del ánimo social, como se vio en su encuentro con los estudiantes del Tec de Monterrey.
Los infladores de Anaya esperan que las próximas encuestas muestren el aire inyectado a su perverso robot plástico. Lo cierto es que todo parece indicar que será todo un logro si alcanza a ubicarse en un claro segundo lugar dejando el tercero a Meade.
Aunque el sistema desea bajarlo, López Obrador continuará de líder en las encuestas y, lo más importante, en el ánimo social urgido de cambio. Hará bien en encontrar un balance entre el hombre de la plaza pública y la entrevista en corto, y el político que tiene que debatir contra cuatro contrincantes obsesionados con destruirlo. Ser capaz de mantener la calma pero a la vez mostrar la contundencia necesaria en el momento propicio. Si bien esto es un trabajo de equipo, a final de cuentas se trata de una tarea personal. Sí, relajado y con mucho amor y paz, pero cabrón cuando tenga que serlo contra los representantes del sistema, de la mafia del poder que él ha descrito y exhibido tan bien y para bien de los mexicanos.

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