COLUMNAS
¿No que se estaba acabando nuestro petróleo?
JANE DE LA SELVAlun 24 jul 2017 14:25
Llego de viaje largo, leo los periódicos por el internet y me entristece ver, cómo distraen a la opinión pública con el pan y circo de Duarte de Ochoa, mientras perpetra el erario los últimos golpes mafiosos de fin de sexenio. Me encuentro con una columna de opinión, pero más bien con un comentario al calce de ella—el lector o lectora enriquece criterios-- que en un párrafo describe con claridad y en pocas palabras para comprensión del ciudadano común lo que realmente pasó con la reforma petrolera: un negocio redondo no compartido; o digamos que compartido pero indebida e injustamente; entre particulares y a beneficio de una minoría que son las compañías privadas que ganaron las licitaciones y aquellas futuras que esperan en fila por una tajada.
Debo decir que en la selva, sí nos volteamos a ver sorprendidos cuando supimos recientemente del “nuevo descubrimiento” hecho por el conglomerado extranjero beneficiado para el extracto del crudo--producto de la Reforma—que luego de un año de exploración presumió la ¡gran buena nueva! de haber encontrado su oro negro. Imaginamos cómo debieron haber sido aquellas escenas de antaño cuando ingleses franceses y estadounidenses lo vieron brotando por primera vez ensalivándoseles la boca.
Pero la pregunta que se hace la opinión pública es ¿no que estaba por acabarse nuestro petróleo? Pues no, ahora resulta que existe abundancia de él y se dedicarán empresas de esas mismas regiones u otras, a la exploración, a la explotación de yacimientos extrayendo el recurso de nuestras aguas someras—o profundas-- del golfo, pagando al gobierno mexicano la pactada “renta” sobre la concesión.
En medio de estos tejes y manejes ocultos está el pueblo, los ciudadanos a quienes despojaron del beneficio directo de un recurso que pensábamos algún día, caído el régimen, nos pertenecería realmente, nos beneficiaría para progresar, nos serviría como palanca de desarrollo como no ha aun sucedido, pero nos ha sido arrebatada esta posibilidad por el gobierno que finge demencia con argumentos de “atraso, incompetencia, corrupción, imposibilidad del Estado para invertir, inoperable infraestructura, etcétera”, deslindándose de estos hechos reportados como si no fuese el Estado Mexicano el responsable de la debacle, del abandono intencionado de PEMEX, junto con su respectivo sindicato cómplice, cuyos líderes no sirven al trabajador sino también son gobierno. Observemos a las cúpulas que han pasado por la administración o dirección de este recurso natural, cómo pululan libres hinchados de billetes o lo más precavidos desaparecen junto con sus riquezas para evitar ser objeto de controversia penal.
Finalizo recordando que cuando la gasolina se fue a las nubes con la respectiva protesta ciudadana enardecida que aceptó eventualmente el hecho consumado, se le dio auge mediático a lo dicho, a la noción de que “se nos había acabado el petróleo”, subliminalmente presentándolo como uno de los motivos internos para amainar el daño del inclemente, abusivo y abrupto incremento, que nos habían asegurado además con inconcebible cinismo que no sucedería. Hoy como sabemos sucedió, nos pegaron el mazazo para no perder la costumbre. Escondieron en su propaganda que el petróleo se acababa, sí, pero solamente aquel de los viejos yacimientos de Pemex, el de nuestros propios depredados pozos petroleros. No mencionaron nada-- a pesar de tener el conocimiento—de cuánto era el abundante resto que yacía virgen e intacto en sus cavidades listo para salir a la luz con el beneplácito de manos foráneas.
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