La Jornada: un negocio privado dizque quebrado
Este fin de semana, el sindicato de trabajadores del diario La Jornada decidió realizar una huelga
Foto propiedad de: Internet
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Tendré que empezar por explicar algunas cosas de absoluta obviedad. En el sistema económico actual llamado capitalismo, los empresarios contratan a trabajadores y trabajadoras no por generar empleos, sino porque esa es la única manera en que pueden apropiarse de la riqueza producida por éstos. Si enterrando su dinero, éste se reprodujera, no hay duda que los empresarios no generarían un solo empleo, enterrarían su dinero.
Así las cosas, no hay ningún interés caritativo hacia los trabajadores cuando un negocio se echa a andar.
Por otra parte, mientras menos se dé a los trabajadores de la riqueza producida por ellos, mayor es la ganancia del dueño del negocio privado.
La Jornada, el diario, es un negocio privado. Como tal, su interés fundamental es que ese negocio le produzca ganancias. Y esa empresa privada, lleva décadas sosteniendo que se encuentra virtualmente en quiebra y sin embargo, ha sido un negocio rentable para sus dueños, quienes éstos sean.
Al haberse formado con trabajadores y trabajadoras del medio periodístico con formación de izquierda y progresista, su sindicato logró construir un contrato colectivo de trabajo, algo casi inexistente ya en el país y en el mundo.
Por otra parte, en esta fase voraz y rapaz del capitalismo llamado neoliberalismo, se considera que los trabajadores y trabajadoras no deben tener ningún derecho y que deben tener salarios miserables. En pleno siglo XXI, en realidad estamos instalados en el siglo XIX o peor, y a eso le llaman modernidad. Ya ni horas extras se les quiere pagar a los trabajadores de México y del mundo. Ya está olvidada la jornada de ocho horas y los contratos colectivos de trabajo, son un instrumento a desaparecer de las relaciones laborales en México y en el mundo. Nos dicen además que no hay otro camino que el de condenar a la miseria más brutal e inhumana a los trabajadores. Que eso es la globalización y la modernidad.
En ese marco, este fin de semana, el sindicato de trabajadores del diario La Jornadadecidió realizar una huelga, en defensa de su contrato colectivo de trabajo. Desde un principio, los trabajadores fueron señalados por más de una voz como enemigos internos, que buscaban liquidar una voz de libertad de expresión en México. Con una hipocresía y una doble moral brutal, cargada de un clasismo feroz, se señaló a los trabajadores y trabajadoras de este diario como egoístas, por defender sus derechos y no pensar en la "viabilidad" de la empresa. No está demás señalar que la "viabilidad del empresa" significa liquidar el contrato colectivo de trabajo.
Tampoco está demás señalar que ese eufemismo llamado viabilidad pasará a liquidar a un número importante de trabajadores en breve y en no mucho tiempo, empezarán a contratar trabajadores "outsourcing", al tiempo.
Así las cosas, desde un principio los trabajadores del sindicato, se vieron acosados por una campaña de linchamiento y difamación verdaderamente lamentable. Voces respetadas y respetables, se sumaron al denuesto en contra de los trabajadores del citado diario.
Peor aún, el sábado 1 de julio, en un vídeo con música cursi, la empresa señalaba que un grupo de trabajadores había hecho posible la aparición del diario, en plena huelga decretada. Por otra parte, varias voces denunciaban que había trabajadores que mantenían dentro del edificio a quienes habían hecho posible la aparición de La Jornada del 1 de julio, es decir, de quienes habían roto la huelga. Claro, la empresa y muchas de las voces que defendían esta medida de esquiroles y rompehuelgas, no reconocían que eran esquiroles y que estaban rompiendo una huelga. Muy por el contrario, se asumían como abanderados de la libertad de expresión, aunque detrás de esta supuesta honrosa defensa, estuviesen pasando por encima de los derechos de los trabajadores de este diario.
Hubo incluso algún destacado caricaturista que festejó la aparición del diario nuevamente el día domingo 2 de junio con la contundente frase: "Se chingan". Seré curioso: ¿Quiénes se chingan? ¿Los trabajadores en defensa de su contrato colectivo? ¿El sindicato? ¿Las prestaciones y conquistas laborales alcanzadas en el contrato colectivo llamadas "por encima de la ley"? Pues no solo éstas se chingaron, se chingó también la congruencia, la ética y la larga lucha de izquierda de muchos de los que ahí laboran, que se asumen defensores de la libertad de expresión y de la justicia y que, se olvidaron del pequeño detalle que ellos son trabajadores también y que en su propia casa, decidieron combatir una lucha justa, sin importar que lo hayan hecho de manera consciente o inconsciente.
Muy hipócrita y miserable es el argumento que plantea que las condiciones laborales de todo el medio periodístico son infames, es cierto y eso no justifica que haya que celebrar el dicho: "En el reino de los ciegos, el tuerto es rey".
Quienes sostienen que no hay otro camino que el de cargar la crisis de este diario a los trabajadores y trabajadoras del mismo, se equivocan de manera absoluta. Aun en este sistema económico, si los dueños del diario La Jornada siguen sosteniendo que no es viable su empresa, pueden dejársela a los trabajadores y trabajadoras para que, mediante una cooperativa, éstos mantengan ese espacio de trabajo y de libertad de expresión.
Ayer por la noche, quienes decían que era un acoso del poder la huelga levantada, han tenido que comerse sus palabras al determinar la Junta de Conciliación y Arbitraje, como ilegal e inexistente la huelga del fin de semana.
Por consiguiente, todas las voces en defensa de la empresa han dejado atrás todas sus maniqueas manifestaciones de que estaba en riesgo la libertad de expresión al ponerse en riesgo la vida del diario La Jornada con la huelga. Guardan absoluto silencio frente a la determinación de la Junta de Conciliación que ha declarado inexistente e ilegal la huelga en defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras del multicitado diario. Por su parte, los dueños de La Jornada y sus desclasados rompehuelgas, preparan ahora las represalias contra quienes osaron defender sus derechos.
No tengo la menor duda que quienes se manifestaron contra la huelga, se mantendrán silenciosos frente a los atropellos que se avecinan contra los trabajadores y trabajadoras de este importante medio de comunicación. No será mi caso. Seguiré alzando la voz contra toda injusticia y estaré siempre de lado de los trabajadores y trabajadoras de nuestra patria. No me importa los denuestos y descalificaciones que eso genere, sostengo y seguiré sosteniendo que sólo hay dos partidos en México: los que están con el pueblo y los que están contra el pueblo. Que cada quien tome su partido y hoy, tomar partido en favor de los dueños de La Jornada es tomar partido en favor de los que están en contra del pueblo.
"El pueblo tiene derecho a vivir y a ser feliz"
Gerardo Fernández Noroña.
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