CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Justo en medio de las precampañas, cuando el PRI sigue en tercer lugar y crecen las versiones sobre el estancamiento del aspirante presidencial priista, José Antonio Meade –y su eventual sustitución por Aurelio Nuño–, estalló una bomba política que implica también al principal factor de poder en el gobierno de Enrique Peña Nieto: Luis Videgaray.
El efecto de este escándalo en el proceso electoral en curso y en el desenlace de la elección presidencial, a seis meses de que se celebre, no puede ser más que devastador para el PRI y para todos sus candidatos –incluido Meade si es que permanece como tal–, porque a diferencia del Pemexgate, que se conoció tras la elección del 2000, la presunta triangulación de recursos públicos federales para Chihuahua a campañas estatales del PRI estalló antes de las campañas mismas.
La detención de Alejandro Gutiérrez, implicado en el esquema, es también de enorme relevancia: No sólo por su alcurnia política –nieto del revolucionario coahuilense Eulalio Gutiérrez, presidente de México poco más de dos meses (del 6 de noviembre de 1914 al 16 de enero de 1915)–, sino sobre todo por ser señalado como el operador del desvío de 250 millones de pesos a las campañas priistas de Chihuahua, Veracruz y Tamaulipas, en 2016, en acuerdo con los gobernadores César Duarte, Javier Duarte y Egidio Cantú.
Gutiérrez, conocido en Coahuila como “La Coneja”, fue secretario general adjunto del CEN del PRI cuando lo presidía Manlio Fabio Beltrones, quien paradójicamente perdió ante el PAN esas tres elecciones, pese al desvío de los 250 millones que, conforme a las investigaciones, contó con el aval de Videgaray, secretario de Hacienda en ese año y el principal impulsor de Meade.
Llama la atención que, para tratar de minimizar el golpe, Meade haya dicho que el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, había declarado que no estaban implicados directivos del PRI, como efectivamente lo hizo el panista en una declaración y en un mensaje en Twitter que luego borró, pero que es preciso recordar.
“No podemos afirmar que exfuncionarios del PRI nacional participaron en desviar recursos para las campañas”, tuiteó Corral en un mensaje que luego borró poco antes de anunciar la detención de Gutiérrez, señalado por el exsecretario de Finanzas de Duarte, Jaime Herrera –también detenido–, como el operador del desvío de recursos autorizados por Videgaray.
Más allá de si Javier Corral fue el autor de la filtración, que él negó al culpar de la misma a Duarte, su antecesor, la información revelada por el diario “Reforma”, el martes 19, es de una dimensión política que va al corazón del gobierno de Peña y de Beltrones, el truculento político priista que jamás había estado implicado en un caso por el que el PRI podría perder el registro.
El Pemexgate, que fue el desvío de al menos 500 millones de pesos de Pemex a la campaña presidencial del PRI de Francisco Labastida vía el sindicato petrolero, se sepultó con un pacto al más alto nivel entre Vicente Fox, Felipe Calderón, Santiago Creel, Elba Esther Gordillo, Roberto Madrazo y Carlos Romero Deschamps, entre otros.
Este antecedente permite presumir que puede generarse otro pacto que, claramente, beneficiaría a Ricardo Anaya, el truculento candidato presidencial del PAN capaz de lo que sea