Ciudad perdida
Morena, Sheinbaum y sus buenos oficios
Miguel Ángel Velázquez
N
adie con la cabeza bien puesta sobre los hombros puede decir que las cosas en Morena van bien. El más grave problema de la organización es que, infectada por el virus de las tribus, atiende más a su enfermedad que a responder, por ejemplo, la cadena de ataques desde la derecha que se dan en contra del Presidente de México y quie también es el fundador de su partido.
Da vergüenza ver a las dirigencias, que son las mismas que juraban lealtad eterna al partido del sol azteca –como el caso de los Batres o de Dolores Padierna–, tratando de arrancarse cachos de poder, posiciones hegemónicas dentro del partido, sin hacer caso de la derecha beligerante,que afortunadamente sólo es un grupo de gritones sin mayor trascendencia por más esfuerzos que se hagan desde las tribunas o lo micrófonos de alguna estación de radio.
Pero además, mientras las dirigencias siguen dándose duro, la militancia, en general, empieza a ignorar al partido. Morena ha dejado de importarles. El abanico de partidos registrados tampoco ofrecen nada importante a esos huérfanos de las organizaciones políticas. Desde la hipocresía del MC, hasta la perversidad del PAN, nada hay para quienes buscan actividad militante inclinada a la izquierda, y esto lo subrayamos porque no hay partidos que se ubiquen en el mapa político a la izquierda.
Morena no sirve de nada. Morena no ha sabido ir a la calle a reclamar contra quienes día con día buscan menoscabar la credibilidad y la fuerza de la Presidencia de la República; apenas y reaccionan con alguna declaración timorata cuando los medios presionan. Tampoco ha buscado formas para hacer que sus partidarios establezcan redes de ayuda y denuncia en los lugares donde la violencia está desatada. Total, Morena no es más que el pleito entre unos cuantos, las mayorías no existen.
Y para colmo, ahora nos aseguran que Claudia Sheinbaum fue enviada a tratar de apaciguar a los jefes y las jefas de las tribus morenistas, como si en la ciudad el asunto de Morena estuviera resuelto. Sólo hay que echarle un ojo al Congreso federal para darnos cuenta de la descomposición que sufre su partido.
Qué bueno que la jefa de Gobierno tenga la fuerza para poner orden en Morena, pero qué malo que no dedique sus esfuerzos para hacer que en el Congreso local Morena encuentre un líder y revierta el efecto de las malas mañas que practican los diputados del partido al que pretende poner en paz.
De pasadita
No parece cierto, pero en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento hay quien asegura que Juan José Serrano Mendoza, quien funge como secretario de la Contraloría General de la CDMX, era o es el abogado de los padres del Rébsamen que tantos dolores de cabeza le han causado a la jefa de Gobierno.
Hasta el momento, de eso no cabe duda, Serrano ha logrado hacer un buen trabajo, aunque los resultados de las denuncias, y denuncias hechas de palabra en contra de los desajustes del gobierno pasado, no han desembocado en el hallazgo de culpables.
Es decir, porque se ha dicho tanto y se han dado pruebas documentales de los estropicios causados y no hay resultados frente a la justicia. Hay algo que parece no funcionar en la contraloría o en la procuraduría, pero sin duda el asunto no va bien.
Aclarar el origen del contralor no estaría nada mal para la ciudadanía, que podría llenarse de malos pensamientos si la especie resulta cierta. El asunto no parece fácil, pero, desde luego, cuanto antes se debe aclarar, para tranquilidad de todos. Nada más.
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