Paco Ignacio y el Che
Hay que agradecer a Paco Ignacio Taibo su homenaje a Ernesto Guevara: hace lo imposible por desmitificarlo y hace lo posible por saludar al mito. Paco es un buen cabrón, honesto. Cuando dice, cree en lo que dice, ajeno al teleprompter, no necesita en su documental “leer”, todo lo sabe.
Hay una felicidad ajena, pero compartible, cuando Paco habla, sin enfrentar, sin confrontar, a Ernesto. Lo suyo es un homenaje, y qué mejor validez que un homenaje. Recorrer los arduos caminos del Che son difíciles para Paco, aunque compartan las sodas de Cola. Ernesto fue un guerrero total, Paco un guerrillero parcial. Las palabras los unen y los distancian.
En la irreversible civilización del espectáculo, el documental de Paco, al redescubrir a un ser humano excepcional, nos regresa a la vida. Paco es un excelente narrador, cigarrillo o soda en mano. El mito del consumidor no le importa, o lo asume con sabiduría. El mito del Che jodedor, lo desmitifica con datos, pelos y señales.
Habitar el documental de Paco, los recorridos compartidos, es hálito. Desde la ideologizada sobriedad de sus virtudes y sus insultos, Paco es de nuestros imprescindibles. Yo celebro su actitud, sus horribles T-Shirts, su cigarrillo en mano a mano. Las dos horas frente al televisor valieron la alegría. Dar humanidad a la humanidad, querido Paco. “El mejor de los nuestros”, algo así dices. Otra vez tienes razón.
Gordo, cumple a la vida.
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