sábado, 31 de marzo de 2018

AMLO y la tristeza de Diego Luna; @diegoluna_

@NietzscheAristosáb 31 mar 2018 10:21
 
  
 
Si a Luna le parece que López Obrador no es un político de izquierda porque no cumple con la idea preconcebida que él tiene para así considerarlo, ¿para qué lo cita como tal aunque sea entre comillas?
Si a Luna le parece que López Obrador no es un político de izquierda porque no cumple con la idea preconcebida que él tiene para así considerarlo, ¿para qué lo cita como tal aunque sea entre comillas?
Foto propiedad de: Internet
La ironía no siempre expresa inteligencia, aunque sea la intención de quien la utiliza. Y puede llegar a la torpeza; sobre todo, cuando es forzada. Es el caso del actor Diego Luna, que ha tenido la buena determinación de expresar sus opiniones políticas de manera abierta y crítica; irónica en ocasiones. Procura la inteligencia y el humor, mas no siempre con éxito. Acaba de sucederle con un tuit lanzado contra López Obrador, después de una entrevista o encuentro (que muchos consideraron acoso) en que el político tuvo estupendo desempeño frente a seis periodistas en Milenio TV. Programa, por cierto, que reventó los “raitings” de la empresa y en la versión de su canal de youtube, avanza ya hacia los 3 millones de vistas. El tuit de marzo 23 no sólo procuró la crítica, también la ironía.
“Dirán lo que quieran, pero es triste que el candidato de ‘izquierda’ proponga  poner a consulta ciudadana los derechos de la comunidad #LGBTQ. Ayer habló de primero atender prioridades, los derechos de TODOS son prioridad, por lo menos en el país donde yo quiero vivir.”. Sobre el asunto, dos puntos.
1. Ironía fallida. Si a Luna le parece que López Obrador no es un político de izquierda porque no cumple con la idea preconcebida que él tiene para así considerarlo, ¿para qué lo cita como tal aunque sea entre comillas? Y si le parece que no es de izquierda, ¿por qué le entristece? Si lo que quiere es hacer una crítica al candidato presidencial de Morena sobre un tema trillado y ya aclarado muchas veces, la pretensión irónica sale sobrando. Si lo que desea es hacer una crítica a los simpatizantes y seguidores que lo consideran de izquierda, pues como dicen por allí, “se hizo fuera de la bacinica”; pues nada conseguirá. Se masturbó en seco, pues. A menos que busque el mercado de los indecisos.
2. Prioridades. Luna considera prioritarios los derechos de la comunidad LGBTQ, y bien, son tan prioritarios como los derechos de todos los ciudadanos. El problema es que en un país agobiado de problemas, ¿quién establece las prioridades? En la medida que el derecho individual no se pueda dar en una sociedad conturbada porque los derechos sociales básicos de esta no se respetan, todos debieran de luchar de manera colectiva -y/o de manera simultánea a los derechos individuales si se quiere-, por esos derechos elementales.
No obstante, muchas veces la exigencia de los derechos individuales se sobrepone a los colectivos. Y así, el asunto se convierte en un cuento de nunca acabar. El 26 de junio de 2015 celebraron en Estados Unidos la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el país. Por entonces escribí un texto que continúa vigente y cito su cuerpo principal en argumento contra la postura “prioritarista” del actor mexicano:
A pesar del logro histórico de la comunidad, “Un grupo de homosexuales negros ha establecido que tienen pocos motivos para celebrar y menos aún para sentirse orgullosos a pesar de esta conquista de su condición o identidad sexual cuando ello no los libera, en Estados Unidos, del estigma de su color de piel. Ante la aparente superación del racismo histórico, la realidad ofrece un rostro distinto: de Ferguson a Charleston, el acoso policial, la violencia y el crimen.
“La libertad de la comunidad LGBTQ afroamericana pasa por garantizar el derecho y la justicia a su condición racial. No basta con el contento individual, es necesaria la reivindicación colectiva, como raza. Hasta entonces quizá sea posible la felicidad, la celebración y el orgullo.
“Similar condición existencial se percibe entre los inmigrantes mexicanos y latinoamericanos LGBTQ. Cuando en su discurso celebratorio sobre el tema Obama se hacía participe del orgullo de esta comunidad, la mexicana Jennicet Gutiérrez le interrumpió a gritos: ‘¡No más deportaciones!’. Después de un breve intercambio y de que Gutiérrez insistió en su demanda, Obama subrayó que estaba como invitada en su casa y le demandó silencio o sería expulsada. Y esto fue lo que sucedió, los agentes de seguridad la echaron. El público LGBTQ presente la abucheó y todos la tomaron por indeseable aguafiestas.
“Gutiérrez es una transexual indocumentada (‘ilegal’, para los gringos conservadores) y sostiene que la comunidad LGBTQ enfrenta discriminación, abuso y violaciones en los centros de detención. Explica que interrumpió a Obama porque ‘nuestros problemas y luchas ya no pueden ser ignorados’; porque mientras hablaba de afroamericanos trans-género en la mira, su administración tiene en estado de detención a inmigrantes LGBTQ.
