martes, 27 de marzo de 2018

Rayuela
Y los recursos de los pensionados que se invierten en infraestructura, ¿los benefician en algo?









México SA
Meade-Anaya: que siempre sí
Andrés Manuel marca agenda política
Reforma energética ¿exitosa?
Carlos Fernández-Vega
E
l candidato con apodo de pez debe estar muerto de la risa, porque no sólo impone la agenda política, sino que a sus contrincantes, por llamarles así, una vez más los ha puesto a parir, y el asunto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) es muestra fehaciente de ello.
En un principio, la construcción de la nueva terminal área fue anunciada con bombos y platillos, pero de allí en adelante el tema poco a poco se apagó, aunque en silencio la obra seguía su curso, ya sin el estruendo de la propaganda oficial, pero con los consabidos atrasos, convenios modificatorios, presupuestos inflados y tantas otras gracias que van de la mano cuando de obra pública se trata.
Pero fue suficiente que Andrés Manuel López Obrador lanzara el dardo –que incluía una reunión temática con la cúpula empresarial– para que los dos candidatos priazulesal hueso mayor palidecieran, sacaran el cobre, se hicieran bolas y vociferaran que de ninguna manera participarían en tal encuentro, para que al final de cuentas recularan y salieran con la batea de que siempre sí.
Cuando el Peje advirtió que mediante amparos frenaría el otorgamiento de más contratos en el NAICM, porque no aceptaré acuerdos leoninos, manchados de corrupción y amenazas, pues no soy títere de nadie, de su ronco pecho el dúo dinámico priazul respondió: Absurdo frenar los contratos, porque el estado de derecho no se discute ni debe ser materia de debate o de reflexión (Meade) y, por si fuera poco, no es facultad de un organismo empresarial decidir si continúa la construcción del nuevo aeropuerto; es un absoluto disparate.
Pues bien, unas cuantas horas después de tan firme posicionamiento, la versión neoliberal de Batman y Robin (ustedes deciden cuál es cuál) reculó y Meade anunció ayer: Estoy dispuesto a acudir a cualquier mesa informativa sobre el aeropuerto, mientras Anaya sostuvo que dada la corrupción del actual gobierno es imperativo revisar cada uno de los contratos para la construcción del nuevo aeropuerto.
Pero al final de cuentas tanto el pronunciamiento de López Obrador como lo dicho por Meade y Anaya (para un lado y para el otro) sirvió para retomar el asunto del NAICM, hurgar en las auditorías practicas por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y recordar quiénes son los empresarios participantes en los jugosos contratos de construcción de la nueva terminal aérea, que no son otros más que los de siempre. Y una vez concluida la construcción y la entrada en operación del aeropuerto vendrán más negocios.
Allí aparecen Carlos Slim (Cicsa), su tocayo Hank Rhon (La Peninsular), Olegario Vázquez Raña (Prodemex), Bernardo Quintana (ICA, la misma empresa rescatada por Pensionissste, y corresponsable de la autopista México-Acapulco, la del Sol, que acumula 25 años de reparación permanente, dada la pésima construcción¸ pero sigue obteniendo contratos de obra pública); la española FCC (en la que también Slim tiene participación accionaria), Hipólito Gerard Rivero (GIA-A), cuñado de Carlos Salinas, y algunas más, aunque no muchas, como Eppcor y Aldesem, las empresas responsables de construir el Paso Exprés de Cuernavaca. Y la inenarrable OHL –la de la Casa Blanca, Malinalco y otras– allí está como sanguijuela.
Salvo el consorcio ibérico –que también tiene su historia–, todas las mexicanas son empresas constructoras nacidas al amparo del poder político, siempre de la mano de jugosos contratos con cargo al erario y políticas públicas hechas a su medida. Y lo mismo en este giro que en la minería, las telecomunicaciones, las finanzas, los medios electrónicos de comunicación, el petróleo y muchísimo más.
Y si hubiera duda de los enjuagues, entonces el pilón lo aporta Gerardo Ruiz Esparza, pues este desacreditado funcionario es el presidente del consejo de administración del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), el responsable del financiamiento y la construcción(versión oficial) de la nueva terminal aérea de Ciudad de México.
Por cierto, ayer Federico Patiño Márquez, director general del GACM, aseguró que la eventual cancelación de la construcción del nuevo aeropuerto de Ciudad de México implicaría pérdidas estimadas en 120 mil millones de pesos, algo así como la mitad del costo del proyecto, pero sin aeropuerto (pero sí con contratos leoninos), lo que además implicaría, según él, la pérdida de 70 mil plazas de empleo que se espera contar este año; afirmó que el proyecto no está concebido como un programa de gobierno sino como un programa con visión de Estado que por sí mismo ha involucrado la participación de mil 750 empresas, 90 por ciento mexicanas y en la actualidad mantiene activas en el proyecto 292 empresas(La Jornada, Alonso Urrutia).
Pero bueno, la presencia de Patiño Márquez en Los Pinos fue la excusa para que el vocero presidencial, Eduardo Sánchez, se envolviera en la bandera peñanietista y lanzara su inspirado mensaje: Es una barbaridad la pretensión de cancelar este proyecto (el NAICM) en función de las consideraciones de los más importantes expertos internacionales en materia aeroportuaria; desde su concepción hubo un compromiso gubernamental para favorecer la transparencia sobre los 321 contratos involucrados en la construcción. Se trata del conjunto de beneficios que está detrás de esta obra; es sin duda una afirmación de Estado del Presidente, quien resuelve necesidades con soluciones eficientes de largo plazo y no con paliativos sin perspectiva de futuro.
Lástima que la ASF no tenga sensibilidad para entender el alcance del emocionado, cuan novelesco mensaje del vocero presidencial, aunque sí la tiene para detectar errores, abusos, presupuestos inflados, incumplimiento, enjuagues y demás irregularidades e ilícitos en torno al jugoso negocio de los contratos públicos con fines privados.
En este sentido, a David Colmenares Páramo, flamante titular de la ASF, le tocó la rifa del tigre, porque no sólo debe meterse a las tripas financieras y contractuales del NAICM, sino a todos los muchísimos negocios chuecos con recursos públicos. Qué tal si empieza, por ejemplo, con Emilio Lozoya y Rosario Robles, con sus respectivos guajiros.
Las rebanadas del pastel
Dice José Antonio Meade que la reforma energética no ha fracasado. Es bueno saberlo, y una de las pruebas es que la producción de gasolina en México se desplomó 42 por ciento en el primer bimestre de 2018. Entonces, ¿así, o más exitosa

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