El gas shale, Ucrania, Okinawa y el narco
Víctor M. Quintana S.
L
os ingredientes estarían dados para otra novela de Belascoarán, o para esa narrativa negra de la frontera que realiza Cormac McCarthy. Pero independientemente de que éste o Taibo II lo cuenten algún día, lo que pasa desde Matamoros, Tamaulipas, hasta Ojinaga, Chihuahua, en materia de la explotación del gas shale con la técnica del fracking, o fragmentación hidráulica, ya va muy recio, como dicen por acá. Cuando hay grandes ganancias de por medio, incluso estos tórridos páramos le interesan a la globalización desde los poderosos.
La explotación del gas shale en la enorme franja fronteriza que va desde el Golfo de México hasta poco más al noroeste de Ojinaga (Okinawa, según dijo Peña Nieto) es un fantasma que recorre la codicia de trasnacionales petroleras, las mentes demagógicas de gobiernos incompetentes y corruptos y la ilusión desinformada de miles de desempleados fronterizos. Tan sólo en Chihuahua el gobernador Duarte anuncia ya la creación de 5 mil empleos para 2016 en esta actividad extractiva, sin parar mientes en los enormes costos ambientales y en el agotamiento de los acuíferos en una región de las más secas del planeta.
En estos desiertos norteños está comenzando un proceso muy parecido al que se ha vivido ya hace años en las fértiles llanuras ucranias. En un excelente artículo, “Geopolítica del fracking” (Nueva Sociedad, No. 244, marzo-abril 2013), el periodista uruguayo Víctor L. Bachetta documenta la forma de intervención de los intereses estadunidenses y trasnacionales en Ucrania y la estrategia que perfilan para América Latina.
Una vez considerada la importancia de la explotación del gas de esquisto para arrancar a Ucrania y a otros países de la dependencia del gas ruso –pues la dependencia energética lleva a la política–, hay toda una estrategia soft, instrumentada y conducida por la USAID, la misma que en nuestro país ha financiado toda la implementación del sistema de juicios orales o nuevo sistema penal. Parte fundamental de dicha estrategia es involucrar a los países en el Programa para el Compromiso Técnico en Gas No Convencional (UGTEP, por sus siglas en inglés).
Otros pivotes de la estrategia de la USAID ejemplificados en Ucrania son: proveer el marco normativo, regulatorio, económico, ambiental y fiscal, en el que seguramente ya involucró a los asesores de EPN-PRI. Además, muy importante, esta agencia de intervención estadunidense
propone la estrategia y los mecanismos para gestionar el probable conflicto social y obtener la confianza de la población, además de formas de convencer a gobiernos locales, comunidades y organizaciones no gubernamentales” (Ukraine gas shale report, 1º de mayo de 2012, citado por Bachetta).
Si la intervención de la USAID encuentra obstáculos, dado su desprestigio en América Latina, Bachetta narra cómo buscarían Estados Unidos y las trasnacionales intervenir en la política energética de América Latina, sobre todo de Argentina y México, países que cuentan con los mayores yacimientos de gas shale de la región. Se trataría de promover reuniones entre la American Business Conference, la organización cúpula de las grandes empresas estadunidenses, las empresas petroleras trasnacionales y nacionales, la Asociación Petroquímica y Química Latinoamericana, las Sociedad de Ingenieros de Petróleo y otros organismos
técnicos, para evaluar la calidad de los yacimientos y el marco normativo. Es obvio que en estas reuniones supuestamente neutrales y
científicasva a predominar la racionalidad del lucro y se impondrá la explotación del gas shale a toda costa, buscando los mecanismos de convencimiento, propaganda, cooptación o incluso descrédito para anular la oposición al fracking.
En Ucrania la estrategia les funcionó con el gobierno corrupto. Pocos meses después de la publicación de los informes promovidos por la USAID, el entonces presidente, y muy cuestionado, Víctor Yakunovich, entregó concesiones a Chevron, Shell, EXXON Mobil, OMV Petrom, ENI y Nadra, en demérito de la rusa Lukoil.
Entonces en los estados del noreste y norte de México hay que prepararse para esta estrategia multiforme de las trasnacionales y Estados Unidos. Habrá muchos millones de dólares de ExxonMobil, Shell y Halliburton para financiar la propaganda, el cabildeo y las campañas electorales de los partidos (PRI y PAN) y gobiernos que defienden el fracking. Serán campañas bien orquestadas, con mucha mercadotecnia y con satanización de quienes se opongan a los intereses trasnacionales. Nada que ver con los balbuceos propagandísticos de los gobernadores Torre Cantú, Medina, Moreira, Duarte y del mismo Peña Nieto. En el proceso electoral de 2015 las trasnacionales se esforzarán por llevar a la Cámara de Diputados a quienes representen sus intereses, invirtiendo para ello lo que sea necesario. Además de la telebancada tendremos la shalebancada.
Por si todo lo anterior no funcionara bien, hay otro factor a considerar, sobre todo si la población se pone demasiado combativa y recelosa de que acaben con sus acuíferos y le echen a perder su medio ambiente. No hay que olvidar que la mayor parte de la zona donde se realizaría el fracking se ha convertido en Zetalandia, desde Tamaulipas hasta Coahuila. Y es en la frontera noreste de Chihuahua, donde Pablo Acosta Villarreal, El Zorro de Ojinaga, mentor de Amado Carrillo Fuentes, dio origen a lo que había de ser el cártel de Juárez entre 1984 y 1986. De hecho, Los Zetas estarían ya ayudando a La Línea –nuevo cártel de Juárez– a recuperar el estado de Chihuahua. Tampoco puede pasarse por alto que ha habido denuncias en el sentido de que algunas empresas mineras extranjeras en la sierra de Chihuahua o pagan protección o de plano contratan como seguridad privada a integrantes de la delincuencia organizada.
En resumen, los intereses de las trasnacionales petroleras, del gobierno de Estados Unidos, de Peña Nieto, el PRI, y la mayoría del PAN exigen que a toda costa se imponga la explotación del gas shale en la frontera norte de nuestro país, con toda la fuerza de las instituciones legales, paralegales y hasta ilegales en un momento dado. De ese tamaño es el enemigo que tiene al frente el pueblo de México.
Y no es novela.
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