martes, 29 de agosto de 2017

Nicolás Maduro: un hombre

@fernandeznoronamar 29 ago 2017 08:33
 
  
 
Al convocar al pueblo venezolano a elegir una Asamblea Nacional Constituyente, el presidente Maduro puso en manos del pueblo la conducción del proceso.
Al convocar al pueblo venezolano a elegir una Asamblea Nacional Constituyente, el presidente Maduro puso en manos del pueblo la conducción del proceso.
Foto propiedad de: Internet

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El gran escritor africano, considerado padre de la literatura de ese continente, Chinua Achebe, nos comparte en sus libros de la "Trilogía africana", que en las sociedades de aquellas tierras, consideradas bárbaramente por los occidentales como salvajes, ser un hombre, era considerado un título. Es decir, el simple hecho de pertenecer al género masculino, no te hacía ser un hombre. Para alcanzar esa dignidad, se requería que mostraras la cualidad necesaria para serlo. Lejos estaba esa dignidad de ser validada por el machismo o por el simple valor, era algo mucho más completo y sólido. Constituía el primer y fundamental reconocimiento, sin éste, no podían alcanzarse otros títulos.
Por su parte, el escritor francés Philippe Claudel, en su libro "Almas grises", cuenta la historia de un militar, terrible, cuyo nombre no recuerdo, que era brutal y atrabiliario a más no poder. En algún momento del relato, comenta mediante otro personaje que dicho militar pudo llegar a general y que sin embargo, se la había jugado en el caso Dreyfus, en favor de
este último -de origen judío, acusado de ser espía alemán en el marco de la Primera Guerra Mundial- acusación absolutamente falsa. El haber apoyado a Dreyfus le había costado al militar citado la posibilidad de alcanzar el rango de general. Claudel, en la boca de uno de sus personajes, decía que aquel militar: "Al menos en un momento de su vida, fue un hombre. ¿Quién podría presumir de tanto?".
Fortísima reflexión y sin embargo tan cierta, pues hay seres humanos que a lo largo de toda su vida, ni en un sólo momento de ella, alcanzan la dignidad de ser un hombre o una mujer. Por su parte, Oriana Fallacci, en su libro Entrevista con la historia, narra que Alejandro Panagulis, rechazando considerarse un héroe después de una larga reclusión en prisión de cinco años, sujeto a torturas y a maltratos bestiales en la Grecia de Papadopulos, le comentaba el poema "Si", de Kipling, para compartir su definición de lo que significa ser un hombre y cuando le pregunta su parecer al respecto, ella contesta: "¿Qué es un hombre? Un hombre eres tú", Y esa respuesta tan bella será el inicio de un profundo y trágico amor entre ambos. Historia contada y escrita con tinta sangre por Fallacci en su libro "Un hombre", que inicia con el sepelio de Panagulis, después de ser asesinado por un gobierno democrático en Grecia, cuando se desempeñaba como diputado opositor. 
Todo lo anterior para decir simplemente que la categoría de ser un hombre no la alcanza cualquiera. Sostengo que Nicolás Maduro Moros es un hombre.
¿Cómo te atreves a calificar de un hombre a ese dictador? Repetirán producto de la campaña mediática de linchamiento contra la revolución bolivariana venezolana, voces sin el mayor conocimiento de lo que sucede en Venezuela, así que permítaseme explicarlo.
Fui invitado a una reunión convocada con suma premura, para preparar una jornada mundial de diálogo por la paz, la soberanía y la democracia bolivariana para el próximo 16 y 17 de septiembre. Seré firmante de la convocatoria que en breve se dará a conocer para la realización de esta jornada mundial titulada: "Todos somos Venezuela. Diálogo por la paz, la soberanía y la democracia bolivariana". Tengo el privilegio de ser el único mexicano entre una veintena de hombres y mujeres de diversas partes del mundo, que sobresalen en su actividad política y en su respaldo a la revolución bolivariana.
Debo reconocer que fui tratado con una consideración y un respeto que me han sorprendido. He visitado una decena de veces Venezuela y en esta última oportunidad fui tratado con muchísima consideración y gentileza. Sin embargo, ello no influye en lo que les compartiré.
Participé en una reunión en el hermoso edificio de la Cancillería conocido como la "Casa Amarilla" en pleno corazón de Caracas, en la plaza Bolívar. Ahí se discutió la jornada mundial del 16 y 17 de septiembre y parte de la metodología de la reunión que se celebrará en Caracas, así como el documento en que se convoca a la misma.
Por la noche, tuve el privilegio de asistir a una reunión encabezada por el presidente Nicolás Maduro. Cálido y de buen humor, hizo una exposición de lo que ha vivido Venezuela a partir de que el entonces presidente Obama, firmara una orden ejecutiva que incluía a Venezuela en los países considerados como un peligro para la seguridad de los Estados Unidos. A partir de ese momento, la hermana República Bolivariana de Venezuela ha sufrido un acoso cada vez mayor. 
