viernes, 22 de junio de 2018

Meade Kuribreña y la amenaza del fraude

@NietzscheAristovie 22 jun 2018 12:51
 
  
 
Meade ha aparecido en la mayoría de las encuestas en tercer lugar
Meade ha aparecido en la mayoría de las encuestas en tercer lugar
Foto propiedad de: Internet

José Antonio Meade Kuribreña, su equipo, Peña Nieto y el PRI han buscado desde el inicio del proceso electoral 2018 la manera de ubicarse, cuando menos, en el segundo lugar de las encuestas para a partir de allí empezar a maniobrar tanto en términos de percepción en la intención del voto, como pragmáticos.
Una vez que Meade Kuribreña fuera designado candidato presidencial del PRI, él y sus correligionarios afirmaron que ganarían a elección del 2018 como lo habían hecho en el Estado de México en 2017. Y si uno se atiene a lo que allí pasó, esto significa fraude. Intervención del gobierno federal, inversión incuantificable de recursos de manera ilegal, compra de voluntades y votos, despensas, tarjetas, mentira y violencia, complicidad de las autoridades electorales. Así se impuso Del Mazo III a la candidata de Morena, Gómez.
No obstante, el forzado optimismo inicial de triunfo (pues quiere negar el repruebo radical de la sociedad al gobierno de Peña) se encontró con una campaña fallida, de rechazo al candidato, de evidencias de su complicidad ciega y sorda con la corrupción oficial, de cargar el peso de los terribles gobiernos del PRIAN en los que él ha sido secretario de Estado en múltiples ocasiones, poca empatía con el elector más allá del voto duro.
Durante todo el proceso, Meade ha aparecido en la mayoría de las encuestas en tercer lugar sin poder empatar y mucho menos superar a Anaya con el fin de posicionarse en un segundo lugar que le permita competir con el líder, al menos en el discurso. El gobierno de Peña Nieto ha utilizado todos los recursos para posicionar a Meade frente a Anaya, en particular explotando el punto débil de candidato panista del PRD, su amor por la riqueza; las evidencias de su intervención en el proceso de lavado de dinero. El distanciamiento, acaso la traición que ha enfrentado a Peña con este candidato no permitió el acercamiento entre las partes para definir una posición entre el segundo y el tercer lugar, una negociación buscada incluso por el panista para aliarse contra López Obrador. Por otra parte, se ha dicho que esa alianza ha sido imposible porque mientras que Meade es el candidato oficial, Anaya es el de los empresarios.
Pero ni con toda esta ayuda Meade ha logrado superar a Anaya. He planteado que más bien pareciera que ha habido una lucha por el tercer lugar, porque no ha habido un claro segundo lugar. No obstante, el escándalo que involucra a Anaya en hechos de corrupción ha crecido con la salida del video “argentino”, la percepción pública así lo registra y pareciera que después del tercer debate el candidato del PRI al fin logra ubicarse en el segundo lugar con una pequeña ventaja.
Es posible. Pero de acuerdo a la reciente encuesta ordenada por los empresarios que ubica a Meade en segundo lugar, este se encuentra también a una distancia de 20 puntos del líder; prácticamente inalcanzable. No obstante, a partir del término del tercer debate, Meade y su campaña parecen haber dado un nuevo “grito de guerra”. Utilizan encuestas por encargo como las que publicita el portal 24 horas o el Pop Group, que lo ubican no sólo en segundo lugar, también cerca del líder. Han ido haciendo una escalada que no da pie a la duda de que si siguen pagando (no como Anaya, que a veces deja de pagar a Massive Caller y Gea/Isa) para cuando salga la última encuesta permitida por la ley lo colocarán en empate técnico con López Obrador; y a partir de allí, a operar el fraude.
No sólo recurren a encuestas falsas, pagadas, también han intensificado el discurso “ganador”. Vuelven al espíritu del Estado de México, utilizan acarreados o fuerzan a trabajadores de instituciones públicas a asistir a sus eventos, hacen analogías triunfalistas respecto a la victoria de México frente a Alemania, como si ellos, por ir debajo de las encuestas, fueran los débiles, ¡cuando son ellos el partido en el poder!, y quienes han mal gobernado el país por décadas.
Un tuit de Meade en relación a la encuesta de los empresarios es elocuente en este espíritu de batalla que se apresta al fraude: “Aquí tienen la señal que muchos esperaban. Con base en esta encuesta seria y robusta que difundió hoy @dparamooficial estamos en un claro y ascendente segundo lugar y vamos recio hacia la victoria. Les pido su voto libre, consciente, útil y razonado. No les voy a fallar.”.
“La señal” es el banderazo, no de salida, sino de intensificación de los mecanismos del fraude, de allí a urgencia de permear la percepción de que Meade está en segundo lugar. Pero en la realidad se ve ya irreversible el triunfo de AMLO. Las recientes encuestas serias lo ubican muy distante, muy por encima del segundo lugar trátese de Meade o Anaya; o del tercer lugar en que empatan, si se quiere. Su ventaja ronda entre los 20 y 26 puntos.
Se percibe entre la sociedad participativa que esta vez no tolerará un fraude más. Irá a votar de manera masiva y a primera hora el domingo primero de julio, no se confiará, cuidará el voto, estará atenta. Y este fenómeno tiene que ver con algo más allá de Meade y Anaya, tiene que ver con una combinación poco usual: el hartazgo, sí, pero sobre todo con la esperanza.

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