jueves, 28 de febrero de 2019

Ciudad perdida
Fin a la inseguridad, reto mayor
R
etomar el camino de la izquierda, que permaneció, a veces, sólo como relleno de discursos durante los seis años pasados, ha resultado más difícil de lo que se suponía. El abandono y la complicidad echaron raíces en un terreno despojado de formas políticas claras y propicio para la corrupción.
La ciudad se convirtió en el enorme escaparate desde donde se construía la modernidad sobre niveles casi inverosímiles de abandono. Se edificaron torres de lujo y en muchas colonias del sur y el suroriente, por ejemplo, se olvidaron de pavimentar las calles, de darles luz y de acercar la ley –nunca la justicia–, y excluyeron a muchas calles de Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta, sin dejar de contar Gustavo A. Madero en el extremo opuesto, de la ola de modernidad que se suponía empapaba a la capital del país.
Hoy esas colonias están convertidas en costras impenetrables donde la justicia se hace a partir de un grito incriminatorio, de una acusación de odio, con la complicidad impertérrita de las dependencias policiacas que sabían que nada caería en la mano estirada, y por ello prefirieron dejar descansar la macana ante la falta de estímulos.
Por el combate a la inseguridad se habrá de mostrar el cambio. Ninguna acción de gobierno, por buena que resulte, tendrá el efecto que produce saber que se puede caminar al anochecer por cualquier calle sin el temor de ser asaltado, que se puede salir de casa sin acudir al acertijo del regreso a salvo, en fin, que se sienta que existe un poder que vigila y protege a quienes deambulan por la ciudad a cualquier hora del día.
Hoy la policía no puede ingresar a muchas colonias de la ciudad. La gente ha creado algunos sistemas de seguridad sólo para ellos y lo mismo arman rondines nocturnos que forman equipos de vigilancia para el ingreso y la salida de los niños en las escuelas, y también están listos a atacar cualquier indicio que les signifique peligro, y parecen no necesitar a las agencias de seguridad de la ciudad.
Nadie puede reclamar legalidad donde la ley no existe, y eso pasa en las demarcaciones de las que hemos hablado. La gente vive y muere en las inmensas islas de inseguridad que se han edificado en los hoyos de ausencia de justicia que han propiciado niveles a los que nos habíamos desacostumbrado.
Ya no es posible seguir administrando los enormes problemas que dejó el gobierno pasado. El panorama debe ser completo. Se requiere saber quién, cuándo y dónde de muchas de las injusticias que se han cometido.
Ojalá muy pronto nos den a conocer los proyectos, los planes de pacificación que deben instalarse en la ciudad. Nos aseguran que el martes pasado, en todas las oficinas del gobierno enteradas, había una sonrisa de satisfacción porque hasta ya entrada la noche no se había reportado ni un solo crimen doloso. ¿Será el principio?
De pasadita
Bueno, y ya que pretendemos que de una sola vez nos hablen de quienes han dañado a la ciudad, será interesante que se sepa que el circulo en torno a Mauricio Toledo se cierra y que muchos de sus colaboradores más cercanos ya están en la lista de gente investigada. Lo mismo pasará con los bomberos, cuyo líder sindical tiene una larga cauda de posibles hechos delincuenciales que la ley, nos dicen, no perdonará.
Aún hay cabos sueltos en las investigaciones, pero también, nos aseguran, hay cosas sólidas, por lo que más pronto que tarde se tendrá que hacer justicia. Suena increíble, ¿verdad?

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