miércoles, 1 de agosto de 2018

Entre Germán Martínez y Manuel Bartlett: ¿Apoyar o criticar a López Obrador ?

@NietzscheAristomié 01 ago 2018 11:14
 
  
 
Se trata de la segunda de la misma película
Se trata de la segunda de la misma película
Foto propiedad de: Internet

PUBLICIDAD
Pasada la elección del primero de julio, se ha desatado una ola de críticas y ataques ante cada movimiento que amaga o da el ganador de la misma. Por sus propuestas, por sus palabras, por sus nombramientos.
En realidad, se trata de la segunda parte de la misma película de los promotores, actores y difusores de la guerra sucia previa a la elección. ¿Quiénes son? Nadie más que las mismas hordas de los cuarteles virtuales del PRIAND: combinación de bots auténticos, panistas, priistas y perredistas; intereses parasitarios, pues. Pero hay peores, los incautos que de manera gratuita odian al triunfador del primero de julio, a su partido, sus simpatizantes y simples votantes. ¿Y hay “los meros, meros”, los que tienen intereses de pesos afectados con las decisiones?
La horda guardó silencio repentino a causa del impacto brutal que le infirió el triunfo abrumador de López Obrador y su movimiento en todo el país. Pero el mutismo duró muy poco. En cuanto se inició el trabajo arduo del presidente electo, la horda cayó encima reclamando, cuestionando, demandando, juzgando de manera anticipada sin que jamás haya hecho lo mismo con el gobierno aún vigente y los pasados, y lo más absurdo, sin importar que el nuevo gobierno empieza a partir del primero de diciembre próximo. Y de allí se ha desprendido que la prensa especialista en confundir haya querido mezclar la actividad profusa de los odiadores con un supuesto y temprano fin de la “luna de miel” entre la sociedad y el que será su nuevo gobierno.
Suponiendo que por un momento abandonáramos los sentidos de manera ingenua ante el murmullo, el molesto zumbido de esa horda, ¿qué tendría que hacerse como militantes de Morena (los que lo sean) simpatizantes y votantes del proyecto encabezado por López Obrador? ¿Qué hacer como opinadores de los medios de comunicación que han tomado la decisión crítica de apoyar un proyecto para el país? Antes que nada, no dejarse sorprender, tener lo más clara posible la información y, justamente, ejercer una mirada crítica no sólo ante el futuro gobierno, también ante sus críticos bien o mal intencionados.
Pongamos como ejemplo dos casos que han generado polémica. Los nombramientos de Germán Martínez y de Manuel Bartlett Díaz.
A. Mucho se criticó a López Obrador por ofrecer al político ex panista una senaduría de la república. Peor vieron los críticos el que le haya colocado como director general del IMSS. Y sí, hay elementos en el pasado político de Martínez que orillarían a pensar en lo erróneo o injusto de “premiarlo” tanto, como se dijo. Ideólogo derechista, fue un férreo adversario, calumniador incluso del político opositor (que no se había titulado en la universidad), promotor y ratificador del fraude de 2006. Pero su trayectoria tuvo una cesura al romper con el PAN en 2009 hasta llegar, con el paso del tiempo, a una conciliación con su adversario, de quien acabaría haciendo, durante la campaña electoral, una articulada y estupenda defensa y una apología aun mayor que la realizada por muchos de los políticos considerados de izquierda. Se ganó la simpatía de sus antiguos detractores justificando así dos cosas: 1. Que la victoria de López Obrador fue de inicio posible por las múltiples alianzas políticas. 2. Que más que los hombres, lo importante a fin de cuentas es el proyecto encabezado por el candidato opositor y a ese tendrán que responder una vez que entren en funciones.
B. La crítica al nombramiento de Bartlett Díaz como director general de la CFE tiene al menos tres aspectos claros. 1. Intención de dañar a López Obrador. 2. Desconocimiento o desdén por los detalles del historial político del objeto de la crítica. 3. Afectación de los intereses involucrados en la Comisión.
