Lógico y natural triunfo de Claudia Sheinbaum
En la encuesta decidida en Morena como método para determinar al candidato a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, alguien tenía que ganar. Obviedad que, no obstante la aceptación del método y los resultados por parte de los contendientes, está generando polémica entre los comentaristas. Y es así por tres razones: porque el ganador no fue Ricardo Monreal, porque se argumenta opacidad en el mecanismo que dio el triunfo a Claudia Sheinbaum y porque se atribuye “dedazo” a López Obrador. Pero al mismo tiempo, al interior de Morena y en la sociedad en general muchos celebran el resultado.
No obstante su protesta no tan silenciosa, Monreal en un principio había dicho que no abandonaría Morena, que el proyecto principal es hacer llegar a López Obrador a la presidencia, que no escucharía a los comentaristas periodísticos o políticos que le sugieren un escape hacia a otra alternativa. Pero en segunda instancia dice que escuchará lo que diga la gente; como si esta estuviera preocupadísima por el asunto. En fin, de fugarse significaría, no se diga una traición, sino una grave contradicción con su trayectoria dentro de la “izquierda” y junto a López Obrador que lo impulsó y cobijó dentro del PRD para ganar la gubernatura de Zacatecas en 1998; lo tuvo como coordinador de campaña en 2012; y en 2015 lo apoyó en su candidatura para la Delegación Cuauhtémoc. No sólo contradicción con la trayectoria, sobre todo con el discurso de opositor al régimen vigente encarnado en el resto de los partidos.
El triunfo de Sheinbaum es lógico y natural; ¿por qué? 1. Por su trayectoria activa de izquierda, iniciada acaso desde la UNAM (la huelga de 1986 en contra de las reformas de Jorge Carpizo), en una ciudad que, al padecer la violencia del PRI durante el siglo XX, se fue haciendo crítica y de izquierda. 2. Por su lealtad al proyecto y a la persona de López Obrador desde la primera gran victoria de la ciudad en contra del PRI: el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas como jefe de gobierno en 1997, que fue celebrado con júbilo por los espíritus críticos e independientes de la ciudad; su primer gran victoria en la asfixiante atmósfera priista. 3. Por su eficiente participación en el gobierno de López Obrador. 4. Por su firme postura frente al fraude del PAN de 2006 avalado por el PRI. 5. Porque Ricardo Monreal -si bien leal a López Obrador y su proyecto desde 1998 y con gran posibilidad de ser un buen candidato a la jefatura de gobierno cuando ganó la Delegación Cuauhtémoc en 2015-, se fue moviendo hacia un terreno de negociación con los políticos y partidos opositores a Morena y a López Obrador justo cuando no había condiciones para hacerlo: la conciencia mayoritaria de la sociedad crítica e independiente de que con Miguel Mancera y su alianza con Peña Nieto se está perdiendo la ciudad que se había construido con López Obrador y Marcelo Ebrard. 5. Esta sociedad crítica, de izquierda o al menos independiente, quiere rescatar la ciudad de las manos del PRD oficialista, peñista; quiere profundizar en los cauces de la izquierda, en la búsqueda e instauración de una verdadera democracia. 6. Frente al despliegue negativo de la ciudad en manos del oficialismo y en contra de la voluntad de los votantes (la debacle de Mancera es brutal si se considera el más de 60% que votó por él), la sociedad crítica e independiente prefiere un proyecto definido en contra de esa situación que la ambigüedad política.
El resultado de la encuesta refleja el ánimo de la sociedad crítica e independiente y, sobre todo, el deseo mayoritario de los militantes de Morena. ¿Que se trata de un procedimiento oscuro para determinarlo? Tal vez. Pero fue aceptado por los cuatro contendientes. Nadie puede decir, sin probarlo, que se trató de un “dedazo” de López Obrador o de una trampa en la que, inocente, habría caído Monreal. Hubo encuestas diversas que lo favorecían tanto a él como a su adversaria. Lo que sí resulta un extraño es que Monreal quedara en tercer lugar y Martí Batres en segundo, cuando siempre se supuso que la elección estaba entre los delegados de Tlalpan y Cuauhtémoc. La arrogancia de Batres ha hecho más crítico el asunto al cometer la egolatría de publicar que él había quedado en segundo lugar; cuando se ha dicho que hubo un acuerdo preestablecido para no ventilar públicamente los resultados y el método.
Si bien este tipo de encuestas se ha usado en Morena cuando no ha habido consensos, para bien de este partido y su presidente, sería mejor hacer públicos sus métodos y procedimientos así como el nombre de la comisión encuestadora o como se llame. De otra manera siempre serán criticados, atacados (lo mismo que con la tómbola; que no parece mal del todo siempre y cuando los ahí sorteados tengan, además de honestidad, preparación), y lo peor, se crearán condiciones para la ruptura en casos como el vigente. No todos actuarán como Miguel Barbosa, que al no ser favorecido en el perfil para elegir candidato a gobernador por Puebla, ha retirado con serenidad su aspiración sin abandonar su apoyo al partido y, al contrario, con voluntad para continuar trabajando y en espera de otras oportunidades o posibilidades. Esto es lo que tendría que hacer cualquier político maduro que ha gozado con fruición de “las mieles del poder” en su currículum.
Ojalá Monreal actúe en el sentido de Barbosa y no permita que la ambición personal sea tentada por gente ya sea del llamado Frente Amplio o de partidos como Movimiento Ciudadano. Si lo hace, traicionará su propia causa: la crítica al régimen y a sus aliados, y el deseo manifiesto de cambiarlo. Tendrá que negociar con Morena y su presidente, pero habiendo aceptado el procedimiento de la encuesta, por muy criticable que sea, se vería muy mal corriendo al cobijo de otros partidos; bastante mal se ha visto ya al esparcir dudas y hablando entre dientes sobre lo que podría hacer. Y lo curioso es que medios, periodistas y políticos que habían criticado a Monreal y su gestión como delegado, ahora lo “defienden” del resultado e incluso lo animan a que tome otros cauces. Todo sea con el fin de joder a López Obrador y mandarlo a La Chingada, que es su objetivo mayor.
En torno a Sheinbaum se podrá decir lo que se quiera, que lo suyo fue “dedazo” o beneficio de una encuesta tramposa (en mi caso, como votante, mis simpatías no estaban del todo con ella); tendrán que probarlo. Pero no se dirá que, mirando su perfil (incluyendo el académico) y trayectoria, no es lógico y natural que esté en la posición en que se encuentra y con grandes posibilidades en el horizonte político de México.
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