Beatriz, sin quererlo, designó a Krauze como el árbitro entre los empresarios y AMLO
Basta del discurso de que AMLO es populista: no lo es. Basta de compararlo con Chávez y Maduro: no tiene nada que ver con ellos. Y, desde luego, Andrés tendrá que hacer también la tarea: basta de que sus seguidores insulten a cualquiera que exprese una opinión distinta
Foto propiedad de: Imagen tomada de Mundo Ejecutivo“Es muy buena (ella hablaba de la relación que tenía con su exmarido, Fernando Fernán Gómez), en cuanto nos separamos fue muy buena. Porque eso es lo malo del desamor, que te llevas muy bien luego... Mientras te dura el amor lo echas a perder o lo echan ellos”. María Dolores Pradera en entrevista de 1983 con Maruja Torres en El País
Pero el desamor no es malo, claro que no: es civilizado
No debe haber amor entre los empresarios y López Obrador. Lo hubo y se convirtió en odio. Lo que debe haber entre ellos es desamor, es decir, la indiferencia que lleva a la buena relación entre las ex parejas.
Hace años hubo amor entre AMLO y los hombres y las mujeres de negocios, claro que sí. Mientras gobernaba la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador tenía la mejor relación con los empresarios, no solo con los capitalinos, sino también con los de otras regiones del país, especialmente con los de Monterrey, que lo veían sorprendidos como el gobernante que habían esperado durante décadas.
Hizo Andrés un muy buen trabajo al frente de la gobierno de la capital mexicana y, lo nunca visto, realizó grandes obras públicas, con la participación del sector empresarial, en las que no hubo corrupción.
Los empresarios estaban encantados de tratar al fin con un gobernante honesto. Raro, terco, con ideas de izquierda, pero eficaz, decente, respetuoso de la libertad empresarial, con espíritu de comerciante —creció en una familia que se dedicó al comercio—, pero sin afán de lucro, además muy agradable en el trato, sencillo y contador de historias curiosas acerca de la comida, las tortugas, las frases y los personajes pintorescos de Tabasco.
Andrés Manuel era el gobernante ideal para los empresarios deseosos, después de décadas de corrupción, de ya trabajar sin necesidad de traficar influencias por exigencia de los políticos.
Del amor al odio por culpa del fraude del traidor Fox
¿En qué momento se acabó el amor? ¿Cuándo los hombres y las mujeres de negocios empezaron a verlo como “un peligro para México”?
Creo que el romance terminó en cuanto quedó claro que el tabasqueño era el más fuerte aspirante a la Presidencia de la República. Fue algo que el gobierno de Vicente Fox decidió combatir.
El primer presidente panista lo intentó todo para detener a AMLO y, al final, lo consiguió. Como había fracasado en su intento de quitarle el fuero a Andrés Manuel —y, de esa manera, inhabilitarlo como candidato—, Fox recurrió al fraude electoral. Para hacerlo posible, convenció a los empresarios de combatir al Peje. ¿Por qué los capitanes de empresa se dejaron convencer? Porque no les quedaba de otra: tenían y tienen demasiados intereses que cuidar —demasiado dinero, sobre todo demasiados empleos que dependen de ellos— que en un país como el nuestro en el que no impera del todo la ley, el presidente de la República puede poner en riesgo con solo proponérselo.
El primer presidente de la democracia mexicana, Fox, traicionó al ideal democrático. La historia lo enviará al basurero.
Así, los empresarios, que deben ser responsables con su patrimonio y con la gente a la que le dan trabajo, no resistieron la perversa invitación del presidente Fox y, de esa manera, se vieron obligados a sumarse al proyecto de derrotar a la mala al candidato de izquierda.
Los dos grandes problemas
Hoy México enfrenta dos grandes peligros originados en el fraude electoral de 2006. Uno, real y que no parece tener salida, el de la violencia en todo el país. El otro, una amenaza que ojalá no se concrete: el del riesgo de que termine dividiendo al país el enorme poder que tendrá López Obrador, que los empresarios, ahora sin brújula, podrían intentar combatir ya no presionados por el gobierno, sino por la ideología y la insensatez de no pocos de sus asesores, del tipo de Liébano Sáenz, un hombre inteligente que ojalá ya entre en razón y se deje de andar alcahueteando conciencias en contra del tabasqueño. Liébano lo hace en sus artículos en Milenio, pero estoy seguro de que también trabaja para grupos de estrategia pagados por hombres y mujeres de negocios que siguen sin entender lo que pasa en México.
El país sufre una guerra absurda que, tal como está planteada, jamás vamos a ganar, simple y sencillamente porque Felipe Calderón, el beneficiario del fraude de hace doce años, para conseguir la legitimidad que no le dieron las urnas se lanzó a tontas y a locas, sin estrategia, a combatir al narco con el Ejército mexicano. Fracasó y hoy nuestra sociedad vive en el miedo, ensangrentada, vencida por las mafias criminales.