El punto uno es la continuación de la burda guerra de estiércol; no vale la pena dedicarle más tiempo por ahora. El dos plantea asimismo una cesura y antes bien una ruptura aún más abrupta en el historial de Bartlett que la habida en el de Martínez. Se refiere al momento específico donde se cruzan los 15 años después del fraude electoral de 1988, del cual se ha responsabilizado mayormente al que será encargado de la CFE, y los 15 años antes de la presente polémica, 2003. Año en que las distintas voluntades nacionalistas convergieron y se opusieron a las políticas privatizadoras del sector energético por parte de Fox Quezada. Cárdenas y Bartlett encabezaron el movimiento opositor. Una nota de Andrea Becerril, reportera de La Jornada, del 8 de noviembre de 2003 registra el histórico momento (el principal afectado del fraude dijo entonces codo a codo con Bartlett: “Cuando se trata del interés de la nación y los mexicanos, podrán vernos juntos a quienes militamos en diferentes fuerzas políticas, quiénes hemos estado confrontados en el pasado y quienes tenemos un claro compromiso por defender los intereses del país”). En 2018 no hay novedad, se nombra a Bartlett en una posición ganada a pulso, por su conocimiento del tema, por su persistente crítica y oposición a las políticas privatizadores tanto de PEMEX como de la CFE. Los testimonios abundan desde 2003 tanto en la prensa como en las intervenciones del político en el Senado. Por otro lado, es evidente la empatía y la compatibilidad de visiones entre Bartlett y López asimismo desde 2003. Misma que se ratificaría cuando el primero llamó a votar por el segundo en 2006, en la alianza de 2012 y en la fundación de Morena en 2014. ¿Los segundos tres lustros borrarán la impresión de los primeros? Será cuestión de tiempo, de involucrar a más personajes del hecho histórico que hoy los críticos de la decisión de AMLO reconocen al fin como el fraude de 1988, a De la Madrid, a Salinas, a Fernández de Cevallos, a Calderón Hinojosa, etcétera. Bartlett quiere limpiar su historial y ha sacado recién un libro para explicar 1988. Un artículo de Raúl Trejo Delarbre publicado el 17 de noviembre de 2003 en La Crónica, se titula “El triunfo de Bartlett”. El autor habla no sólo del frente contra la privatización de las industrias eléctrica y petrolera relatado por Becerril en la nota citada, también refiere la amistad y la trayectoria paralela de Cárdenas y Bartlett antes de 1988. Y pareciera que estamos ante un segundo triunfo del político cuando hoy, a sus 82 años, es el gran tema de las redes sociales y los medios tradicionales. El tercer punto ha sido señalado por el propio objeto de la polémica y algunos analistas. Su nombramiento es un “mensaje” claro en contra de lo que se ha convertido la CFE y sus beneficiarios: un gran negocio en perjuicio de los mexicanos. López Obrador quiere rescatar la Comisión, Bartlett es su mejor instrumento para ello.
Durante el largo proceso de López Obrador hacia la presidencia de la república y desde mi posición de colaborador de SDPnoticias, siempre me ha gustado recordar, sin decirlo hasta ahora, un artículo de Octavio Rodríguez Araujo, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, publicado hace ya varios años en La Jornada, donde hablaba de quien había sido su alumno (cito de memoria): “En muchas cosas no estoy de acuerdo con López Obrador y muchas otras tiene de criticable, pero no seré yo quien en este momento contribuya a la guerra sucia que enfrenta todos los días. Cuando llegue a la presidencia entonces sí, será otra historia”.
No obstante que he sido crítico de López Obrador en temas como su religiosidad expresada de manera pública (debe de reservarla a la intimidad), su enfrentamiento con ciertos periodistas en las redes, la alianza con los Chuchos de mal recuerdo, ciertas condiciones en su estilo, etcétera, he compartido básicamente el planteamiento de Rodríguez Araujo. Y ahora considero que hay que extender el apoyo crítico al periodo de transición y a los inicios de su gobierno, y que vaya en consonancia y consecuencia con los aciertos y/o errores de su desempeño.
Y tiene que ser así porque las hordas empeñadas en desbarrancar a quien aún no es gobierno (sin reclamar, demandar, juzgar a quien hoy lo es y a quien ya lo fue; que hoy reconoce fraude en 1988 porque así conviene a su malhadada intencionalidad pero que no lo hace así –no todavía- con el de 2006), están en realidad atentando contra el voto abrumador por un proyecto de cambio. Sin dejar de estar informados y ser críticos, no hay que contribuir a que la horda logre sus objetivos. La victoria del pasado primero de julio no sólo fue por un cambio de gobierno, no fue otorgada por mero hartazgo como muchos quieren hacer ver, no: fue también por una esperanza de cambio en beneficio de la paz, la tranquilidad y una mejor vida de los mexicanos.

No hay comentarios: