miércoles, 29 de noviembre de 2017

Sr. Meade: siga diciendo disparates… y lo devorará el león

mar 28 nov 2017 19:17
 
  
 
Lo que la mayoría de la nación anhela es sacar a patadas del poder al régimen del que él ha sido cómplice
Lo que la mayoría de la nación anhela es sacar a patadas del poder al régimen del que él ha sido cómplice
Foto propiedad de: Internet

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Por razones de una pérdida personal, el fallecimiento de un gran ser querido, tuve que ausentarme por más de un mes de este espacio. Llevaré por un tiempo el inevitable duelo por dentro, pero hago pausa, para decirle al recién destapado —típico tecnócrata salinista doctorado en Yale— que ha impuesto el vapuleado y rechazado presidente en turno del régimen al mando, que por favor no diga tantos disparates. Se le nota lo inexperto, lo verde que está: el hecho de que nunca ha sido electo por los ciudadanos para un solo puesto que ha ostentado en el desgobierno de México.
Expresar públicamente que podría su imberbe persona pública ganar la Presidencia, es una verdadera insensatez, cuando él sabe perfectamente que lo que la mayoría de la nación anhela es sacar a patadas del poder al régimen del que él ha sido cómplice, al que él ha representado por décadas bandeando sin pudor alguno entre el PRI y el PAN, sin ser—como persona que se vende— ni de uno ni del otro. Que como hoy bien se conoce, el régimen ha practicado un constante coito donde retozan ambos —y otros— partidos a tutiplén, turnándose arriba o abajo según toque. Asegurar que el PRI “es el único partido que ha volteado a ver al ciudadano”, es una aseveración embustera y maliciosa. Ignoro si fue un simple chascarrillo o de plano ya se le fueron tan rápido los pies del suelo y delira el hombre en las alturas de la inopia. Asegurar por la pantalla chica que es un gladiador, es otro disparate, ya que a la mayoría de los gladiadores los devoró el león.
Que no se percate que estos dichos dan pena ajena, lo hace quedar en ridículo ante los mexicanos. Que simule no realizar, que el régimen ya no engaña al pueblo aunque desesperado lo intente asistido por los poderes fácticos a su servicio, es cinismo. Denota el de origen libanés, que al ser ungido se convirtió automáticamente en títere. Sorprende la falta de inteligencia, de tacto, pues, que ha comenzado a mostrar el señor Meade Kuribreña, sin ser aún candidato oficial de la “dictadura disfrazada de democracia”. Anterior al encumbre lució hipócritamente algún dejo de sencillez, demesura, de discreción y hoy, muestra ya su verdadera cara.
Nada, que el hombre es simplemente más de lo mismo y pretende seguir protegiendo a funcionarios, a empresarios amigos, dedicados bandidos, habiéndose revolcado tantos años entre el PRI y el PAN, expresando al aire como arranque de precampaña tales —y las que vendrán— méndigas frases. Su compinche mexiquense parapeto salinista igual que él, a quien pronto veremos descansando como pachá en su otra casa blanca a orillas del mar que no tarda en salir a la luz, ha personificado para variar un penoso y ridículo espectáculo junto con su inexperto alfil, ante la ciudadanía y el resto del mundo.

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