MAR DE HISTORIAS
CRISTINA PACHECO
Ya sabes: miedo al contagio. Acepté la plaza. El sueldo es bajo, pero a cambio me darán un departamento en el parque industrial.”
Sólo por el gusto de avivar su entusiasmo le pedí que me dijera cómo se sentía: “Feliz.

Apenas puedo creer lo que acabo de decirle a mi amiga Zoe:
Bendigo la pandemia. Pensó que era una ironía y fue necesario explicarle lo que a mí misma se me dificulta entender: el virus me devolvió a mi madre. De cómo fue de niña, de joven, jamás habíamos hablado. Al fin lo hicimos y de ese modo he podido acercarme a una persona que siempre fue hermética y distante conmigo.
En los años recientes convivimos muy poco. Todo cambió a principios de marzo, cuando mi hermano Isauro me llamó para darme una buena noticia: “Me hablaron de la planta de León para recontratarme. Chávez, el contador, renunció.

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