Fue sumida en una violencia fascista bestial, que llevó a quemar vivos a 29 personas por chavistas o por parecerlo, y que generó más de un centenar de muertes. Violencia combinada con intentos golpistas, con un acoso económico salvaje y con una campaña mundial sin precedente, que ha buscado presentar al presidente Maduro como un dictador, a su gobierno como represor y violador de derechos humanos, a su régimen como antidemocrático y a la derecha del mundo encabezada por Donald Trump, como salvadores del pueblo venezolano.
La campaña de linchamiento se ha sostenido en mentiras burdísimas. Se ha borrado de la memoria de la gente que el presidente Maduro fue elegido democráticamente a principios de 2013. Se ha sepultado la información de que en 2015  hubo elecciones intermedias que la derecha ganó por cerca de dos tercios, alcanzando casi, la mayoría calificada del congreso venezolano que es unicameral, la Asamblea Nacional. Se ha dejado atrás que durante 2016, la oposición venezolana buscó impulsar el referéndum revocatorio, instrumento democrático con que se puede destituir a un presidente en Venezuela y que, finalmente, la oposición de derecha decidió renunciar a esta herramienta democrática. Que durante todo el 2017, la oposición venezolana instrumentó acciones violentas y terroristas, intentando deponer de manera ilegal e ilegítima, a un régimen legal y legítimamente constituido. Que la oposición venezolana, con un pobre sustento popular dentro de su país y con una poderosísima campaña de medios a nivel mundial, buscó generar una guerra civil o un golpe de estado en Venezuela. Que sus intentos pusieron en una severa crisis política y económica a la República Bolivariana de Venezuela, pero que la salida democrática decidida por su líder, Nicolás Maduro, los derrotó políticamente.
Al convocar al pueblo venezolano a elegir una Asamblea Nacional Constituyente, el presidente Maduro puso en manos del pueblo la conducción del proceso. Más de 8 millones de venezolanos salieron a votar por la paz y por la profundización de su revolución y se calcula que cerca de 2 millones no pudieron hacerlo, debido a las condiciones de violencia y de terror sembrados por un sector fascista de la oposición venezolana.
Los gobiernos de países como México y Colombia, declararon que desconocían la elección de la Asamblea Nacional Constituyente la noche misma de su elección. Un despropósito si se considera que es una decisión soberana y que está sustentada en la Constitución Política de la República Bolivariana de Venezuela. Estados Unidos amenazó con tomar medidas que ya estaba instrumentando -y que ahora ha formalizado en el marco económico- si la conformación de la ANC seguía adelante. Los medios de comunicación mundiales difundieron que la Asamblea buscaba disolver al congreso venezolano y perpetuar a Maduro en el poder. Ni la Asamblea Nacional Constituyente  ha disuelto ni disolverá al congreso venezolano, ni el presidente Maduro necesita modificación alguna en la constitución de su país,  pues ésta prevé desde siempre la reelección indefinida en los cargos públicos. Los medios internacionales han mantenido un silencio absoluto respecto a que en octubre próximo, se llevarán a cabo elecciones en los 24 estados que integran la República Bolivariana de Venezuela y que, el año próximo, se celebrarán elecciones presidenciales. Es decir, las "noticias" sobre Venezuela se sustentan las más de las veces en mentiras absolutas.
En fin, que el presidente Maduro nos compartió en esa plática del sábado por la noche (26 de agosto de 2017) estas reflexiones y muchas otras sobre las dificultades económicas y políticas que el país enfrenta y seguirá enfrentando. De paso nos recordó que el comandante Hugo Chávez si bien tuvo que superar dificultades enormes, como el golpe de estado y el paro petrolero, contó con el respaldo político de liderazgos -varios por él impulsados- de Kirchner, Lula, Fidel Castro y Evo Morales, todos ellos hoy fallecidos, a excepción del presidente Morales.
En la parte económica, nos recordaba que la revolución bolivariana contó con ingresos muy importantes, producto de los precios del barril del petróleo que llegaron a superar los cien dólares por barril, sin duda en buena medida, producto del genio político del comandante Chávez, pero que en el marco actual parece poco factible repetir dicha hazaña.
Nos contaba, no falto de buen humor, que con la caída de los precios petroleros, ahora nadie quiere comprarles bonos sobre la producción petrolera que antes les arrebataban y que nadie quiere prestarles ni un dólar, ante la evidencia de que éstos difícilmente se recuperarán hasta el grado de superar el valor de cincuenta dólares por barril en los tiempos por venir, lo cual, sumado al bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, pone en enormes dificultades a la hermana República Bolivariana de Venezuela.
