domingo, 30 de diciembre de 2018

Quiénes son los amigos de Andrés Manuel... y sus enemigos

@FedericoArreoladom 30 dic 2018 08:45
 
  
 
De por qué dicen que los banqueros, los periodistas y los presidentes no deben tener amigos, pero sí tienen
De por qué dicen que los banqueros, los periodistas y los presidentes no deben tener amigos, pero sí tienen
Foto propiedad de: Internet

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“Soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad”. Frase atribuida a Aristóteles
“Soy enemigo de Aristóteles, pero más enemigo de la falsedad”. Lo dijo, según internet, 'un lógico polaco del siglo XX'

El banquero sin amigos

“Un banquero no puede tener amigos. Si los tienes, pierdes independencia”, ha  expresado en El País el señor Francisco González, presidente del banco BBVA que mañana se retira.
En efecto, deja el cargo uno de los banqueros más poderosos de España e inclusive del mundo y El País ha hecho un gran reportaje sobre ese hombre:
1.- “Esta es la historia de un hombre solo. Llegó a la banca con apenas un par de amigos en el negocio y se va sin ninguno”.
2.- Irrumpió en el negocio financiero “sin apellidos ilustres ni tradición familiar”.
3.- Su trayectoria “es la de un outsider tenaz e implacable”.
4.- “Fulminó a decenas de ejecutivos que no estuvieron a la altura del talento exigido según sus criterios”.
5.- “Catapultó a otros tantos que para él demostraron arrojo y personalidad”.
6.- “No le tembló el pulso a la hora de cambiar consejos de administración de arriba abajo”.
7.- “Dijo ‘no’ a las presiones de gobiernos socialistas y populares”.
8.- “Cuando dice ‘sí’ es porque vislumbra beneficios”.
9.- “Deja un rastro de luces y sombras”.
10.- “Se va con la certeza de haberlo hecho todo a su manera. Y de haber abrazado la soledad a cambio del poder. ‘Desde que entré, entendí muy rápido que un banquero no puede tener amigos. Conservo los íntimos, con los que viajas, juegas… Conocidos, miles. Amigos, una docena. ¿En este negocio? Ninguno. En el momento en que los tienes empiezas a perder tu independencia’…”.

“El peor enemigo del periodista es el amigo”

No sé si la frase original sea de algún periodista famoso, de leyenda, del tipo de Oriana Fallaci, Joseph Pulitzer, Indro Montanelli, Ryszard Kapuściński, Juan Luis Cebrián o Julio Scherer. Yo sé la escuché a Ciro Gómez Leyva en 1997 cuando empezábamos a construir Milenio.
Hace sentido la expresión: al amigo no se le publican las cosas malas que hace. Si uno lo hace, deja de ser amigo. De ahí que resulte aconsejable no establecer relaciones personales con gente de poder político o económico, lo que en el periodismo a veces es muy difícil.

El presidente sin amigos

No pocos gobernantes han dicho que como líderes de una nación no pueden o no deben tener amigos.
¿Andrés Manuel López Obrador tiene amigos? Hace bastantes años, en 2006, alguien me dijo que las únicas, verdaderas amistades de AMLO están en el pueblo, pueblo. Pero como ciertamente no se puede ser amigo personal de millones, entonces el presidente de México para todo fin práctico no tiene amigos, no en lo directamente relacionado con su tarea política o de gobierno.
La persona que me hizo esa reflexión —cuyo nombre no daré a conocer porque no le he pedido autorización para hacerlo— tiene bastante poder económico, influencia mediática enorme y una cercanía innegable con Andrés Manuel desde hace más de 10 años.
Si hay alguien a quien el presidente de México aprecie de verdad fuera de su círculo familiar y de sus relaciones personales logradas antes de su ascenso político, es a ese hombre. Pero tal personaje sabe, porque no tiene un pelo de tonto, que si él hace algo que AMLO considere ilegal o aun perfectamente aceptado por las leyes, pero que el tabasqueño considere contrario al pueblo, el cariño será puesto a un lado y Andrés lo castigará y si no puede hacerlo, le retirará su amistad.
Es decir, Andrés Manuel, lo haya reflexionado o no, aplica la máxima atribuida a Aristóteles: “Soy amigo de Platón, pero más de la verdad”. En el caso del presidente de México, es amigo de cualquiera que le caiga bien y con quien haya mantenido suficientes conversaciones como para cimentar una amistad, pero es más amigo de la justicia con la que debe actuar el gobernante de un país con tantas desigualdades como México.
Ojalá lo contrario también sea cierto: que Andrés Manuel sea enemigo —o rival, adversario, contrincante— de cualquier persona que no coincida con su ideología o rechace sus programas de gobierno, pero que el presidente de México sea todavía más enemigo de la falsedad. 
Solo así, rechazando las mentiras que le llevan y le traen sus colaboradores, evitará caer en la trampa con la que en todas las naciones sus aliados buscan dominar al gobernante: la trampa de la falsedad con la que los cercanos a un presidente —solo por buscar consolidar sus posiciones políticas— tergiversan inclusive hasta el extremo de la calumnia, todo lo hecho y dicho no solo por los opositores formales, sino por cualquier persona que se atreva a pensar diferente: en efecto, como los periodistas que se dedican, por vocación y misión profesional, a andar de metiches buscando en la vida del poderoso no sus virtudes o sus aciertos —que nunca son noticia—, sino sus defectos y sus errores.

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