viernes, 2 de septiembre de 2016

Los enemigos internos de Peña

@alexiabarriosgjue 01 sep 2016 09:15
 
  
 
Foto propiedad de: Internet

Por supuesto, no me refiero a sus adversarios políticos como Andrés Manuel López Obrador, Margarita Zavala o alguien como Fernández Noroña o factores de poder como empresarios o líderes gremiales afectados por sus reformas. Sus adversarios son eso: los actores que desde la oposición ejercen la legal y legítima crítica y movilización de medios, corrientes de opinión y bases sociales para disputarle el poder popular.
 Los enemigos son otra cosa. Un enemigo busca la destrucción del otro; el odio es el rencor, nace de él y se alimenta de él; es lo contrario al amor y el respeto al prójimo.  Es el sentimiento que busca el mal al otro.
Dicho lo anterior, he llegado a la conclusión de que alguien (persona o grupo de interés) odia a Enrique Peña Nieto y busca hacerle el mal, aun a costa de hacerle mal al país, porque como dijera Robert Lasin,“México es un país extraordinariamente fácil de dominar porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente”. Y eso es lo que sucede con el primer mandatario:
·      El nivel más bajo de popularidad desde que se inventaron las encuestas de reconocimiento o rechazo a un Presidente de la República.
·      El peor nivel de aceptación, incluso por debajo de sus leales, con lo que arrastra a su partido, el PRI.
·      La ausencia de resultados concretos y palpables de los beneficios de las reformas estructurales que con tacto fino logró articular con las principales fuerzas políticas.
·      La ruta al colapso de las mismas reformas, primero con una CNTE intransigente con la demanda de la abrogación de la educativa, con los petroleros preparados para iniciar la batalla contra la energética y los empresarios sin bajar la guardia para echar atrás la hacendaria, de comunicaciones y de competitividad que les ha visto reducir también sus privilegios.
·      Un desatino y falta de sensibilidad en la ratificación de nombramientos que le han costado mucho, como Tomás Zerón en la Agencia de Investigación Criminal; Alfredo Castillo en la CONADE; Manelich Castilla en la Policía Federal, sin contar con los largos meses que se tardó en sustituir a Jesús Murillo (el responsable de la peor herencia que habrá de pagar Peña Nieto por sus omisiones y errores en el caso Iguala)  o los años que deja pasar para darle salida a los titulares del CISEN, SCT, Comunicación Social, SEP y Energía.
·      La falta de tacto para tener claro el timing político antes de anunciar nuevos incrementos en los precios de energéticos o nuevo plan de ajuste presupuestal.  La Dirección de Análisis de Los Pinos, ¿existe o quién cobra ahí sin construir los escenarios indispensables para todo gobernante?
·      Los muertos por las disputas de los cárteles que han dejado a julio y agosto del año en curso como los más violentos del sexenio; las desapariciones forzadas con un 17 por ciento más, según datos del propio Sistema Nacional de Seguridad; los políticos y alcaldes ligados al narco ejecutados y otros señalados sin que nadie haga nada desde la federación.
·      Y una comunidad internacional observante y crítica, que han digerido todo lo que se ha dicho de un gobierno corrupto y que no sanciona sus propias denuncias. A pesar de ser el primer interesado en promover el sistema nacional anticorrupción, la percepción ciudadana tiene a su administración en la peor calificación por encima de los panistas (que ya es mucho decir).
Ciego, sordo y distante de una realidad que están viendo miles de mexicanos, hacen creer que el Presidente estaría secuestrado por “su círculo cercano” y no le permite valorar los riesgos reales (no Trump que vino con 23% de intención de voto) a su gobierno que está siendo juzgado como uno de los peores sexenios en la historia moderna del país.
 La cereza del pastel al desatino político es la invitación injustificable a Donald Trump, que logró unificar al 99.9 por ciento de la comentocracia de izquierda, centro y derecha. ¿Quién en su sano juicio político pudo tener la grandiosa idea de traer el nefasto xenófobo estadounidense? ¿Qué asesor, despacho o analista fue el que tuvo la sugerencia de traerlo con las consecuencias que ello implica? ¿Podría el presidente mostrar a la opinión pública esa “Agenda de Riesgos” que justifiquen la Trumpada de estos días?

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