Problemas y soluciones
Luis Linares Zapata
L
a imagen proyectada es fantasmagórica. El precipicio lo certifican profundo, el despeñadero inminente. La ineficiencia, dicen, brota por todos y cada uno de los temas administrativos de este gobierno sin un dejo de contención o mesura. La prensa escrita y los programas de comentarios televisivos o radiofónicos de la actualidad narran los límites, ya bien pronosticados de una ambición transformadora que empieza a chocar con la realidad, acarreando costosos saldos. El fracaso, que adivinan rotundo, queda tan sólo a unos pasos adelante. Se asegura que las improvisaciones son regla cotidiana y que se suceden en fila indetenible. Los errores, derivados de la trompicada austeridad, se han apilado hasta casi detener, desviar o contaminar la marcha de la sana administración. Los recortes se hicieron con tosco machete y no con bisturí de preciso corte: aseveración ya entronizada con regocijo en el canon de una crítica. Logro verbal, dicen, por su cancina repetición entre el medio comunicacional por su alegada precisión descriptiva. La inexperiencia de los gobernantes, seguida de los que afirman ser inconsultos dictados desde Palacio Nacional o expuestas durante las llamadas mañaneras, llevan indeleble sello de obsesiones presidenciales. Se avizora, aseguran con sentida claridad meridiana, el hundimiento de loables propuestas: estrictas medidas anticorrupción, fe democratizadora junto con auto limitantes al poder, respeto a los derechos políticos de todos, cotidiana transparencia de los actos de gobierno, propósitos justicieros o estabilidad macroeconómica. Son estos, algunos enunciados de una transformación que, según la élite difusiva, quiso volar pero lleva el riesgo de caer en la inoperancia y el caótico desbarranque general.
Es ya común oír la letanía de imposibilidades atadas a cualquier iniciativa programática del Presidente de la República. Ningún punto, de lo adelantado hasta hoy, ha caído en tierra fértil para la fina observación de la opinocracia. No importa que sean los apoyos a las madres y padres para que acudan a la guardería de su elección o para que opten por otro medio de cuidado para sus pequeños. Repasemos lo ocurrido, aunque sea de manera somera, con el aeropuerto de Santa Lucía que cada día carece de algún estudio ambiental, de vuelo o consulta comunitaria. Recuérdese el nutrido alegato que, de manera contradictoria, suponía afanes releccionistas al votar la continuidad, o no, de AMLO en la Presidencia. El firme propósito de rescatar a Pemex de la postración, el ninguneo, el feroz endeudamiento se placea junto a las condenas que recibe de toda clase de expertos financieros que abogan por bajar la calificación de su valor y desempeño. Peligro que achacan, por consanguinidad, al resto de la deuda pública del Estado. Este asunto seguirá por mucho tiempo, pues una refinería (Dos Bocas) viene a completar el motivo reforzador del acoso.
Por estos días azarosos se exhibe el documental 1994 en la cadena Netflix. En él se insiste en atribuir al malogrado candidato del PRI Luis Donaldo Colosio su firme decisión de cambiar el sistema político imperante en ese tiempo, de llegar a la Presidencia. Verlo rodeado de sus compañeros de partido y de la misma élite económica o sindical, se cae, casi de inmediato, en la sensación de una idea imposible. Un sueño que no podía pasar de la hueca retórica de campaña. El entorno, bien atrincherado en la cúspide del poder, era por completo incapaz de absorber tamaña pretensión. Veinticinco años después, un candidato, militando por fuera del sistema establecido, con un partido movimiento de masivo arraigo, una votación de abrumadora mayoría y fuera de toda sospecha de manipulación, propone dar cabida a un impulso transformador. Aun con tal bagaje en sus alforjas, las resistencias al cambio en marcha causan perturbaciones, enojos y sustos mayores en aquellos grupos opuestos, resistentes a perder beneficios. Se duda de todo lo que se está consiguiendo: detener el robo de combustible; limpiar focos de extensa corrupción en las instituciones públicas; revisar las compras masivas de medicamentos, untadas de complicidades de inmensos calibres; negociar con los sindicatos educativos sin represión pero con firmeza para respetar la dignidad de los maestros.
Airear la dupla prensa-poder ya tan enraizada y con notorias deformidades, a pesar de los sombrerazos que se esgrimen por doquier, ha sido punto crítico. Lo nuevo, al parecer, es la atención que estos movimientos por el cambio en México han producido en la derecha radical de escala continental. La presencia del escritor Vargas Llosa en el país es la punta de lanza. Se trata de unificar los esfuerzos internos para integrarse a un frente que, en aras de la defensa democrática, se oponga, con la fuerza suficiente, al intento de la actual pasión renovadora y sus afanes libertarios de construir una República honesta y justiciera.
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