“Es decir, los logros presentes de la comunidad no alcanzan para subvertir la condición indeseable, ¿primaria tal vez?, del racismo, la discriminación y la inmigración.
“Y mientras tanto, el México LGBTQ también avanza en sus derechos y va ocupando espacios. La Ciudad de México ha ido al frente en la garantía de sus derechos. Y desde que se recobrara el ejercicio del voto local en 1997, ha ido en constante progreso hasta que se hiciera oficial el matrimonio homosexual en 2009 (primera ciudad latinoamericana en registrarlo). Derechos que, al contrario de estar en riesgo y a semejanza de otros programas inaugurados en la capital del país, han alcanzado la posibilidad de pronto ser extendidos al resto del mismo.
“Y sin embargo y como en el caso del negro y el inmigrante, en México existen problemas básicos y estructurales que urge revertir. Problemas que separan cualquier conquista individual o sectorial del logro colectivo de vivir en verdadera democracia. Hay que señalar cuando menos los convenidos como más apremiantes y lacerantes: corrupción, injusticia, impunidad, clasismo, pobreza y miseria.
“¿Cómo aprovechar la larga experiencia vital de la comunidad LGBTQ y sus logros en pro de luchas tan sustanciales? ¿Por qué si la sociedad reconoce o registra el derecho de parcialidades no habría de combatir condiciones estructurares indeseables en beneficio y provecho del todo? ¿Por qué no luchar para establecer derechos para el negro, el inmigrante, el mexicano y la humanidad en general? Mayores niveles de información y conciencia debieran de integrar en vez de dividir la lucha por alcanzar el derecho a la democracia y otros derechos básicos. Derechos que, a final de cuentas, propician la garantía del contento y libertad individual y social. ¿Se puede aspirar a menos? ¿Quién, qué interés se opone a la integración de las luchas parciales en un todo batallar social? (“Del orgullo LGBTQ al racismo, el acoso a inmigrantes, la corrupción y la miseria”; SDPnoticias, 01-07-15).
Parece que Luna no vio todo el programa de Milenio TV o le vale madres haberlo visto. De todas maneras y a pesar de que el candidato opositor ha sido claro en reiteradas ocasiones en relación al tema (respeto a las leyes de vanguardia como las de la Ciudad de México y consulta ciudadana en donde aún no exista por el hecho de que él respeta asimismo al movimiento amplio e incluyente que representa), él se lanza con su tuit.
Y en otro tuit insiste después que le aclaran su necedad: “Exacto, lo que pasa en la CDMX se debería replicar por todo el país y no parece ser su prioridad. Debería ser una de las prioridades de un gobierno liberal.”.
No hay oposición a esos derechos por parte de López Obrador. Hay respeto y hay prioridades colectivas. Así que el comentario de Luna está fuera de lugar. A menos que le interese minar la única posibilidad de cambio en favor de Anaya, Meade o Zavala, que claramente tienen una postura conservadora y aun de rechazo frente al tema. Y Morena no sólo tiene una Secretaría Nacional de la Diversidad Sexual, también tiene candidatos para la próxima elección que son parte de la comunidad “gay”. Temístocles Villanueva Ramos, de la Ciudad de México y Reyna Celeste Ascencio Ortega, de Michoacán, por ejemplo. Y en junio de 2016, una diputada de Morena en Campeche, Adriana Avilés, fue expulsada del partido por la Comisión de Honor y Justicia, por votar en contra de la legalización de los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Quienes más o menos conocen a Morena, militantes, simpatizantes, votantes, saben de la apertura de dicho partido a este y otros temas. Así que quien insiste y se entrega a raptos de tristeza, reclamo e ironía fallida, lo hace desde la ignorancia, la mala información, la distorsión o la mala leche.
Siguiendo la lógica de Luna, yo que soy ateo radical, tendría que esperar a que surja un candidato ateo o al menos agnóstico para poder votar, porque las opciones vigentes están lejos de mi reclamo individual. Ridículo. Hay que tener sentido de lo apremiante y de la solidaridad.
Finalmente, mi perspectiva de la izquierda es el relativismo propuesto por el gran ensayista Daniel Cosío Villegas; y va por temas. Hoy ser de izquierda significa, aparte de la defensa de los derechos humanos básicos, estar por el combate radical a la corrupción (prioridad número uno), estar contra el feminicidio, la violencia, la injusticia, la impunidad y el PRIAN (responsable y autor de las condiciones actuales del país). Son las prioridades colectivas básicas de México. Sólo si se logra avanzar sobre ellas se avanzará también en lo individual. Eso es ser de izquierda, no acongojarse porque mi prioridad no sea la número uno en el orden de las prioridades nacionales o universales.

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