martes, 25 de julio de 2017

Ciudad Perdida
Vorágine de violencia
La ciudad, inmersa
Llamado urgente a frenarla
Miguel Ángel Velázquez
C
on los resultados que nos ha dejado la inseguridad en la ciudad en los días recientes, resulta inútil preguntarse si hay algún cártel operando en la ciudad.
Lo que duele, lo que preocupa, lo que alimenta un clima cada vez más evidente de paranoia colectiva es que hoy se habla de problemas propios o ajenos en los que se relatan asaltos, secuestros, balaceras, problemas que advierten que la ciudad ya está metida en la vorágine de la violencia que parecía estar lejos de la capital del país.
Es verdad, tal vez en la capital de México no exista un cártel, como esa organización criminal que va desde la siembra y la distribución de drogas hasta la creación de empresas mercantiles que realizan operaciones financieras, principalmente para el lavado de dinero que proviene de ilícitos. Eso tal vez no exista, pero da igual; hoy los hombres y mujeres dedicados a la extorsión, el robo, el cobro de cuotas y otros delitos se enfrentan a balazos a plena luz del día, hieren y matan niños y mujeres y hombres inocentes que se atraviesan a sus balas.
El jueves pasado en este espacio, horas antes de que en Tláhuac se descubriera lo que todos sabían, hablábamos de la necesidad de frenar ya los hechos de violencia antes de que la ciudad capital tuviera que sufrir las consecuencias de las guerras entre mafias, por ejemplo.
Pero que la CDMX volviera a esa percepción de que salir de la casa es un peligro, porque nunca se sabe si se podrá retornar, es algo que empieza a suceder y que habla de que todos los diques institucionales se han roto. Ninguno de los programas sociales del gobierno sirvió de vacuna, entre otras cosas, porque a lugares como Tláhuac, donde los periódicos se reciben más tarde que en provincia, simplemente no llegan, y donde lo único que no falta es el olvido institucional que a veces se manifiesta en grupos de poder violentos que buscan llenar los huecos que ha dejado el deber no cumplido de las instituciones.
No obstante ese olvido, que no significa que las autoridades carezcan de los elementos tanto físicos, como armas, o humanos, como la preparación de grupos especiales de asalto, supone que las fuerzas armadas del gobierno federal incursionen en territorio citadino para ejecutar a los miembros de una organización criminal cada vez más fuerte y más grande.
La policía de la ciudad sí esta capacitada para enfrentar a grupos delincuenciales armados, pero aquí algo sucedió, algo de lo que no estamos enterados, y ese algo llevó a la Secretaría de Marina a enviar a sus efectivos a someter a los delincuentes sin que las fuerzas de la policía local intervinieran directamente en el asalto.
Tanto la Secretaría de Marina como la jefatura de Gobierno de la ciudad coinciden en asegurar que en la capital del país no existen cárteles de la droga, y quizá tengan razón, pero eso nos tiene sin cuidado. Si declarar que no hay cárteles en la capital sirve para dejar de contar muertos con violencia día con día, pues vale, juro que no existen, pero lo que urge ahora es frenar la violencia, con o sin cárteles, porque esto ya no se aguanta. ¡Auxilio!
De pasadita
Ayer se realizó una análisis de lo que sucede con la Constitución Política de la Ciudad de México, y allí, con Claudia Sheinbaum, la delegada de Tlalpan presidiendo el acto, se habló de las perversiones que desde la Asamblea Legislativa se han cometido en contra del texto original, y se anunció la creación de un observatorio ciudadano para la defensa de la Carta Magna local. Qué así sea.

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