miércoles, 12 de junio de 2019

España, más de izquierdas que de derechas

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Se acabó la demoscopia. Tiempo de analizar los votos. La lectura del resultado electoral en España tiene muchas aristas:
1. Estaba dicho, pero ahora es definitivo: se acabó el bipartidismo. Pasamos de 2 a 5 partidos con dimensión estatal. Los dos grandes partidos, PSOE y PP, suman ahora el 46% de los votos (53,7% del Congreso), mientras que en 2008 tenían el 85,25% (92,3%).
2. Muere el bipartidismo, pero no acaba el clivaje ideológico derecha/izquierda. Sin contar los partidos regionales y nacionalistas, la suma de las tres derechas, PP, Ciudadanos y Vox, (42,8%) no supera lo que acumula el progresismo, PSOE y Unidas Podemos (42,99), ni en votos ni diputados.
3. El PSOE vuelve a ser la primera fuerza política e insufla aire a una socialdemocracia muy golpeada en Europa. Casi duplica al segundo partido en escaños. Crece mucho, tanto en votos (6%) como en diputados. Sacó rédito a la censura y a los meses de gobierno; destacó su lado más progresista y eso siempre es valorado por su potencial electorado. Quienes vaticinaron su pasokización desestimaron la fortaleza de la estructura territorial del PSOE en España, su capacidad de resucitar y el sistema de reparto. Lo normal es que Pedro Sánchez sea el próximo presidente.
4. Batacazo del PP, que compromete su futuro como partido alfa de la derecha. A poco más de 200.000 votos de Ciudadanos, con ningún escaño en Euskadi y sólo 1 en Cataluña, su propia continuidad está comprometida. Obtiene la mitad del porcentaje de votos del 2016: pasa de tener 33% en la anterior cita electoral (año 2016) al actual 16,6%. Pierde 3.600.000 votos. Una hemorragia que parece imparable si no se da un gran viraje en su estrategia. Se equivocaron en pretender arrebatarle a la ultraderecha su discurso. Y, en elecciones, es mejor no olvidar que “siempre se elige el original y no la copia”.
5. El discurso duro programático de derechas “sin complejos” fue representado por Vox, y le arrebató dos millones y medio de votos (10%) al PP. Irrumpe en el parlamento con 24 escaños. Y son lo que son: los restos del franquismo sociológico que todavía perduran en la sociedad española. Aún es prematuro saber cuál será su futuro. Lo que es cierto es que la ultraderecha ya está presente en las instituciones, con gran fuerza, con voz y voto, aunque que tampoco debemos sobrevalorarlo.
6. Ciudadanos sale bien parado de esta cita electoral, como tercera fuerza en votos (15,85%) y escaños, muy cerca del segundo (PP). Se sitúan con éxito como una derecha-liberal más moderna, y claramente muy españolista. Con su crecimiento, cada día está más próximo a disputar la hegemonía de la derecha.
7. Podemos aguanta. Se deja algo más de 320.000 votos y algunos escaños de lo que logró en 2016. Sufre una fuerte penalización de la ley electoral en la España vaciada. En el juego de las expectativas sale mejor parado de lo que le pronosticaban, y esta vez puede ser que con “menos sea más”, porque es la fuerza clave para conformar Gobierno.
6. La plurinacionalidad es una realidad que no se puede obviar. Las fuerzas nacionalistas, catalanas y vascas, salen muy reforzadas electoralmente. Si contamos las fuerzas con arraigo autonomista que serán clave para conformar Gobierno estaríamos ante la cuarta fuerza en el Congreso, con 48 diputados. En este terreno, dos claves de interpretación que marcarán el futuro: 1) Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) vence en la disputa por la hegemonía del independentismo a la derecha independentista de Puigdemont; 2) paradójicamente, en el escenario de mayor fuerza histórica del independentismo en el Congreso, el PSOE podría gobernar con la izquierda sin el independentismo catalán.
Todo parece indicar que asoma algo de estabilidad a la política española. Será difícil, incluso para el poderoso establishment político-mediático español, evitar un Gobierno a la portuguesa, con un PSOE que tendrá que contar con Unidas Podemos y alianzas puntuales con fuerzas autonomistas. Para los primeros, lo ideal sería un apoyo parlamentario estable; para los segundos, entrar en el Gobierno. Se abre un ciclo largo de negociación en el que el PSOE cuenta con la mejor mano de cartas, pero en política, como en el póker, eso no siempre es suficiente.

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