miércoles, 9 de agosto de 2017

Las añosas causas del desencanto

@rasocasmié 09 ago 2017 10:03
 
  
 
Foto propiedad de: Internet

 Ordenando algunos de mis viejos libros, encontré uno que al abrirlo, había anotaciones al margen que yo hice poco más o menos hace siete años. Con un lápiz de color tenía subrayada  una  frase que hoy intentaré desarrollar al lado de mis lectores. Dicha máxima y según yo, dibuja con mucha precisión lo que cotidianamente pasa en los círculos donde los políticos son la comidilla para bien o para mal. El que escribió esta sentencia es un ideólogo de la derecha, ha hecho estudios interesantes sobre los políticos, sobre la cultura de la adulación y de paso, con mucha elegancia, les ha infringido dos que tres raspones a los actores principales de la llamada izquierda electoral. En julio del 2005, justo un año antes de que Andrés Manuel López Obrador se lanzara a la Presidencia de la República por primera vez, la Editorial del Fondo de Cultura Económica, (FCE) publicó el libro “La idiotez de lo perfecto, miradas a la política” (*)  Doce años después creo que a pesar de su formación y sus tendencias por demás derechosas del autor, la lectura y el análisis de su libro debieran pasar por las miradas de la gente de izquierda.
El apotegma que pongo en los ojos de mis amigos y lectores dice: “El hombre está necesitado de causas que lo levanten del suelo, que lo saturen de emoción, que otorguen gravedad a su existencia…. solo en la confrontación con el enemigo, la vida aparece en toda su grandeza, en toda su seriedad” Cuando la leí en ese libro no le puse mucha atención. Hoy, dadas las circunstancias en las que se encuentran los partidos, la frase apunta directamente al corazón de quienes queremos hacer algo para transformar el país. ¡Hablo de transformarlo! No de fortalecer la caduca y rapaz estructura del Estado. Hasta ahora, los llamados partidos de izquierda, sólo han fortalecido las normas y la institucionalidad que estamos combatiendo. No entienden que ningún gobierno que se sujete a estas normas, los resultados de su gestión serán siempre contrarias a los intereses del  pueblo.
¿Hacemos bien que en estas circunstancias les demandemos a los integrantes de la Patria que luchen por causas justas para que se levanten del suelo? Es obvio. Aunque hay que decir que esta es una tarea gigantesca. Sin embargo, a pesar de que durante más de ochenta años nos han impuesto la cultura del apendejamiento y la castración de nuestras ideas, ha llegado el momento de empezar a construir la fuerza y la dirección que hagan posible que este pueblo heroico se pueda liberar de sus opresores. ¡Que esto implica muchos problemas, es verdad! Pero hay que remontarlos. Y todo lo tenemos que hacer la sociedad civil porque los partidos no son capaces de cautivarnos, de organizar y encabezar estas luchas. Nada de lo que hacen nos satura de emoción. Todo lo emprenden al margen de sus militantes. Entre más se alejan de sus bases, más se acercan al entramado y a los favores económicos  que les proporciona el poder. En esa carrera de oportunismos se van conformando las élites partidistas, se va configurando la indiferencia de las bases, surge el desencanto y crece la inconformidad .
¡Estos hechos son aterradores! Mucho de lo que hoy confronta a las clases sociales, dentro y fuera del parlamento o en la vida pública, es el debate político, el debate ideológico. En la asamblea Legislativa y en la cámara de diputados donde el voto ciudadano llevó a varios diputados de la izquierda, el balance en el terreno de las ideas es tristemente deplorable. No hay huella de que el pensamiento y la lucidez de estos representantes populares, fueran dignos de reconocimiento. Nuestros representantes populares  no fueron la diferencia con respecto de los otros diputados del sistema. El flanco débil de esta primera legislatura de la izquierda no oficial, se expresó en que no pudo o en que no quiso poner en marcha el motor y la pasión de la que en su obra habla el turinés Norberto Bobbio.
 Este pensador puso sobre la mesa la filosofía del derecho y de la política. En sus distintos auditorios colocó con brillantez y elocuencia la idea de  que “antes de hablar, antes de decidir es necesario pensar y para pensar hay que tomarse el trabajo de oír y de aprender” Mucho ganarían los dirigentes, los cuadros y los intelectuales de izquierda si se acercaran más al estudio y menos a los dedos de los tata mandones. Hoy la política ya no se puede hacer improvisando dirigentes y poniéndolos a leer sólo cartillas que parecen el silabario de San miguel de vieja memoria. La política de hoy también se hace llenando la palabra de contenido, de argumentos, de conocimiento. Se hace política siendo fieles a las causas del pueblo, luchando a su lado, construyendo fuerza y dirección revolucionarias. Sin estos elementos no habrá nada que nos levante del suelo, que nos sature de emoción o que le otorgue gravedad a nuestra existencia
(*) Las notas entrecomilladas son citas del libro La idiotez de lo perfecto, miradas a la política, de Jesús Silva Hersog Márquez, Fondo de Cultura Económica

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