La dura y vital batalla en aquel Congreso
CARLOS PUIG
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En estos días, los gobiernos de México y Canadá han comenzado los procesos de ratificación del nuevo acuerdo comercial de América del Norte. En Estados Unidos se cumplieron los pasos previos que marca su norma y la Casa Blanca le ha exigido al Congreso que le dé prioridad.
La ratificación y entrada en vigor del nuevo acuerdo sería una muy bienvenida señal para la economía mexicana, hoy en problemas, que liberaría inversiones ahora detenidas esperando a ver con qué reglas se jugará en el futuro.
El Senado mexicano ratificará el acuerdo por la vía rápida y mientras los canadienses lo ratifiquen antes de sus próximas elecciones no habrá lío. El asunto está en el Capitolio estadunidense. Y eso no será un día de campo.
La batalla tendrá al menos dos aristas.
Por un lado, los demócratas, que controlan la Cámara de Representantes, no querrán dar un triunfo de ese tamaño el presidente Donald Trump —el gran promotor del nuevo acuerdo— al inicio de la carrera por la reelección. Menos ahora que la mitad de los precandidatos opositores se han declarado a favor de iniciar juicio político a Trump por el reporte Mueller.
Pero el voto de los demócratas también estará condicionado por la fuerza de los sindicatos, más en tiempos de campaña. El miércoles, en una nota en The New York Times, el presidente de la gran central obrera la AFL-CIO declaró: “No vamos a ser una cita barata… Nancy Pelosi (la líder demócrata en el Congreso) no firmará un acuerdo si no es un buen acuerdo. Ella no lo va a llevarlo al pleno a menos que sepa que va a hacer los cambios que necesitamos, punto".
Los sindicatos han dicho que las medidas de monitoreo y resolución de disputas en materia laboral no son las adecuadas en el acuerdo negociado hace dos años.
En 1993, con Bill Clinton como presidente en sus mejores momentos y una Cámara de su partido, el TLC original se aprobó con 234 votos a favor y 200 en contra, con menos demócratas que republicanos votando sí y después de un esfuerzo monumental de cabildeo de parte del gobierno mexicano.
No hay reto más grande para Marcelo Ebrard y Graciela Márquez.
@puigcarlos
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