miércoles, 5 de agosto de 2020

Frases para murales
L
a disputa por lograr las mejores frases para sentenciar al gobierno o a su Presidente, ha sido todo un acontecimiento difusivo. Pasan revista en la contienda los más insignes y notorios personajes de la opinocracia consagrada. A cual más trata de apresar, en unas cuantas letras, la violación al orden usual o al deber ser, ese que ya está esculpido. Trátese al hablar de lo que se colige como realidad imperante o sea el tinte de sentimientos obradoristas, las frases, condensadas y críticas, se suceden en cascada. Pero no olvidan los supuestos fracasos del cometido básico, la dudosa o de plano inexistente transformación propagada. Tampoco ningunean, sino reiteran frases para el recuerdo sobre la estrategia omisa y demás movimientos, señales y muestras de lo que ocurre. Todo ello, parecen decir con elocuencia sintética, supuestamente dignas de ponerlas en el muro de los notables. Y ahí han estado tratando de retacarle al lector, oyente o la audiencia cautiva, la genialidad de sus condenas y las predicciones terroríficas consiguientes.
Qué decir de doblegar la realidad a voluntad con el tesón de alguien resuelto a transformarla, sin duda, un condensado ejemplar. Asegurar que AMLO actuó en los linderos del acierto y el error no es un hallazgo sino, en efecto, el quehacer cotidiano de gobernar. Decir que se tiene tal tesón para la transformación prometida en nada disminuye el coraje con el que la empuja. Tampoco cuando se afirma que escribir fuera del renglón conduce a un galimatías, o forcejear con la circunstancia y someterla deriva en fracaso. Todas las anteriores no son descripciones de un fenómeno de gobierno que, en verdad, ensaya lo prometido al electorado que lo llevó al triunfo. Pero no deja de notarse, con cierta ironía, la terquedad de un grupo escogido de paladines del análisis político que incide, repetidamente, en sus reducidas audiencias. Al tiempo que clama por el decline de AMLO en preferencias encuestadas sin atender a su propia vacunación.
De similar manera puede decirse que, estos mismos personajes, cojean en sus pretensiones de orientar al conjunto de la sociedad o, al menos, a esa fracción que acostumbra sintonizarse con sus medios difusivos. Oírlos concluir que la superación de la situación actual será muy desigual es, cuando menos, lugar común. Es precisamente ahí donde el cambio incide para evitar, en lo posible, castigar a los de siempre. No se trata de apoyar, con los escasos recursos presupuestales con que se cuenta, a las empresas medianas o grandes como propuestos canales de distribución, siempre cortos en esas tareas. O recurrir a la onerosa deuda para programas de rescate tradicionales y que se hacen en todo el mundo como prueba de certezas probadas. Oírlos predicar, basados en proyecciones recientes, pero dadas por ciertas y tangibles por estos personajes, que los pobres y la pobreza se incrementará en 10 millones de excluidos. Cuando es, precisamente esto lo que se trata de evitar o, al menos, contener a cifras menores por la estrategia del gobierno. Otra severa sentencia: La recuperación será lenta, más que la del resto del mundo dada la pasividad del gobierno, una pasividad que muy pocos pueden corroborar a no ser respecto de lo que siempre se propone: hacer lo recetado por las fórmulas neoliberales conocidas, por demás ultraconcentradoras. Otro genial aserto verbal: Del crecimiento mediocre al decrecimiento negligente nada qué lamentar salvo la tontería de no reconocer la tendencia, ya impresa desde hace años al estancamiento. La lucha actual es por dinamizar la atención a la base de la pirámide confiando que será más efectiva que lo usado y ya fracasado.
Canalizar los pocos recursos presupuestales al alivio de los excluidos es, machaconamente contrariado por insignes analistas como una táctica electorera clientelar. A lo mejor sí es verídico que son incapaces de mirar un poco más lejos de sus usuales certezas. Repetir esos formidables hallazgos hasta el cansancio no los hace ciertos y, memos aún, predicables como críticas certeras. No se puede dejar de citar una formulación de supuestos alcances míticos: A mayor control, mayor el deterioro. Esto para cimentar otra prédica continua que acusa a AMLO de tratar de recrear la vieja presidencia. En poco tiempo y con esas frases para la historia, será imposible encontrar otro ángulo, otro dislate, otra propuesta o acción gubernamental capaz de llevar al país a esa temible barranca ya en exceso cavada con frases violentas. Lo cierto es que, en medio de este trasegar por aliviar los estragos de una pandemia, se trate, por vericuetos laterales (renuncia de López-Gatell) de predicar culpas varias a la mala gestión gubernamental. Por último, es cuando menos extraño el manejo omiso que hace la fiscalía de la onerosa compra de Fertinal por Pemex. Asunto quizá más grave que todo lo demás que se le acusa a Lozoya.

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