El domingo pasado varios amigos sostuvimos un encuentro con mineros de Coahuila, deudos o compañeros de trabajadores que han perdido la vida en las minas de carbón. Los asesora el padre jesuita Carlos Rodríguez (Cereal). Nos reunimos en el contexto de la solidaridad de los mineros con Morena. Nos expresaron la raíz de su movimiento: la tragedia de Pasta de Conchos y la forma inhumana en que han sido tratados por empresarios y autoridades, y cómo de un suceso tan doloroso han podido sacar energía para orientar su vida y su lucha. Emplearon un lenguaje directo, sencillo y con gran puntería política.
Al salir, uno de nuestros amigos me dijo: siempre he creído que la elite mexicana es ciega y egoísta, y que el pueblo se somete por ignorante y acomplejado; pero me doy cuenta cada vez más que he sido un imbécil en creer que las cosas siguen igual. La gente está cada vez más avispada, sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. El factor que conmovió a mi amigo fue el surgimiento de la conciencia popular y la voluntad de organizarse, resistir y vencer. Ésta ha sido nuestra experiencia continua en el trabajo de los comités de Morena.
Mientras en Morena confiamos en la respuesta popular y en su capacidad para movilizarse, promover el voto y defender las urnas, los pocos analistas que están de nuestro lado aconsejan fortalecer la percepción que las masas tienen del candidato para lograr el triunfo electoral. Opinan que hay que aprovechar los puntos fuertes de su imagen, reducir sus negativos, emplearse a fondo en los espacios mediáticos, seguir haciendo un esfuerzo sistemático para acercarse a los empresarios y a las clases medias. Mejorar su capacidad de resistencia y comunicación. Sus comentarios se centran en el candidato y en su imagen; lo que pueden representar para la masa electoral, acostumbrada al impacto mediático.
Ambas propuestas son válidas y deben combinarse: la fuerza de Morena, más por su organización y por su capacidad de contagio, está en que opera en la base misma de la sociedad; en el trabajo casa por casa, en el esfuerzo a veces heroico de ganar voluntades y articularlas; en generar en el pueblo la conciencia de su poder. A la vez, es necesario que el candidato resista las provocaciones, mantenga un equilibrio en sus propuestas y sus actitudes; realice con éxito una nueva campaña distinta, que sirva más bien para aquilatar la fuerza de su ejército electoral. En fin, proyectar la imagen de un líder fuerte, limpio y astuto que sabe jugar a la política con pasión y sangre fría.
Así se podrá llevar a la victoria a AMLO y a su organización.
No hay comentarios:
Publicar un comentario