Ciudad perdida
Las calificadoras que descalifican
Miguel Ángel Velázquez
H
oy más que en ningún otro momento de la política exterior de nuestro país debería entenderse a profundidad el por qué de la
no intervenciónque esgrime con atingencia el gobierno actual y que es otro de los valores que trató de sepultar el neoliberalismo.
Cuando vemos que las agencias financieras del mundo se lanzan contra nuestro país, que trata de corregir los errores que esas agencias, cuando menos solaparon, caemos en la cuenta de que las firmas autodenominadas calificadoras pretenden ser las que gobiernen al mundo.
No es importante, de ninguna manera, lo que se diga desde aquí acerca de esas empresas para ellas mismas, pero para nosotros, los que nos hartamos de la corrupción, los que no podemos estar de acuerdo con el robo sistemático al que se sometió a México con la complicidad, ahora nos queda claro, de las calificadoras, deberíamos pedir, tal vez a los gobiernos, que califiquen el grado del daño, de la nocividad que imponen a la población las opiniones de esos consorcios.
Y es que, como hemos visto, no se trata de opiniones desinteresadas; se trata, eso sí, de mantener regímenes sometidos al dictado y capricho de las calificadoras, y si desde los despachos de esas firmas se nos tiene que decir para dónde hay que ir, olvidémonos de la democracia simulada que entonces significarían las elecciones, y estar atentos y prestos a cumplir los mandatos de Wall Street.
Sí, las calificadoras son la punta de lanza de otras empresas que dominan el mercado y, tal vez, al mundo. Sus dictados obedecen a las líneas de seguridad financiera que imponen las grandes trasnacionales y que, apoyadas en opiniones descastadas, han moldeado una opinión pública que reniega de su soberanía como país.
Así pues, cuando se rompen los paradigmas hegemónicos, las calificadoras se lanzan a menoscabar la legitimad de un gobierno, es decir, a tratar de enfrentar a gobernados contra gobernantes en maniobras falaces de libertades siempre condicionadas a sus objetivos de dominación.
Por eso, cuando México decide respetar la soberanía de los pueblos y pone de manifiesto la
no intervención, como sucede en el caso de Venezuela, también se arriesga a sufrir los embates de las firmas poderosas que no toleran desobediencias en los países que dominan o que suponen que dominan.
La descalificación de Pemex, en proceso de saneamiento, no podría ser la razón del descrédito que se le ha aplicado, a menos que, como dijimos, las calificadoras se hubieran convertido en cómplices del robo a que se sometió a la compañía petrolera. Por eso aquello del castigo por no ir a la condena en contra de Venezuela parece un argumento un tanto más creíble, ¿o no?
De pasadita
Hay que tener cuidado con la gente que sin experiencia en los quehaceres de la administración pública local hoy se enfrentan a responsabilidades de mayor calado. Lo decimos porque en la Secretaría de Salud ya se empiezan a recibir quejas del comportamiento del personal contratado. Un ejemplo es el del subdirector de Recursos Materiales, Carlos Alberto San Juan, quien simplemente no encaja en un proyecto de ciudad como el que proyecta Claudia Sheinbaum.
Y ya que hablamos de los asuntos del sector salud hay que echarle un ojo a los reclamos que la ex diputada Nora Arias levanta en contra de la desaparición del programa El médico en tu casa, que, según lo que ella expresa, es de vital importancia para la gente más necesitada de la Ciudad de México. ¡Aguas!
De refilón: Hoy termina el programa de Joaquín López-Dóriga en Televisa.
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