El narcomenudeo y los cárteles desde los tiempos de López Obrador y Marcelo Ebrard
¿Quiénes eran los integrantes del grupo “fantasma” que protegió a Marcelo?
Foto propiedad de: Internet
Corría el año de 2004 cuando me comentó lo siguiente un alto funcionario de la administración foxista mientras estábamos en la antesala de Los Pinos esperando que nos recibiera el presidente:
“Marcelo es un mentiroso y un pendejo. Puras contradicciones en lo que se refiere a su presencia en el linchamiento de policías en Tláhuac. Se tardó en llegar y cuando lo hizo, su helicóptero bajó tanto que los enardecidos pobladores de San Juan Ixtayopan, reaccionaron en contra del aparato. Quisieron bajarlo a pedradas. Y lo pudieron hacer porque había descendido mucho. Pero un grupo “fantasma” controló a los linchadores y evitó que bajaran a pedradas el helicóptero de Marcelo.”
¿Quiénes eran los integrantes del grupo “fantasma” que protegió a Marcelo?
¿Habitantes comunes y corrientes de Tláhuac?
¿O integrantes de las bandas beneficiarias de los taxis piratas conocidos como “Panteras” que circularon con la permisividad del jefe de gobierno Andrés Manuel López Obrador?
¿Solamente los Panteras trabajan como taxistas?
¿O ya se había incubado en la Ciudad de México la presencia de un cartel de la droga que controlaba en esos vehículos mucho del llamado narcomenudeo?
Son preguntas que reaparecen ahora con los hechos de Tláhuac y sus connotaciones de delincuencia organizada.
Las moto taxis y los Uber-eat, que son bicicletas que reparten la droga, en la zona oriente de la ciudad, parecen ser la reedición de los Panteras de López Obrador trabajando para el cartel de Tláhuac.
EL IMPORTANTE PORTAL DE ADOLFO AANO, CULTURA COLECTIVA, APUNTA SOBRE LA VERDADERA MISIÓN DE LOS UBER EAT:
“No es un secreto que los narcotraficantes han buscado por años diferentes formas, algunas ingeniosas, de violar la ley y llevar las drogas a diferentes partes. Hace unos días se dio a conocer la detención en la Ciudad de México de 10 personas que operaban en el barrio de Tepito y que distribuían droga en puntos de la capital, como Zona Rosa, la Condesa y otras colonias de la delegación Cuauhtémoc.
Al parecer estas personas encontraron una nueva forma para pasar desapercibidos: ocultaban la droga en maletas de Uber EATS y la distribuían en bicicletas como si se tratara de cualquier comida.
Todo iba de maravilla para los narcomenudistas, hasta que la bodega en la que ocultaban las drogas fue descubierta por agentes de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de la ciudad (SSP).
De acuerdo a reportes policiales, de ahí entraban y salían los repartidores de drogas que iban en bicicletas y en la espalda cargaban maletas con el logotipo de Uber EATS. Ahí transportaban la droga a repartir sin que nadie sospechara. La empresa Uber aseguró que desconocía y reprobaba las prácticas hechas con su nombre.
"Uber condena todos los actos que supongan un riesgo para la salud o la seguridad de las personas", aseguró la empresa.”
¿Se requiere más información para el staff de Mancera?
A raíz de los acontecimientos en Tláhuac en el mencionado 2004 Marcelo Ebrard tuvo que dimitir como jefe de seguridad pública.
López Obrador lo cobijó designándolo Secretario de Desarrollo Social.
De esa posición saltó a la candidatura de la jefatura de gobierno donde tuvo como sus principales jefes policiacos a Joel Ortega (quién fue cesado como consecuencia de la tragedia de Lobo-Hombo) y después el Dr. Mondragón y Kalb.
El diario La Crónica realizó una reseña del evento de Marcelo y su presencia en Tláhuac en los días finales del 2004:
“Acusó problemas de “orografía” y lejanía para no llegar a tiempo, pero salió de su oficina en helicóptero hasta las 21:10, según las bitácoras oficiales de vuelo. Todavía ayer insistía en que había cumplido con su deber para salvar a los agentes de la PFP, pero, según los mismos registros de traslado aéreo, descendió a San Juan Ixtayopan a las 22:35, cuando ya no había nada qué hacer. Sostuvo que se enteró de la agresión a los policías federales antes de las 19:00; sin embargo, decidió no utilizar para el rescate al cuerpo de elite de la SSP Fuerza de Tarea adscrito a su dependencia y que tienen su sede a media hora del lugar donde ocurrieron los hechos. Aún con ello ayer, al enterarse de su destitución, Marcelo Ebrard arremetió contra el gobierno federal por considerar que fue extraña la determinación de destituirlo.
CONTRADICCIONES. En los días previos a su cese, diversos medios documentaron las acciones, omisiones y contradicciones de Marcelo, que recibió el respaldo del jefe de gobierno.
El jueves 23 de noviembre, trágico para los policías Víctor Mireles, Edgar Moreno y Cristóbal Bonilla, Ebrard Casaubon estuvo en una reunión con integrantes de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión. Fue en ese lugar donde enteró de los sucesos de Tláhuac, según dijo, antes de las 19:00. De ahí, declaró el pasado 24 de noviembre, “me fui a la oficina para coordinar las acciones y de ahí me fui en helicóptero”.
La primera contradicción se hizo evidente pues su retorno a las oficinas de la SSP, localizadas en la calle de Liverpool no fue para “coordinar las acciones” sino para reunirse alrededor de las 19:30 con un reportero a quien regañó durante más o menos una hora por haber publicado una nota sobre la compra presuntamente irregular de patrullas.
Hoy quien está en entredicho es el jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera.
Él debe ser el funcionario mejor enterado de todo el gobierno de la Ciudad.
Y las señales son que Mancera está desinformado.
El asunto de la presencia de un cartel en el oriente de la Ciudad de México no es pues, cosa nueva.
Y no son solo las siete delegaciones que menciona en su espléndida columna de ayer en El Universal el siempre bien informado Héctor de Mauleón.
El radio de acción del cartel llega al corazón mismo de la Ciudad. Y de allí establece vasos comunicantes con la zona conurbada del Estado de México, de Naucalpan hasta los Cuautitlanes.
Ante tanta inseguridad los habitantes de la desprotegida CDMX, ya repetimos con miedo la célebre frase de la inconmensurable Cristina Pacheco: “Aquí nos tocó vivir”.
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