sábado, 19 de mayo de 2018

Masacre en Texas: el sinsentido cotidiano
E
l sinsentido vuelve a apoderarse de Estados Unidos: un día después de que el presidente Donald Trump dijera que algunos indocumentados no son personas, son animales, un joven de 17 años se presentó en una secundaria y disparó contra al menos 20 personas, la mitad de las cuales había fallecido al cierre de esta edición. El incidente, ocurrido en la pequeña ciudad de Santa Fe, Texas, es el vigésimo segundo del año en el que al menos un alumno es alcanzado por las balas dentro de un plantel escolar, de acuerdo con un conteo de CNN. La organización sin fines de lucro Everytown for Gun Safety (Ciudades por el uso seguro de las armas) eleva a 40 los incidentes al considerar todos aquellos eventos en que se haya disparado un arma dentro de un campus, independientemente de si se trató de un suicidio, un ataque o un disparo accidental.
Aunque este tipo de tragedias se han vuelto tristemente cotidianas en todo el territorio estadunidense –como dan cuenta las cifras presentadas– el tiroteo de ayer se presenta en un contexto inédito, el de una amplia y creciente organización estudiantil que pide poner fin al libertinaje de las leyes vigentes en cuanto a la adquisición, posesión y portación de armas. Este movimiento, formado en febrero por los estudiantes de la secundaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland, Florida, como respuesta al más mortífero ataque dentro de una escuela en lo que va del año, ha encontrado eco a escala nacional gracias a la fuerza y claridad de su denuncia: mientras los adultos que conforman la clase política reciben financiamiento de los promotores del armamentismo, los jóvenes son masacrados con una regularidad atroz con armas adquiridas de manera legal.
Como se consignó en este espacio, el viernes 20 de abril, alumnos de más de 2 mil 500 escuelas abandonaron las aulas para conmemorar la emblemática masacre de Columbine, la cual ocurrió hace 19 años y supuso, aunque entonces no se sospechara, el inicio de la cotidianidad de este tipo de tragedias. Antes y después de esta masiva demostración política, intelectuales, artistas e incluso estrellas del mundo de la música, la televisión y el cine, así como cientos de miles de ciudadanos, han expresado su adhesión a la causa de los alumnos que exigen el cese de la indiferencia ante sus muertes.
En contraste con este despertar de los jóvenes y de amplios sectores de la sociedad, la ceguera de las autoridades ante las causas de estos episodios alcanza niveles que provocan terror y estupefacción. En tal sentido destacan las declaraciones vertidas ayer por el vicegobernador de Texas, Dan Patrick, quien ubicó un motivo de la tragedia en el exceso de puertas en los edificios escolares y sugirió que el problema podría prevenirse modificando el diseño de las escuelas para facilitar la inspección de quienes ingresan. No menos irresponsable fue la reacción de Trump ante el tiroteo de Parkland, tras el cual propuso armar a los académicos como fuerza de respuesta inmediata –la idea tuvo un rápido naufragio porque, apenas unos días después, un profesor de Georgia se encerró en su salón de clases y disparó cuando el director del plantel intentó ingresar.
Ayer el mandatario pareció dar un giro a tal postura frívola al declarar que su gobierno está resuelto a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para proteger a nuestros estudiantes, proteger nuestras escuelas y mantener las armas fuera de las manos de aquellos que representan una amenaza para sí mismos y para otros. No obstante, si estos deseos no se traducen en una política efectiva para restringir la venta de armas de alto poder a civiles, y mayores controles en la distribución general de todas las armas de fuego, las palabras del magnate pasarán a engrosar la no corta lista de enunciados vacíos que han sucedido a cada evento de este tipo desde hace ya décadas.

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