Lo que @lopezobrador_ y @Mzavalagc dijeron sobre #TrumpEnMexico
La abrupta visita a México del candidato del partido republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump -que ha basado su campaña en un discurso antimexicano y ha sido sostenida, como señala el periodista Jamelle Bouie, en una ideología del "white nationalism"- ha sido recibida por los mexicanos, de forma abrumadora, como una ofensa en contra de la nación, en contra de la identidad, como un agravio e incluso como una traición por parte de quien se supone convocó a esa reunión, Peña Nieto, pues habiendo cometido semejante error, no fue capaz de encarar al político estadounidense y dejar en firme una postura decorosa sobre los insultos recibidos y el proyecto de construir un muro fronterizo. Se vio, antes bien, a un encargado del poder ejecutivo vacío de autoridad como jefe de estado frente al candidato gringo, sumiso, doblegado, fallido, derrotado ante un Trump que habría conseguido un triunfo para su campaña que ha estado a la baja. Triunfo que ratificaría el mismo día, horas más tarde, en su discurso antiinmigrante en Phoenix, Arizona, donde dejó entrever que ya había negociado la construcción del muro con Peña y que México pagaría por él.
Como siempre, Peña pretende justificar sus derrotas burlando el mínimo sentido común. Ahora, manejando el discurso de que es preferible tener cerca al enemigo. Y si no fuera porque se trata de México, la acumulación de errores, la ineficacia y la corrupción habrían llevado a su necesaria renuncia y la de su gabinete. Pocos han defendido el desastroso nuevo traspiés de Peña, sólo escasos priistas, pues su propia gente reconoce el fallo. Porque, aunque pudiera tomarse con aquiescencia la invitación, el reclamo va sobre todo al hecho de la debilidad mostrada -¿el temor, la cobardía?- para decir lo que se tenía que decir; no callar, por ejemplo, cuando el gringo, falto de respeto, escupió en su cara que construiría el muro. El acto pareciera que fue inventado para el lucimiento de Trump y que éste impuso hasta el día, uno antes del informe de gobierno (otra farsa frente a "300 jóvenes destacados" y preguntas "sembradas"). .En este contexto se pronunciaron dos de los principales precandidatos a la presidencia hacia el 2018, López Obrador, líder de las encuestas, y Margarita Zavala, ubicada en un distante segundo lugar. Y es importante conocer su postura porque es el perfil con el que encararían en el futuro a un posible gobierno del agresivo Donald Trump.
En un tuit bastante difundido, Zavala escribió: "Sr. @realDonaldTrump aunque lo hayan invitado, sepa que no es bienvenido. Los mexicanos tenemos dignidad y repudiamos su discurso de odio". Más que oportunismo político, esta postura es lógica, pues la panista ha procurado acercarse a Hillary Clinton.
La posición de López Obrador -difundida en un video que ha circulado con profusión a través de facebook- es más puntual y expresa una crítica, pero también un plan, un programa:
"Nosotros no nos inmiscuimos en los asuntos que tienen que ver con otro país y con la formación de los nuevos gobiernos; no nos metemos con las elecciones que hay en otros países ni con los gobiernos de otros países, porque no queremos que el día de mañana que otros países se metan en los asuntos que sólo corresponden a los mexicanos. Hay un principio en la política exterior de México que debe de respetarse: el de la no intervención... Nosotros tenemos nuestra agenda, que no nos gusta que vengan a fijar agenda, a imponer ninguna agenda desde el extranjero. Y que desde luego no compartimos el punto de vista de construir un muro a lo largo de la frontera con Estados Unidos.... Queremos que se garanticen los derechos de todos los pueblos, el derecho al trabajo. ¿Por qué la gente tiene que emigrar? Por necesidad. No se va por gusto a Estados Unidos. Se va porque en nuestro país como en otros países se han impuesto políticas que no promueven el empleo. Nuestro país, desde la época de Salinas se impuso una política de abandono al campo y se dejó sin oportunidades de trabajo a millones de mexicanos... Vamos a cambiar la política bilateral con Estados Unidos, no va a ser, para empezar, de subordinación, no vamos a ser nosotros colonia de ningún país extranjero. También vamos a convencer, en su momento, a quien esté en el gobierno de Estados Unidos que lo mejor es la cooperación entre los pueblos, que no se necesitan los muros, que si hay cooperación para el desarrollo, la gente no va a emigrar... se van a quedar a trabajar en sus pueblos, donde están sus familiares, donde están sus culturas, donde están sus costumbres. Y... vamos a proteger a los mexicanos, de aquí y de allá. Lo que no han hecho los que ahora están criticando este encuentro. Yo, desde luego, no estoy de acuerdo en que se invite a Trump a México, pero hay unos hipócritas que están cuestionando esa entrevista y cuando ellos estuvieron en el gobierno -y me refiero a los panistas- no hicieron absolutamente nada por proteger a nuestros paisanos migrantes... Calderón nunca alzó la voz cuando se cometieron asesinatos contra migrantes mexicanos en la frontera. Nunca le dijo nada a Obama cuando... empezó a deportar mexicanos, como nunca había sucedido, miles de mexicanos deportados...".
Si bien el mensaje de Zavala contra Trump es compartido por muchos mexicanos, para que no quede en mero acto visceral u oportunismo político, tendría que ampliarlo y aclarar el hecho de porqué su partido y aun su marido gobernaron por doce años desarrollado una política exterior pobrísima en la que no se defendió a los migrantes ni se desarrollaron políticas de empleo y producción. ¿Por qué no lo hicieron antes y por qué ahora sí lo harían?
El mensaje de López Obrador es sereno pero firme, convincente. El principio de la no intervención -tan sólido en varios decenios del siglo veinte mexicano y que es necesario rescatar-, la defensa de los migrantes, el desarrollo de empleos y el estímulo a la producción (junto al riguroso combate a la corrupción), pareciera ser lo que México necesita; cuando menos.
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