sábado, 31 de octubre de 2020

 Ciudad perdida

La labor de Rosa Icela Rodríguez // Trayectoria con impacto social // Collins, en la mira

R

osa Icela Rodríguez, propuesta como secretaria de Seguridad Ciudadana, es con absoluta seguridad, una política-política, no de los que se dicen políticos para alimentar el ego y sus bolsillos con escaños, curules o carteras en el gabinete, sino de quien se conduce siempre como servidora pública, cosa que le queda muy clara al Presidente de la República.

Sin reflectores ni altavoces, Rodríguez ha encabezado tareas de seguridad pública en las que ha sabido empatar y entretejer los programas de seguridad social con los trabajos contra la delincuencia, proyecto con el que logró, en su momento, meter paz en el barrio de Tepito, pero además en las colonias Buenos Aires, Doctores y Obrera, consideradas de alto riesgo, esto mientras gobernaba Andrés Manuel López Obrador en la CDMX.

Entender a la pobreza y la marginación como factores detonantes en la inseguridad le valió poder remediar una buena parte del crimen desde la raíz, por eso hay certeza en que lo que viene estará sostenido en la comprensión de los factores que ocasionan la violencia y la atención que se debe dar.

Hay quien asegura que los tiros, las decisiones del Presidente como en mesa de billar, siempre serán de tres bandas, es decir, además de lo simple del nombramiento, con todas sus complejidades, seguramente dice mucho más, sobre todo si nos atenemos a que en los movimientos que se dan desde Palacio Nacional se expresan símbolos que entrañan proyectos en proceso de consolidación.

Rosa Icela Rodríguez tiene buena izquierda, sabe muñequear, pero también es de decisiones firmes y ha sorteado con base en esos atributos las tareas, muchas de ellas de alto grado de dificultad que se le han impuesto. La última en el calendario para encontrar justicia entre los derechos del Estado y los intereses privados en la marina mercante.

Esto prueba, además, por qué se le impone como la jefa del Gabinete de Seguridad, donde hay que lidiar con verdes y azules, pero además con las ambiciones de muchos, aunque sabe cómo hacerlo. En el turno de López Obrador como jefe de Gobierno, Rodríguez fue directora de Participación Ciudadana y encabezó el área de Concertación Política; luego, con Marcelo Ebrard, coordinó el gabinete de Gobierno y Seguridad. Nada fácil.

En general la noticia ha tenido buena recepción; Claudia Sheinbaum, quien es la mandataria de la Ciudad de México, saludó el nombramiento con una felicitación –hay que recordar que fue su secretaria de Gobierno–, y salvo algunos ignorantes que poco o nada conocen de su trabajo, y que como ya casi es costumbre, reaccionan con encono más que con el resultado del análisis del hecho; hay buenas señales para el futuro de la secretaria, así lo expresan también los parabienes que ha recibido desde casi todos los ámbitos de la política.

El tiempo nos dirá qué más se nos quiere decir con su nombramiento al mando de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, pero por lo pronto el hecho, que se ha considerado también como un golpe de audacia, seguramente encierra incógnitas y, como dicen en Tabasco: andando la carreta se acomodan las calabazas. No hay que comer ansias.

De pasadita

Ayer fue la casa de Raymundo Collins Flores, en el estado de Morelos, la cateada y muchas las sorpresas que recibieron quienes hurgaron en la residencia del ex funcionario del gobierno de la Ciudad de México.

Hace unos cuantos días se dio a conocer que Julio César Serna, que había sido el coordinador general de la Central de Abastos, junto con Erick Pons Álvarez, ex director jurídico; José Luis Cortés, subdirector de asuntos jurídicos, y Alejandro Santiago Palomares, director ejecutivo de desarrollo y atención integral de ese lugar, habían sido inhabilitados por los próximos 10 años para desempeñar cualquier cargo en la administración pública.

En cuanto a Collins no se sabe aún cuál sería su paradero o si se unió al grupo de prófugos que laboraron en la administración pasada. Aguas.

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