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#SismoMexico2017, otras formas de ayuda y solidaridad
El auxilio empieza por la misma colonia, barrio, cuadra, calle o edificación.
Foto propiedad de: Internet
Además de los mecanismos inmediatos de socorro y solidaridad ante el embate de los temblores del 7 y 19 de septiembre, como son la presencia en las áreas de desastre en labores de acción u organización en el rescate, en los albergues, la instalación de centros de acopio, el transporte o las donaciones, hay otras tareas que por mínimas que en apariencia parezcan, contribuyen a sostener la ciudad y el ánimo de sus habitantes, que no por solidario deja de tener el natural acecho del temor post-sismo que agobia sobre todo por las noches, cuando llega la hora de dormir, porque el oído de la conciencia está siempre alerta al terrorífico pero a la vez auxiliar sonido de la alarma sísmica.
Por supuesto que en 2017, a diferencia de 1985, la intensa comunicación a través de las redes sociales es otro mecanismo fundamental de apoyo para la información, la denuncia y la crítica. Y aunque muchas veces contribuya al exceso, el protagonismo, la manipulación y la distorsión, ha significado la gran alternativa frente a los medios tradicionales de comunicación que también tienden a lo mismo con mayor ahínco.
Y partiendo de la premisa de que “mucho ayuda el que no estorba”, la experiencia comparativa entre los desastres de 1985 y 2017 ha demostrado que, entonces, fue necesaria toda la ayuda posible, ahora, con ese conocimiento y mayor comunicación y organización, la voluntad de participación no sólo se requiere en los escenarios particulares de la tragedia, también en toda la amplitud de la ciudad, desde el aspecto técnico hasta el anímico.
El auxilio empieza por la misma colonia, barrio, cuadra, calle o edificación. Por ejemplo:
1. Después de evacuado el edificio tras cada alarma sísmica, identificar la mejor ubicación para resguardar la integridad, o ya identificada previamente, procurar que se utilice (muchos aún se quedan bajo cables, transformadores y paredes).
2. Auxiliar a las personas mayores en la movilidad y la ubicación de su seguridad. Por ejemplo, a la profesora retirada que vive sola en el quinto piso.
3. Auxiliar, si necesario, a niños y mascotas en fuga.
4. Verificar con los administradores y la seguridad las condiciones del inmueble con la respectiva inspección de protección civil.
5. Reafirmar la seguridad circunvecina, pues la delincuencia se ha desatado, sobre todo al caer la noche.
6. Dialogar con vecinos y condóminos sobre puntos básicos.
7. Sonreír y dialogar con los tenderos de la esquina, los despachadores de las tiendas de conveniencia, los taqueros, los de las quesadillas, los panaderos, el administrador y los entrenadores del gimnasio, el taxista, etcétera. Escucharlos, si posible. Todos tienen sus propias historias de angustia y terror ante la vulnerabilidad a que los ha sometido el sismo.
8. Y cuando sea necesario, aclarar e informar de la manera más clara posible las confusiones de información, la manipulación y los rumores esparcidos en las redes o en los mensajeros de WhatsApp y Facebook.
9. Ante la confusión, establecer diálogo sobre los fenómenos diferenciados del 85 y el 17; entre el 7 y el 19 de septiembre; entre los epicentros de Michoacán, Chiapas, Guerrero o Puebla y sus diferencias; entre oscilatorio y trepidatorio y sus efectos de intensidad. Entre lo posible y lo imposible.
10. Y podría seguir así la lista de elementos a veces mínimos pero necesarios para el restablecimiento del ánimo en una ciudad que no puede aun dormir ante el sobresalto y la zozobra de la condición traumática de la alarma sísmica.
Y ya en una etapa posterior, en la de la recuperación, participar en la medida de las posibilidades y el tiempo en la visita a albergues no sólo para conocer las condiciones y necesidades de asistencia, también para compartir actividades recreativas, conversaciones, representaciones, lecturas, actuaciones, etcétera. El ánimo y el espíritu de la ciudad tienen que recobrar la “normalidad” lo antes posible para estar en condiciones de participación en la reconstrucción y el rediseño arquitectónico y político de la misma.
Es lo menos que pueden hacer quienes viven y han vivido en la extraordinaria Ciudad de México.
P.d. Algo similar tendría que hacerse en Chiapas, Oaxaca, Morelos y Puebla, y en general en las zonas afectadas por la tragedia.
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