Marichuy en la UNAM: apoyar y repensar
Magdalena Gómez
H
oy se realizará en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) una actividad que se sumará a las que han sido emblemáticas en esa casa de estudios. La presencia de María de Jesús Patricio Martínez, aspirante indígena a candidata independiente a la Presidencia de la República, tiene componentes singulares que se pondrán en juego. En primer lugar, es una llamada de atención al conjunto de los sectores universitarios, en sus diversos campos de estudio, sobre un proceso del que no necesariamente han dado debida cuenta hasta hoy.
Y no me refiero sólo a la dimensión electoral, sino a la de los pueblos indígenas, a la de la diversidad que entraña a la composición pluricultural, ello en el sentido más amplio, el de la mínima conciencia al respecto. No en el trillado sentido de la deuda histórica, que es real y se le ha convertido en retórica, en lugar común, sino en el impacto económico, ecológico, jurídico, social, cultural que para los territorios indígenas tiene el modelo neoliberal; los fenómenos que desata, por ejemplo, la minería, la reforma energética, los transgénicos. ¿Cuál es el compromiso frente a los nada inocentes proyectos de financiamiento para investigaciones que favorecen o justifican la intervención de trasnacionales apadrinadas por el Estado? ¿Cuáles son las experiencias sobre investigaciones que cuestionan abiertamente el extractivismo vigente en el país? Es pregunta. Y lo es intencionada.
La red de universitarios en apoyo al Concejo Indígena de Gobierno (CIG), promotora, se movilizó tanto en la UNAM como en otras universidades. Contará con la participación de diversos grupos musicales; lo cual es en sí mismo atractivo, en especial para los estudiantes. No obstante, debemos destacar su contenido político. Marichuy hará presencia en la caseta telefónica de Ciudad Universitaria, donde fue encontrado el cuerpo sin vida de la joven Lesvy Berlín Osorio Martínez. Será acompañada por su madre, Araceli Osorio, y grupos feministas de la UNAM, en un acto de repudio a la violencia de género y de exigencia de justicia. Posteriormente realizarán una marcha para llegar a la explanada de la rectoría. Este acto, netamente político, tendrá componente musical, pero no es un concierto en el sentido estricto, busca obtener el apoyo, en esta etapa del proceso, para la recaudación de las firmas necesarias a fin de que la vocera del CIG sea candidata.
El mensaje de Marichuy será muy importante y es deseable que ese sea el motor que concite la participación estudiantil. Y digo estudiantil bajo protesta, pues los sectores académicos, administrativos de base, también están convocados, éticamente convocados, a dar cuenta del significado de que hoy el Congreso Nacional Indígena por conducto del CIG impulse a su vocera como aspirante a candidata a la Presidencia de la República. También lo estamos quienes no somos parte de esta institución y asistiremos. Ya tendremos elementos para analizar qué predominó en el ambiente y compromiso universitario. Como los tendremos para valorar en conjunto este proceso. Por lo pronto, anoto que llama la atención un factor de cultura política, que no suponíamos presente en la ciudadanía y es el apego a la valoración del voto, aún con la crisis de los partidos políticos, así sea para rechazarlo, desde el abstencionismo.
El apego se vincula, obviamente, a la expresión de su voluntad electoral, que hasta hoy había sido la única vía de entrada para ejercer el derecho a votar y ser votado, o a no votar y no ser votado, que también hace parte del mismo. Pues bien, las candidaturas independientes, que no todas lo son, colocan a quienes pueden dar su firma a un aspirante independiente, en el falso dilema de que con ello comprometen el voto para el partido de su preferencia. En el caso de Marichuy, y en general en todo el espacio de la modalidad de participación independiente, se ha reiterado que la firma no es el voto, desde el inicio se anotó y, sin embargo, se observa que este argumento válido, vaya legal, no convence a quienes tienen en sus apegos el voto reservado para otros espacios, partidistas, por cierto. La dificultad para recabar las firmas requeridas en 17 entidades federativas, impuesta por los partidos políticos mediante el Congreso, como si se tratara de aprobar una reforma constitucional, ciertamente enfrenta el componente elitista y digital de la llamada app de apoyo ciudadano, que decidió el Instituto Nacional Electoral; sin embargo, considero que también está presente el temor, no explícito, de que se anule el voto próximo, al firmar para que un aspirante sea candidata o candidato. ¿Qué tanto opera este factor? ¿En cuáles sectores sociales y generacionales predomina? ¿Y cuánto lo han impulsado los propios partidos cuando señalan que las candidaturas independientes dividirán el voto? Habrá que valorarlo, sin negar que también existen posturas a las que conscientemente, en el caso de Marichuy, les gana la hegemonía racista y clasista. Hoy encontraremos en la UNAM un espejo a contrastar en otras regiones del país.
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