En esa reunión, que no exagero al calificar de histórica, percibí a un hombre de buen humor, optimista y consciente de los enormes peligros que enfrenta su patria y su presidencia. Baste señalar, que Maduro no considera imposible el que hubiese una intervención militar directa de los Estados Unidos en Venezuela y dentro de las muchas respuestas que preparan, trabajan para enfrentar este brutal escenario, posible, pero inaceptable en pleno siglo XXI.
Maduro se muestra optimista pues confía en su pueblo y en él se respalda. Nicolás Maduro prueba ser un hombre, al estar dispuesto a poner en riesgo su vida para defender la revolución bolivariana. La vida es lo más valioso que un ser humano tiene y lo más grande que se puede ofrendar en defensa de sus ideales, de sus sueños y de su pueblo.
Reconoce que la revolución ha cometido yerros y que sin duda, no se está exento de cometerlos, no hay empresa humana que se salve de ello, pero mantiene una profunda convicción en la fuerza y en la conciencia del pueblo venezolano y demuestra una nula preocupación por lo que los medios digan de su persona. Sólo le preocupa estar a la altura del liderazgo que su pueblo y la revolución bolivariana requieren. 
La reunión alienta a la lucha y a la firmeza, porque cuando un liderazgo es serio y consistente, el pueblo se siente convocado con el ejemplo. El propio liderazgo a su vez, ha sido enriquecido por las conductas heroicas que el pueblo de Venezuela demostró durante toda esta ofensiva violenta y durante la jornada de elección de la Asamblea Nacional Constituyente,
En Venezuela hay partidos políticos, fuerzas políticas y sociales, medios privados de radio y televisión que duplican los espacios públicos y que se han incrementado al doble durante la revolución bolivariana. Las redes sociales funcionan con absoluta libertad; el pueblo se manifiesta y discute sin ninguna cortapisa.
El gobierno de Estados Unidos puede hacer la propaganda que quiera y podrá seguir calificando de dictadura al gobierno venezolano, pero no hay cosa más terca que la realidad, y en Venezuela consiste en que hay una amplia mayoría del pueblo que respalda a la revolución bolivariana, respalda la paz y defiende su derecho a construir su propio camino.
Vivimos el mundo al revés: los promotores del pensamiento único, de la política económica neoliberal, consideran dictadura al lugar donde la libertad se expresa y donde el pueblo decide su destino. Dicen que van a salvar al pueblo venezolano ahogando la economía venezolana y generándole mayores niveles de sufrimiento. Sostienen ser promotores de la libertad y aprestan sus ejércitos imperiales para saquear las riquezas naturales de la hermana República Bolivariana de Venezuela y para sumir a su pueblo en la misma miseria, que por ejemplo en México, imponen los lacayos de esos supuestos salvadores.
Pero el gobierno y el pueblo de Venezuela están decididos a luchar. Y cuando un pueblo decide defender su libertad, no hay poder militar que pueda cambiar esa situación. En México, durante el siglo XIX, el ejército francés impuso por su fuerza militar, durante más de dos años y medio, a un imperio encabezado por un extranjero, un Habsburgo: Maximiliano. El presidente Benito Juárez García, sin ejército -pues éste fue derrotado absolutamente- pero con el pueblo transformado en guerrillas, mantuvo una resistencia tenaz hasta lograr lo que parecía imposible: la restauración de la República. Así es que no estoy hablando con retórica, sino con conocimiento de la historia. Nuestro pueblo nunca se dejó sojuzgar y recuperó su libertad, su independencia y su soberanía. Hoy, en pleno siglo XXI, en México tendremos que volver a lograr esa gesta realizada por quienes nos antecedieron en aquellos años gloriosos de la Reforma.
Finalizó comentando que, defender a la República Bolivariana de Venezuela es defendernos a nosotros mismos. Si nosotros toleramos en pleno siglo XXI una intervención económica y militar majadera y bestial, como la que Estados Unidos realiza sobre Venezuela, validamos que mañana puedan intervenir sobre México o sobre cualquier lugar del mundo y eso no se debe tolerar nunca más.
Los invito a impulsar en nuestra patria, las jornadas del 16 y 17 de septiembre: "Todos somos Venezuela". 

P.D. A quienes tienen interés por entender lo que pasa en Venezuela desde México, simplemente debería llamarles a la reflexión el hecho de coincidir en posiciones políticas con gente tan falsa y deleznable como Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray, Vicente Fox Quesada, Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa y Margarita Zavala, quiénes son desea nuestro país, los voceros del linchamiento público contra la hermana República Bolivariana de Venezuela.

"El pueblo tiene derecho a vivir y a ser feliz".

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