jueves, 23 de abril de 2020

Ciudad perdida
En la ciudad se tomaron decisiones a tiempo
D
ía 3, fase III, Periodo de Emergencia Sanitaria.— Aquello que en algún momento sonaba a premonición catastrófica por parte de la jefa de Gobierno, y que advertía de hospitales llenos de enfermos de Covid-19, empieza a cumplirse, mientras en las calles de la ciudad que ella misma gobierna mucha gente duda de la existencia del virus y sigue creyendo que todo es un cuento.
Las presiones hacia Claudia Sheinbaum para que aplique medidas draconianas en contra de la población que parece haber puesto oídos a un amigo del presidente López Obrador, cada día son más fuertes, más constantes. Lo hacen los mismos que en el caso de que ella decidiera sacar a la fuerza pública a las calles para obligar a los descreídos a meterse en sus casas, la criticarían y la calificarían de represora, de violar derechos humanos y de todas las cosas que se les puedan ocurrir.
Pero frente a ello, la jefa de Gobierno mantiene una postura sólida que manifiesta el ejercicio de una ideología muy necesaria ahora que se requieren rumbos definidos en la ciudad y en el país.
La ciudad ha ido avanzando en sus formas de lucha contra la pandemia. Desde el primer momento, sin alharaca, se puso a la cabeza en cuanto a las acciones de gobierno para el combate al Covid-19, pero estaba claro que en algún momento se llegaría a la fase III.
Sin policías, sin acciones que impliquen medidas coercitivas, sin llamados a la rebelión, pero con acciones inteligentes, se desalienta a quienes se resisten a dejar las actividades cotidianas, pareciera, y nunca pensé que en algún momento lo tuviéramos que decir: que ya no hay nada qué hacer en las calles. Las tiendas cerradas, los cafés inactivos, el milagro de las calles casi sin automóviles ha vuelto a suceder; en fin, calles de silencio desesperado.
Y todo esto desde la decisión de Claudia Sheinbaum, en la que, no cabe duda, no se ejercerá violencia alguna. El Metro se volverá más ágil, el resto de autos que siguen circulando detendrá su carrera, la ciudad se detendrá casi en su totalidad.
Los días que vienen serán más difíciles, ya nos han adelantado la fotografía de la desgracia, ya no queda tiempo y se necesita de la voluntad comunitaria para un desenlace menos cruento.
De cualquier forma, tendríamos que poner lupa a los establecimientos, a los comercios que sin ser prioritarios han seguido en funciones para que, aunque no tengan sanción por parte de la autoridad, se sepa que de alguna manera contribuyeron a que las medidas no se acataran.
Ayer, por ejemplo, circuló un permiso de la Sedena para el tránsito continuo de los vehículos que lo portaran. Quienes lo vendían no explicaban a la gente que sólo servía para no ser detenidos el día de la prohibición, en caso de que por alguna razón no hubieran podido asistir a la verificación, pero que no concede vía libre a ningún vehículo. Más vale denunciar el fraude antes que enfrentar a la autoridad.
De pasadita
Durante poco más de un año lo hemos repetido en este espacio: fuimos testigos del desfile de los miembros de la iniciativa privada por Palacio Nacional y de la promesa de inversiones multimillonarias para crear empleo y mejorar las condiciones económicas del país en general, pero eso nunca sucedió, lo que sí pasaba es que el FMI, a finales de marzo, anunciaba la salida de capitales extranjeros de nuestro país por 4 mil 600 millones de dólares, es decir, 0.4 por ciento del producto interno bruto, cifra que ratificaban las autoridades bancarias mexicanas.
No se trata de un complot, simplemente es la ideología que desde la derecha ejercen en conjunto, sin necesidad de reuniones ni acuerdos, los que no están de acuerdo con nivelar las desigualdades. Queda claro, ¿no?

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