Por lo demás, es verdad, asusta que López Obrador vaya a tener más poder que muchos de sus antecesores en la Presidencia. Es un hombre bueno Andrés Manuel, pero el exceso de poder es el peor enemigo de los gobernantes con las mejores intenciones. Si lo hubieran dejado llegar al Palacio Nacional en 2012, habría sido un presidente acotado, con oposición fuerte, la del PRI y la del PAN, y sin mayoría en las cámaras. En un mes todo será distinto...
El gobierno de Fox, los gobernadores priistas y los panistas y los empresarios —particularmente activos en ese proyecto antidemocrático— se aliaron para impedir la Presidencia de AMLO y lo único que lograron, después de dos sexenios en los que crecieron los problemas, sobre todo el de la violencia, fue convencer a la inmensa mayoría de la población de que, ante el fracaso del PRI y del PAN, es el momento de darle la oportunidad a la izquierda que encabeza el tabasqueño.
En efecto, Morena se quedará con prácticamente todo. ¿Qué hacer? para enfrentar ambos retos se requerirá de la colaboración de todos los principales actores políticos y económicos… y mediáticos.
AMLO necesitará del apoyo y la comprensión de todos los sectores sociales en el diseño y la implementación de la nueva estrategia de lucha contra el narco. Tendremos que ser pacientes. Si los grupos políticos y económicos con gran influencia exigen resultados rápidos y, al no haberlos —no los habrá, es imposible solucionar ese problema sin que pasen meses y hasta años de duro trabajo—, al sentir que nada o poco cambia de un día para otro, orquestan una campaña mediática de linchamiento del primer presidente de izquierda, el problema crecerá y la parte mayoritaria de la población que apoya a AMLO, un grupo en el que se incluyen los más pobres, exigirá al líder que use su poder para defenderse.
Estoy seguro de que Andrés no caerá en esa tentación, pero entre sus generales hay gente que recibirá la incomprensión de los poderosos como una provocación y, entonces, habrá conflictos. Debemos evitarlos. Entre todos tenemos que lograr un periodo de paz y reconciliación.
AMLO con los del dinero
La única manera de minimizar el riesgo de llegar a tales extremos es la compresión, el apoyo, el pacto entre los de arriba.
Pronto, tal vez hoy mismo, se reunirá López Obrador, en privado, con los poderosos integrantes del Consejo Mexicano de Negocios. Qué bueno. Es la hora de pactar, de apoyar todos, de entender que viene lo más difícil y que debemos ser pacientes. Vale decir, la critica por la critica, la que lastima, la que insulta, la que ofende, la que no conduce a nada positivo, debe ser guardada un largo rato. ¿Sería mucho pedir que lo entendieran periodistas inteligentes, pero especializados en ofender a Andrés Manuel, como Pablo Hiriart? ¿Lo comprenderán analistas antes objetivos al referirse a AMLO, pero ahora demasiado injustos con el tabasqueño como Federico Berrueto, socio del ya mencionado Liébano?
Basta del discurso de que AMLO es populista: no lo es. Basta de compararlo con Chávez y Maduro: no tiene nada que ver con ellos. Y, desde luego, Andrés tendrá que hacer también la tarea: basta de que sus seguidores insulten a cualquiera que exprese una opinión distinta.
Krauze y Beatriz
José Jaime Ruiz escribió en su columna de SDP Noticias, a propósito de la polémica en Twitter entre el historiador Enrique Krauze y la esposa de López Obrador, Beatriz Gutiérrez, que en una democracia consolidada el activismo de esta valiosa mujer no sería necesario.
Bueno pues, de la misma forma creo que debe concluirse que en una democracia consolidada no necesitaría nadie un pacto de comprensión y apoyo entre todos los líderes políticos, empresariales, mediáticos. Pero la nuestra es una democracia en peligro, especialmente por la violencia. Así que…
A propósito de Krauze, un intelectual que conozco y aprecio, que me consta su buena fe, creo que seguramente sin proponérselo Beatriz lo nombró árbitro, ahora debe ser ratificado por AMLO y los empresarios como ese árbitro tan necesario, el único capaz de dirigir por el buen camino, el que más conviene a México, la relación entre ellos.
¿Que Krauze ha sido muy critico de López Obrador? Es verdad, pero ahora él debe pasar a otra etapa, la de apoyar al nuevo gobierno por el bien de México. Y sí, todos debemos pasar a esa etapa. Porque estaremos completamente perdidos como sociedad si nos seguimos desgastando en el debate sobre boberías y calumnias que solo nos hace enojar y nos lleva al insulto, que termina por dividirnos y está en la esencia de la cultura del odio que a veces, muchas veces domina nuestro sistema político.
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