Objeciones de la memoria
Martí Batres Guadarrama
04 de diciembre de 2007
Las razones del fallo
El conocimiento público de la conversación entre el gobernador de Puebla, Mario Marín y su entrañable amigo el empresario textilero Kamel Nacif, donde se confabulan para “darle un coscorrón” a la periodista Lydia Cacho fue producto del espionaje que se da en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
El gobierno federal decidió hacer público este material y sobre él montó una estrategia de campaña electoral sin importar el daño que ello causaría a la propia afectada, a los indefensos niños expuestos a pederastas, y a las instituciones que, afirman —y se llenan la boca con ello— están por encima de “cualquier interés personal o de partido”.
El caso fue usado como causa en el discurso, aunque en los hechos operó como chantaje contra el llamado góber precioso, quien primero negó haber ordenado la detención y traslado de la periodista. Luego afirmó que la voz en la grabación de referencia no era la suya. Nada le funcionó.
Para salvar el cuello, antes del 2 de julio, abrió la cartera, operó en favor del fraude electoral y dio línea “a sus diputados” para que Calderón rindiera protesta en San Lázaro.
Todos recuerdan a Calderón, que en compañía de legisladores poblanos acudió a interponer una demanda de juicio político en contra de Mario Marín. Ha pasado más de un año de ello y lo prometido —el castigo al gobernador y el no a la impunidad— por supuesto fue olvidado. Ambos parecen creer que se ven muy bien en las fotografías pagadas que dan cuenta de sus frecuentes encuentros.
En realidad detrás del fallo de la Suprema Corte, donde casi le piden perdón a Mario Marín, está el propio Calderón y la debilidad política de origen que lo acompaña y lo hace depender de personajes de la mafia política como el gobernador poblano o el de Oaxaca, Ulises Ruiz. Felipe necesita de ellos y del viejo PRI para mantenerse en el poder porque su estancia en el puesto no se debe al voto ciudadano. Si así fuera, no necesitaría pactar con personajes de tal calaña y menos envilecer a la Corte para defender lo indefendible.
¿Acaso no es de llamar la atención que individuos que hoy le son cercanos, como Emilio Gamboa o Miguel Ángel Yúnes, citados en el libro de Lydia Cacho, no sean sujetos de investigación? ¿O acaso por ello se ejerció tal presión sobre los magistrados que fallaron contra la periodista? Y luego se extrañan de que los ciudadanos manden al diablo a esas instituciones. El poder encargado de impartir la justicia envió un mal mensaje a la sociedad: se garantiza la impunidad. Entonces, ¿para qué sirve pagarles salarios mensuales cercanos al medio millón de pesos?
Justo cuando el GDF realiza una jornada de 16 días contra la violencia hacia las mujeres ocurre un hecho de violencia hacia una mujer que ha luchado contra la violación de los derechos de menores. El episodio y su desenlace demuestra la doble cara de Calderón, su debilidad y la perversión a la que puede llegar su subordinación a los poderes fácticos. Al cumplirse un año de usurpar el poder, con la resolución de la Corte lo que hace es burlarse de la opinión pública y manifestarle la vulnerabilidad de sus derechos. Si bien en ocasiones ha utilizado un discurso contra las mafias, en realidad actúa como empleado de ellas.
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